martes, 8 de junio de 2010

No trabajaré en El Tiempo, en Clarín

Felicidades a los periodistas de Clarín y a sus autoridades, que ayer pudieron recibir regalos y agradecerlos sin complejos porque nadie les tarifó el cariño, ni supuso que un regalo es un soborno, ni le puso precio a la ética. Buceando es su Manual de Estilo (la edición que tengo es de 1997) encuentro, además este texto maravilloso y contundente que debieran poner hoy como screensaver en todas las pantallas de la redacción:
La independencia económica de la empresa periodística es condición esencial para la independencia ideológica de la información que ella publica. Esta función propia del periodismo independiente genera tensiones con los poderes, en especial con los gobiernos. La tensión entre los medios y el poder es una parte constitutiva y funcional del sistema democrático.
Algo parecido establece El Tiempo de Bogotá en su numeral 1.01.11. No sé cuando celebran su día los periodistas colombianos, pero los de El Tiempo no pueden aceptar más que un calendario para Navidad. La norma que lo establece en su Manual de Redacción (1995) es el 1.02.05, exhaustivo y bizantino (ya esto de los numerales me aburre soberanamente):
Ningún periodista de El Tiempo puede, en ninguna circunstancia, aceptar regalos o dádivas de una fuente informativa. Todos los obsequios que puedan llegarle de manera espontánea, a la oficina o a su casa, deben entregarse a las directivas del periódico, las cuales procederán a su devolución. Las fuentes a las que se refiere esta prohibición, igual que las de los dos numerales siguientes, no son solamente aquellas que el periodista maneja de ordinario en sus asignaciones diarias, sino toda fuente potencial de información para el periódico. De esta prohibición se exceptúan los obsequios de valor simbólico y no comercial que se suelen enviar en temporadas en las que es tradicional el canje de regalos y cortesías, como Navidad, y especialmente si pueden servir para el ejercicio de la profesión, como lapiceros, libretas de notas, calendarios, etc. De esto último no hacen parte, obviamente, los adornos personales, los licores, las joyas, los objetos decorativos no los de uso doméstico.
O sea que hay excepción y excepción de la excepción...

Y somos todos sospechosos.

Y los libro de los numerales siguientes.

¡Mamá, no quiero trabajar en El Tiempo!

2 comentarios:

Jorge Zendroni dijo...

"(...)y especialmente si pueden servir para el ejercicio de la profesión, como lapiceros, libretas de notas, calendarios, etc. (...)".
¡Qué HdP!

PD: si durante mucho tiempo hice el suplemento Autos y ahora trabajo información eclesiástica, ¿en qué pared de mi cubil cuelgo el calendario que me regaló el dueño de la gomería al que acudía antes?

No es un ejemplo en sí mismo porque es algo forzado, pero da mucha gracia sacar cuentas de las cosas que pasarían si todo el mundo funcionara así.

Gonzalo Peltzer dijo...

Si lo bueno de los regalos es que no sirvan para nada más que para el placer del homenajeado. Pero para esta gente solo valen los regalos útiles que les hace ahorrar en biromes, agendas y calendarios para su personal...