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sábado, 6 de febrero de 2016

El Ego de Sean Penn


Hay periodistas de televisión que tienen que mirar un papel para decir de una y sin equivocarse el nombre del entrevistado. Empiezan así y siguen con otros datos que leen mal en un portanotas tan bonito como delator. En la radio ocurre lo mismo aunque no se vea: ni 100 años de profesión disimulan que está leyendo un texto que no entiende y es evidente la falta de preparación de un locutor o periodista con solo oír sus preguntas. La prensa gráfica y sus tiempos son más indulgentes ya que permiten corregir un poco estas fallas: si no sabíamos nada antes de la entrevista, podemos saberlo después y agregarlo antes de imprimirla. Sea como sea, la falta de preparación es igual de grave en el periodismo sin importar el medio por el que se publica..

Pero hay otra especie de entrevistador que me revienta un poco más y resulta sobrecargado para el público. El que aprovecha la entrevista para hablar de sí mismo. El que induce las respuestas. El que aparece más que el entrevistado. El que no deja hablar. El que se pone de ejemplo. En fin, el que no puede parar de amarse y lo demuestra a cada segundo… Además de amarse sin medida, esa gente suele cometer otro error: cuenta cómo pactó la entrevista, cómo llegó hasta el lugar, las penurias que pasó, las cosas feas que tuvo que comer y lo poco que durmió….

Todas esas lacras del periodismo que desprecio están en la entrevista de Sean Penn al Chapo Guzmán que se publicó el pasado 11 de enero en la revista Rolling Stone. Lo curioso es que apareció apenas lo recapturaron y hay serias sospechas de que la logística de la entrevista sirvió a la inteligencia de las fuerzas de seguridad mexicanas para encontrar el escondite de Guzmán en el llamado Triángulo Dorado del norte de México..

En la nota, tal como se publica, Sean Penn comete todos los errores de un falso reportero. Tan falso es que por razones de seguridad la revista debió admitir que Penn fue el 2 de octubre del año pasado a tomarse la foto de arriba y pactar la futura entrevista con Guzmán. Pero parece que después no pudo ir, así que le mandó las preguntas por mensajes de texto encriptados (BBM). Es decir que Guzmán conocía las preguntas, contestó las que quiso y no hubo repreguntas ni se veían las caras mientras hablaban: antiperiodismo absoluto y total. Aclaro ahora que la entrevista fue grabada por un secretario del Chapo y que puede verla en YouTube o en el sitio web de la Rolling Stone, igual que la larga autonota de Sean Penn titulada El Chapo Speaks.

Quizá porque Guzmán eligió las preguntas la entrevista no contiene ninguna declaración relevante de un narco que se ufanó de serlo y de haber asesinado a miles de personas. Lo que dice Guzmán lo podíamos haber dicho usted o yo si contamos cómo fue nuestra infancia, si nos gusta más el helado de mango o de chocolate o si estamos conformes con la vida que nos tocó vivir...

He leído unos cuantos comentarios a la entrevista de Sean Penn. El más conocido es Circo y periodismo de Mario Vargas Llosa, que por ser premio nobel de literatura y publicar en El País de Madrid y otros periódicos abonados a su firma puede ser el más leído. Pero Vargas Llosa aprovecha la columna para alimentar su indignación contra sus enemigos de siempre a quienes ahora agrega los artistas progres de Hollywood que se las dan de periodistas.

El que sí vale la pena es El gran jefe blanco, de Leila Guerriero, publicado en su blog de El Mercurio, de Santiago de Chile, el sábado 23 de enero. Leila es periodista de verdad y dice lo que, creo, la mayoría de los periodistas pensamos de estas cosas: cualquiera tiene derecho a entrevistar al Chapo o al mismísimo Lucifer si es importante para entender la realidad, pero es responsabilidad del medio la publicación del material si lo considera relevante o interesante para sus lectores: “Un buen periodista repregunta, pone en contexto, habla con los familiares de las víctimas, con los lugartenientes del Chapo. ¿Que da miedo? Muchísimo. Pero si uno decide meterse con gente como esta, y no hace ninguna de todas esas cosas, debe saber que el resultado no será un artículo malo, sino una completa aberración” (Leila también publicó Hola, Sean, un suelto en El País de Madrid).

Y después se refiere a la única pregunta que le hizo Guzmán a Sean Penn: “¿Cuánto cobrará por esta entrevista?” A lo que Penn contestó que cuando trabaja de periodista lo hace gratis. Qué más quiere que le diga. Solo en México han asesinado a casi 100 sufridos periodistas en la última década: todos ellos juntos debían cobrar lo que Sean Penn tiene esta mañana en su bolsillo paseando por las calles de Nueva York. Digamos la verdad: la entrevista de Rolling Stone no fue al Chapo Guzmán sino al ego de Sean Penn.

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NOTA: Versión final de la columna que se publicó el viernes 5 de febrero de 2016 en El Universo de Guayaquil.

domingo, 21 de julio de 2013

Rolling Stone y Dzokhar Tsarnaev, el debate tonto de la semana

Esta es la última portada/tapa de Rolling Stone. Lleva la foto de Dzokhar Tsarnaev, quien con su hermano fue el autor de los atentados con bombas caseras en la maratón de Boston:



Esta primera ha levantado insultos y críticas a la venerable revista, a la que se ha acusado de "glorificar" a Tsarnaev. El presidente del Consejo Municipal de Boston, Stephen Murphy, dijo que la portada era "repugnante". Las cadenas de farmacias CVS y Walgreens boicotearon la venta de RS en sus establecimientos y lo mismo anunciaron varios supermercados del área de Boston. Etcétera.

Es una idiotez. Ni esa indignación farisaica ni el boicot devolverán a las víctimas de atentado la vida o mejorarán su salud. ¿Qué vas a poner en tapa si hablas de Tsarnaev? ¿Un paisaje de otoño en Nueva Inglaterra?

RS tiene una cierta tradición. En junio de 1970 llevó a su primera al múltiple asesino Charles Manson:


Manson y "La Familia", su banda, tenían al menos ocho asesinatos horribles en su cuenta. Manson estaba cumpliendo cadena perpetua. Pero la portada no es una declaración de apoyo. Aunque el aura alrededor de la foto y la foto misma conviertan esa portada en una especie de estampa devota.

¿Quiere ver una portada menos inocente? Es esta:


Es la que George Lois editó para Esquire en noviembre de 1970. El soldado sonriente es el segundo teniente William L. Calley, que en esa fecha era juzgado por ordenar la matanza de My Lai (cuidado con la foto: es muy cruda) en Vietnam: 109 asesinatos, en su mayoría mujeres y niños. Lois le presentó rodeado de… niños vietnamitas. Como un amante padre de familia. Fue condenado unos meses después (Calley, no Lois).

En 2009, Calley declaró: "no hay un día en que no haya sentido remordimientos por lo que pasó entonces en My Lai".

Déjense de pamplinas.

[ACTUALIZACIÓN 24/07/2013: RS aumentó sus ventas en el quiosco un 20%, hasta 90.000 copias. No es muy relevante, porque tiene suscritos a 1,4 millones de personas. Pero dice algo: que la gente no es burra].

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Las revistas se calientan con las elecciones en Estados Unidos

Una vez más, The New Yorker se lleva la palma con su ironía. Uno espera este mismo nivel de acidez en la siguiente portada, que se referirá seguramente a la convención demócrata.


Llamó la atención de uno la primera onda "Miedo y Asco en Las Vegas" del San Francisco Weekly. San Francisco, cómo no. Mejor aún, onda "Miedo y Asco en Campaña 1972", joya semidesconocida del mismo Hunter S. Thompson donde hace la crónica de la debacle del pobre George McGovern, el kennedyano progre al que Nixon crujió en las presidenciales de 1972:


Todo el mundo recuerda las ilustraciones tremebundas de Ralph Steadman para el reportaje de HST publicado en Rolling Stone bajo el seudónimo de Raoul Duke en dos entregas: 11 y 25 de noviembre de 1971. Acá va la doble página con que RS abría ese trabajo:


Y otra ilustración tremebunda a página entera (en aquel entonces RS tenía tamaño tabloide y salía en papel prensa mejorado):


Quizá Steadman le sea más conocido por la ilustración del doble LP "The Wall", de Pink Floyd:


RS está en otra desde hace muuuuuuuuuucho tiempo. Es un zombi. Completamente decadente y acabada en su versión norteamericana –no digamos ya del resto de ediciones, que son algo así a como La Revista del Sesentón Enrrolladete y Calentón. Patética. La prueba la tiene este mismo mes: llevan en tapa un asunto del que Tout Le Monde ya ha hablado por tierra, mar y aire:


Para salvar eso hacen falta muchos Matt Taibbi y subirle más el cuerpo al titular "The True Story" (¿qué pasa, que los otros cien reportajes publicados hace medio año eran falsos?). La ilustración es rutinaria, el titular es rutinario, el asunto es rutinario (y viejo) y los temas secundarios que acompañan son para salir corriendo (¡Ryan Lochte! ¡Bob Dylan! ¡Taylor Swift!). Bah. Nada que ver con aquella edición de 1971. Qué pena.

En fin. Al margen de este desvío psicodélico, el resto de revistas mainstream llevan portadas que son un poco mucho lo de siempre:




Y un bonus curioso, para que vea que no todos son rosas y azahar con los candidatos, las convenciones y eso: