domingo, 31 de diciembre de 2006

La corrección es un nudo en el flujo de los contenidos

Los correctores son fósiles de la era Mergenthaler, el inventor del linotipo. Entonces se escribía dos veces cada texto: los redactores escribíamos nuestros textos a máquina en hojas pautadas. Esas notas iban a los linotipistas y regresaban para ser corregidos en la redacción, cuando el redactor ya se había ido a su casa. Los jefes de cierre decidían la extensión de cada artículo y el tamaño del título, adecuado a la diagramación de las páginas. Los correctores y tituladores volvían sobre los textos y se fijaban si había líneas trabucadas (un error típico de la era Mergenthaler) y corregían los errores que podía haber cometido el linotipista (aunque generalmente era al revés: los linotipistas mejoraban los textos de los redactores).

Cuando los linotipos fueron reemplazados por la composición en frío, se terminó la era Mergenthaler. Pero no los correctores porque los textos se seguían escribiendo dos veces. Hasta que se instalaron las computadoras en las redacciones. Fue entonces cuando descubrimos que los redactores escribían muy mal, y los correctores siguieron instalados en los diarios como una red de seguridad para los periodistas. Generalmente escondidos en su gueto, son un nudo molesto y tardío al final del flujo de la información.

El proceso de corrección es al revés. El principal responsable de que un texto esté escrito correctamente, con buena redacción y sin errores, es el periodista que lo redacta. El segundo responsable es su editor. El tercero, al final, será el Jefe de Redacción, o los editores de cierre, encargados de la coherencia y consistencia de los contenidos del diario, pero nunca de la corrección de los textos.

Me he encontrado con gravísimas dificultades en muchos diarios para terminar con los correctores antediluvianos. A veces por cuestiones gremiales. Otras, por razones de poder en la redacción. Pero la mayor parte de las veces por el miedo de los jefes a perder el filtro de su ignorancia.

Como al nudo gordiano, hay que cortarlo sin miedo: no pasa nada.

sábado, 30 de diciembre de 2006

Para qué sirven los diarios

Durante algunos días los periódicos italianos han salido sin las firmas de sus autores, por lo menos las de los periodistas de planta, no las de los colaboradores extranjeros u ocasionales. Fue una forma de protesta por parte de los periodistas profesionales. He estado de viaje casi todo el mes y no he entendido si la regla valía también para los semanarios (por razones extremadamente misteriosas, se pueden encontrar diarios italianos de la misma mañana incluso en Tombuctú, pero en París y en Zurich los semanarios llegan con siete días de retraso, cuando se tiene suerte). Si la regla vale también para L’Espresso, estoy dispuesto a anonimizarme por solidaridad, aunque tratándose de una columna donde sale también mi caricatura me parece un poco ridículo figurar sin nombre, pero con retrato, a menos que sustituyamos el retrato por un manchón negro.

Ahora bien: el problema no es personal. Estoy reflexionando, más bien, sobre mis sensaciones de lector que se ha encontrado ante artículos acéfalos, por definirlos de alguna manera, donde alguien me habla y no sé quién es, con la añadidura de que, como buen lector italiano, estoy acostumbrado a que los editoriales del periódico estén siempre firmados, no sólo las columnas de opinión.

Alguien podría objetar: “Perdona, un periódico da las noticias y se espera que lo haga de forma verídica, por lo cual si la noticia que te da es importante y tú supones que es verdadera ¿qué te importa quién te la ha dado?”. Objeción férrea si los periódicos fueran todos como esos cuadernillos que se distribuyen gratis en el subte, donde se nos dice, precisamente, que ha habido un nuevo atentado en Bagdad, que ha nevado en el Caribe mientras crecían plátanos en Estocolmo (casos, por desgracia, cada vez más probables), o que Silvio Berlusconi se ha sentido mal durante un acto político. El caso es que los diarios están dejando de ser así.

Han pasado los tiempos en los que se discutía si la prensa era objetiva y si se podían separar los hechos de las opiniones, y cómo. Me acuerdo de furibundas aunque muy cordiales discusiones con Piero Ottone. El defendía un periodismo que entonces llamábamos “a la inglesa”, en el que se separaban los hechos de las opiniones (creo que Ottone se ha resignado, puesto que ahora publica únicamente una columna de opinión), y otros sosteníamos que incluso allí donde esta diferencia se respeta formalmente (un ejemplo modélico es The New York Times, donde los artículos de opinión, firmados, están sólo en las últimas páginas, junto a las cartas de los lectores, y lo demás deberían ser hechos), pues bien, que incluso en ese caso el mero hecho de poner dos sucesos en la misma página (por ejemplo, dos noticias que tratan de un asalto a mano armada por parte de bandidos calabreses) se convierte ya en la sugerencia de una opinión, y que muchos reportajes anglosajones en los que se cita entre comillas a dos señores con opiniones contrarias sobre el mismo hecho suelen ser bastante hipócritas, puesto que es el periodista el que ha elegido a quiénes iba a citar. Pero el problema no atañe ya a aquella antigua polémica.

El problema es que un periódico hoy en día se encuentra en la situación de tener que hablar de hechos de los que ya ha hablado ampliamente la televisión un día antes, por no hablar de los que leen las noticias frescas en Internet. Y, por lo tanto, no puede comportarse como un periódico que, opiniones aparte, da noticia de los hechos, porque si no el lector dejaría de leer los periódicos. Véase, por ejemplo, el Corriere della Sera, que, en la página final, pone una especie de sumario de los hechos relevantes del día anterior. Excelente para los que tienen poco tiempo o no han visto los noticieros de TV (pero si el acontecimiento es notable ya le habrá llegado un mensaje de texto de un amigo). Ahora bien: si ésa fuera la función de un periódico, el Corriere della Sera podría distribuirse gratis en las estaciones con formato de tarjeta de visita, lo cual no llenaría de dicha a sus propietarios, supongo.

Yo cito siempre dos episodios. Uno, la bomba de Piazza Fontana. Cuando sucedió, yo estaba en Nueva York (me divierto coleccionando coartadas para todos los delitos y matanzas) y se me informó del hecho muy temprano, teniendo en cuenta que Nueva York está seis horas adelantada respecto de Italia.

Preocupado, llamé a Milán, y mi mujer, que todavía no había visto el programa de noticias de la noche, no sabía nada. Digo siempre que supe de la matanza con seis horas de antelación. No es verdad, pero da la idea. Muchos años después, a las seis de la tarde, un amigo periodista me llamó diciendo que había muerto Bettino Craxi. Inmediatamente después me llamó por otros motivos mi secretaria y me pareció interesante darle la noticia. Lo sabía ya: alguien le había mandado un mensaje de texto. Llamé a mi mujer. Lo sabía ya: se lo habían dicho por teléfono antes de que la televisión diera la noticia. Díganme ustedes, entonces, para qué sirve un periódico.

A estas alturas, un periódico sirve para empaquetar los hechos con opiniones. Es lo que ahora les pedimos, y puesto que se trata de opiniones sobre los hechos, queremos saber quién expresa esa opinión, si es un autor de quien nos fiamos o un escritorzuelo que habitualmente menospreciamos.

Por eso, un periódico que hace huelga suprimiendo las firmas se vuelve mudo, lo cual significa que la protesta sindical tiene su relevancia.

Por Umberto Eco
L'Espresso
(Traducción de Helena Lozano Miralles, tal como apareció hoy en La Nación de Buenos Aires)

miércoles, 27 de diciembre de 2006

Dónde encontrar periodistas

Las escuelas de periodismo no son un buen lugar para encontrar buenos periodistas. Es al revés: son las escuelas de periodismo y las facultades de comunicación las responsables de la invasión de falsos periodistas en las salas de redacción. No es periodista quien tiene un título que lo acredita sino quien se contagia con esa enfermedad o la lleva congénita. No se contrae nunca en las escuelas o en las universidades; se pega en las redacciones.

Hay que buscar a esos enfermos apasionados en otras facultades. Los de Comunicación son endogámicos, todos iguales, y quieren ser famosos, que es un síntoma claro del falso periodista. Entre los de Ciencias Políticas, los de Filosofía y Letras y los de Economía suele haber buenos candidatos, enfermos de curiosidad y apasionados por cambiar el mundo. Esos son los que sirven.

Quién es un periodista, en Paper Papers, 27/11/2005.

martes, 26 de diciembre de 2006

Los diarios y el matrimonio

Tom Clancy describe al diario como la mujer o el marido. No es un teórico de la comunicación, ni un estudioso de los diarios, pero la idea es buena.

La radio y la TV son novios y se quieren con pasión y también se dejan rápido. Pero el diario es con quien uno se ha casado. Lo quiere pacíficamente, como se quieren los matrimonios. Se critica también como se critican marido y mujer. Pero se mantienen juntos. Los buenos lectores de diarios hablan con él, como mis tías insultan al meteorólogo de la televisión.

Los lectores buscan lo que les gusta donde siempre. No quieren que su diario cambie de opinión. Saben lo que les va a decir, y les gusta que se los diga otra vez. Hasta lo critican por repetirse, pero se sentirían incómodos si el diario no fuera machacón. Es como decir siempre lo mismo cuando se pasa por el mismo lugar: "en esta casa vivía mi tía Fermina". El día que el marido no lo dice, lo dirá la mujer o sentirá que le falta algo.

El divorcio de un diario también es como el de los matrimonios. Se rompe la relación para siempre.

El peor enemigo del periódico en Paper Papers, 9/8/2006

viernes, 22 de diciembre de 2006

Ditto Device

Ditto Device, Ditto Device, Ditto Device, Ditto Device, así, como una monserga, describe Marshall Mcluhan a los medios gráficos en The Medium is the Massage. Son artefactos de repetir.

La radio es ditto device, la televisión es ditto device, el teatro es ditto device, y sobre todo los diarios son ditto device. Los programas se repiten, a la misma hora, con la misma cortina y las mismas rutinas. Las obras de teatro y las películas se repiten hasta el infinito. Pero lo que más se repite es el modelo documental: basta con oir el ruido de las rotativas en el taller de cualquier imprenta, que es el más perfecto artefacto de repetición. Pero eso no es nada comparado con la verdadera repetición de los diarios: la realidad distinta y cambiante de cada día metida en las mismas páginas, las mismas secciones, las mismas firmas, a la misma hora, en la misma mesa...

Los diarios son repetición hasta que los cambiamos por la sobrecarga o el aburrimiento. Pero cuando cambiamos, nos vamos a otra repetición. Buscamos lo que nos gusta que nos digan y rechazamos lo que no nos gusta. Vamos a las secciones fijas y columnas preferidas más que a la nota de tapa. Leemos lo previsible más que lo imprevisto. Nos molesta el cambio: así somos los seres humanos.

sábado, 16 de diciembre de 2006

Los periódicos deben decubrir Internet

Internet no es una amenaza para los diarios. Nunca lo fue ni lo será. Pero es una desgraciada distracción si no la saben aprovechar como la oportunidad más apasionante y vertiginosa que se presenta al periodismo gráfico de principios de siglo.

Están muy equivocados los editores que siguen insistiendo en buscar el futuro de la industria gráfica en internet. Y es un despropósito gastar tiempo y recursos en talleres y seminarios sobre internet y extensiones electrónicas de los periódicos. Tan absurdo como un taller para periodistas de diarios sobre cómo editar noticias para la radio.

Los medios siempre han producido hechos que el periodismo puede y debe cubrir, o decubrir. Si el promedio de horas de televisión por día es alto, quiere decir que ocurren muchas cosas en la televisión. Por eso los medios gráficos le dedican páginas a la televisión, como lo hacen también con el cine y el teatro. Nadie piensa que esos medios sean una amenaza para los diarios. Al revés, son una realidad a decubrir, criticar, ordenar, celebrar, orientar...

Lo mismo ocurre con internet, pero potenciado por la inmensa oferta de sitios, blogs, portales, medios y mensajes de la red. Además esos sitios serán, dentro de poco tiempo, anunciantes importantes de los diarios y las revistas.

Plan de marketing: PERIODISMO

Todos los años la WAN organiza una conferencia titulada Generar Ventas. Esta vez se reunieron en Madrid a fines de noviembre en la Conferencia y Expo de marketing para diarios 2007. La exposición se instaló en un hall con mesas donde los principales fabricantes de promociones y coleccionables intentaban pescar a gerentes incautos. La conferencia se centró en las promociones, programas de fidelización y otros tónicos capilares que prometen el oro y el moro a gerentes ávidos de fórmulas salvadoras. Aparecieron algunos chispazos interesantes, como el de John Hay, el joven gerente del Globe and Mail de Toronto, que confesó que había comprobado que las promociones hacen subir la circulación, pero al terminar, las ventas vuelven a bajar (había descubierto los anabólicos). Otro experto nos explicó que las noticias locales venden más periódicos (este decubrió la máquina de escribir).

Abundaron también las presentaciones de los patrocinantes de la reunión. Contaron las bondades maravillosas de sus productos. Patética fue la presentación de Mike Newman, el Responsable de ventas de Associated Newspapers, y David Owen, Vice Presidente de Edición de NewspaperDirect: contaron al alimón lo bueno que resulta NewspaperDirect para sus ediciones a distancia. También hubo una presentación comercial de Paperview, otro de los sponsors del encuentro, con coleccionables para toda ocasión.

Todos nos fuimos con una idea clara: lo que más vende son los dvd y los cursos de idiomas.

Nadie habló del periodismo. Para los gerentes comerciales la redacción es un estorbo. El chairman de la reunión fue Tomas Brunegard yuppie CEO del Grupo Stampen de Suecia, que por todo currículum ostenta el haber sido durante 10 años gerente de Burger King: comida chatarra, siempre igual. Haría las delicias de Pablo Mendelevich (cfr. post sobre los periodistas y las hamburguesas del 27 de octubre pasado).

El mejor plan de marketing para un diario, el que realmente sube las ventas de ejemplares y publicidad, el que fideliza a los lectores hasta la muerte, es el periodismo puro y duro, el de sangre y fuego, el de siempre. Es que el negocio de los diarios es vender diarios y no discos compactos, música, películas o cursos de idiomas. Mientras no entendamos esto, nos estamos degollando con el filo de un dvd.

jueves, 14 de diciembre de 2006

Información y periodismo

No es lo mismo informar que hacer periodismo. El informador dice lo que pasó. El periodista produce hechos con la verdad. Se puede informar sobre el resultado de un partido de fútbol, la cantidad de muertos y heridos en un atentado o la temperatura que hizo ayer en la ciudad. Para eso no hace falta más que un data entry, una especie que sobrevive con salud envidiable en todas las redacciones. El periodista, en cambio, manipula la realidad hasta convertirla en verdad o mentira.

Y la verdad -que es una relación entre los hechos y los dichos- tiene la virtud de cambiar la realidad futura, como la verdad de las religiones tienen la fuerza de convertir a los que la aceptan. Los lectores siguen la verdad y rechazan la mentira: por eso compran o dejan de comprar los diarios. Decía un viejo periodista de La Nación de Buenos Aires que el periodismo es un sacerdocio: quizá se refería a esta condición evangelizadora de la profesión.

Los medios sirven al periodisimo y a la información, igual que al entretenimiento y a la publicidad. El periodista está al servicio de la verdad y no de la realidad, que es algo bien distinto. Pero es determinante en su trabajo su capacidad de acercarse a la realidad para conseguir la verdad. El que lo hace con más pasión es el mejor, como les pasa a los artistas. Los periodistas hacen cosas con la verdad: crea nuevas realidades. La información, en cambio, se queda en la propia realidad que representa. Sirve a los lectores, pero solo porque produce en ellos la incorporación de datos a su conocimiento.

Los diarios son una industria. El periodismo es una profesión (y una enfermedad) que produce hechos. La información es un contenido y la comunicación un fenómeno.

Informar es producir hechos en Paper Papers, 12/10/06

martes, 12 de diciembre de 2006

Banderas para un diario

Por si faltaran problemas a nuestras sociedades, van algunas cuestiones pendientes de las que los diarios no pueden ni deben olvidarse. La industria es tan responsable de su solución como las autoridades y demás dirigentes sociales. Podemos mirar para otro lado, como hicieron en otro tiempo los periodistas ascépitos y objetivos cuando pasaban delante de sus narices los cadáveres de sus compatriotas.

Medio ambiente / Corrupción / Terrorismo / Ciudades / Donación de órganos / Libertades públicas / Indocumentados / Derechos humanos / Sida / Tránsito / Derecho a la vida / Desnutrición / Tráfico de influencias / Narcotráfico / Tráfico de niños / Niños de la calle / Drogadicción / Independencia de la Justicia / Delincuencia juvenil / Seguridad / Policía / Democratización de la sociedad / Servicios públicos / Respeto de la Constitución / Discriminación / Xenofobia / Fair play / Virtudes cívicas / Homeless / Invasiones / Cuarto mundo / Hambre / Adopción / Ancianos / Gente sola / Sectas / Trata de blancas / Esclavitud / Mutilación femenina / Mujeres golpeadas / Violencia familiar / Abuso de menores / Abuso de autoridad / Acoso sexual / Ruidos molestos / Olores molestos / Pandillas / Hinchadas violentas / Maras / Falsificación / Vendedores ambulantes / Inmigración / Emigración / Piratería / Escapes / Reciclaje / Basura / Chamberos / Justicieros / Armas / Cólera / Dengue / Obras sociales / Endemias / Epidemias / Mafias, mafias, mafias, mafias, mafias y más mafias...

miércoles, 6 de diciembre de 2006

Populares familiares o de sangre y sexo

Supongo hay dos tipos de diario popular sin contar los deportivos. El familiar y el de sangre y sexo. El de sangre y sexo es un género conocido: apelan a los bajos instintos de los lectores. De éstos hay dos tipos: los de ficción y los de no ficción. Unos no respetan los hechos reales, como el National Enquirer de Nueva York. Otros, como The Sun de Londres, pretenden respetar la verdad de los hechos.

En Guayaquil se da una peculiar competencia entre dos populares, el Extra y el Súper. El Extra pertenece el grupo Granasa, propietario también del Expreso. El Súper es de la compañía editora de El Universo (un estándar tradicional de gran circulación, con 86 años en el mercado). Extra es un popular de sangre y sexo subido, destinado principalmente a lectores varones de calle. No es un diario para la casa, aunque algunas mujeres dicen -según ellos mismos- que lo quieren para que sus hijos aprendan dónde terminan los delincuentes. Además de cadávares descuartizados y sangrantes el Extra publica grandes fotos de mujeres desnudas y en poses eróticas.

Súper es el caso del popular familiar. Un diario destinado a las casas, sobre todo a las madres. Las noticias policiales no se publican con fotos escabrosas y tiene una excelente sección deportiva y contratapa de farándula. También una doble página de consejos útiles, desde gramática hasta recetas para el día. La empresa editora sabía que no podía bastardear la credibilidad de El Universo con su título popular, lanzado hace un año y medio. Extra, en cambio, tiene ya 32 años en el mercado, y es algo anterior a Expreso, el serio de la familia Granasa.

Paradójicamente Extra y Expreso comparten el inmueble, la cartelería, los móviles y hasta las direcciones de correo electrónico que hacen hincapié en la empresa editora de ambos títulos. Esta promiscuidad atenta contra la credibilidad y la pretendida seriedad de Expreso. Súper, en cambio, se edita en el centro de Guayaquil, lejos de la redacción de El Universo, con quien no comparte ninguna información (más bien compite) ni gerencia. Sólo el taller.

sábado, 2 de diciembre de 2006

Diarios para la base de la pirámide

No hay verdaderos populares en la Argentina, ni en Buenos Aires, una capital que merecería por lo menos dos de ellos. Crónica y Diario Popular solo parecen populares -por el nombre o por el lenguaje- pero no lo son realmente.

Popular es un diario de bajo precio y de gran circulación. Son periódicos para la base de la pirámide, con agenda adecuada a ese público. No son periódicos con la misma agenda que los serios en lenguaje llano. Los días de semana Diario Popular y Crónica cuestan 1,50 pesos (medio dólar) contra 1,60 de Clarín. Y Clarín tiene -por lo menos- diez veces más páginas y los mismos temas, mejor tratados.

Un verdadero popular en Buenos Aires debería vender 700.000 ejemplares a 25 centavos. Es cuestión de agenda, de precio y de distribución. Pero nadie puede decidir su precio y su sistema de distribución si no pasa antes por el Sindicato de Canillitas. Es el verdadero escollo al negocio de los diarios en la Argentina de hoy.

miércoles, 22 de noviembre de 2006

La muerte de Julio Ramos y el futuro de Ámbito Financiero

No era una premonición la del post del pasado 5 de noviembre. Algún día no muy lejano Julio Ramos se habría de morir. Pésames y duelos aparte, le toca ahora a Ámbito Financiero mostrar si el código genético que imprimió don Julio a su diario es el de un águila o el de una cotorra. Es lo que pasa con todos los diarios en el momento de la muerte de su fundador. Los que nos quedamos en este mundo seremos testigos de esa virtud o defecto del periodista que fue Ramos. Y el código genético no tiene nada que ver con la sucesión, las viudas, los huérfanos, los abogados ni las intrigas del poder en las redacciones. Es el alma de una institución que la engendra su fundador. Lo sobrevive y se activa todas las veces que hace falta para volver a ponerla en su rumbo. Es una bendición y una maldición que pesa sobre los que continuan la obra del que la engendró.

"En diciembre de 1976, la reforma financiera que impulsaba Martínez de Hoz permitió la libre fijación de las tasas de interés por unos 400 bancos en un contexto de inflación y competencia, y dio origen a una gran avidez de los ahorristas por información fehaciente sobre colocaciones y plazos. Ramos interpretó el fenómeno y creó Ámbito Financiero junto con Leopoldo Melo y Boris Voyedka, de La Prensa, y Osvaldo Granados, que entonces trabajaba en Clarín. Pronto Ramos ocupó todo el espacio y Ámbito Financiero -que el primer día vendió 600 ejemplares- llegó a identificarse con su persona, con sus ideas y hasta con sus estados de ánimo, palpables en los títulos de tapa, en comentarios editoriales, firmados o no, y en el filoso análisis que hacía de las columnas de otros medios" (La Nación de ayer)

Tan personalista era Julio Ramos que su último artículo lo publicó en la revista Noticias y no en Ámbito. Era una respuesta a otro en el que Jorge Fontevecchia reconocía la pasta de periodista de Ramos: seguía trabajando en su habitación del Instituto del Diagnóstico, donde estaba internado desde que le descubrieran la leucemia que terminó con sus días. La nota de Ramos se publicó iustrada con una foto que sólo él mismo podía sacar debido a su aislamiento.


¿Podrá librarse Ámbito del espectro personalista de Ramos? Lo sabremos más temprano que tarde. Y serán buenas o malas noticias para su competencia, especialmente para El Cronista, la reciente adquisición de Francisco de Narváez.

domingo, 5 de noviembre de 2006

El código genético de los diarios

Chiche Gelblung escribe una columna en Noticias del 4 de noviembre: “Ámbito es Ramos”. Acompaña una nota sobre la enfermedad de Julio Ramos y el futuro del diario Ámbito Financiero, que él fundó. Gelblung no se imagina Ámbito Financiero sin Julio Ramos, y lo compara con Crítica, que no sobrevivió sin Natalio Botana. Debe haber otros muchos ejemplos de diarios que no han sobrevivido a sus fundadores, lo que pasa es que no los conocemos por eso mismo.

Es la confirmación de que los diarios son de sangre y fuego, pero también atrae la atención sobre el código genético de los diarios. Porque a la vez que muchos mueren, hay diarios que han sobrevivido por generaciones a sus fundadores y han sido capaces de mantener la sangre y el fuego que les imprimió su primer director. Otros, en cambio, como La Prensa o La Razón de Buenos Aires, pierden la sangre y el fuego cuando pierden a su fundador. Quedan lánguidos, moribundos. Y ocurre cuando se muere o falta el fundador, o cuando alguna generación pierde el fuego. Los diarios viejos mueren muy despacio. Los jóvenes, en cambio, de muerte súbita.

La cuestión del código genético se puede aplicar a cualquier institución, pero sobre todo a las ideológicas: las que viven de las ideas. Un país, una universidad o un medio de comunicación, se parecen mucho. Sus fundadores crearon pichones de águilas o de cotorras y hoy son precisamente eso.

viernes, 27 de octubre de 2006

Los periodistas y las hamburguesas

La idea es de Pablo Mendelevich "las firmas en muchos diarios se parecen cada vez más a lo que sucede en McDonald's con el dato de quién te cocinó la hamburguesa, de sabor ciertamente idéntico a la de ayer y a la de mañana cualquiera sea el cocinero". Premian a los que hacen la hamburguesa siempre igual: es que para las hamburgueserías tiene el honor quien pone lo mínimo posible de sí mismo en la elaboración del producto.

La manía de firmar, tan propia de los periodistas jóvenes -desesperados por el éxito y la figuración- suele ser tal como lo sugiere Mendelevich. Transcriben una gacetilla de CONINAGRO y le ponen la firma (ni siquiera la reescriben: cortan y pegan).

La idea de la McDonaldizacón está reflejada en un estupendo libro de George Ritzer (The McDonaldization of Society), pero se refiere en realidad a la commoditización de muchos aspectos de nuestra vida en sociedad. En los medios también nos pasa. Todos decimos lo mismo, que es generalmente lo que otros quieren que digamos. Al final nuestros diarios son tan predecibles como un BigMac.

viernes, 20 de octubre de 2006

El IVC de la época de Gutenberg

El Instituto Verificador de Circulaciones de la Argentina (IVC) cumple 60 años y lo celebra con una lupa sobre los números de venta neta de ejemplares. Además les preocupa la información geográfica de esa venta, de modo que los grandes diarios de Buenos Aires puedan argumentar que no hace falta anunciar en los regionales porque ellos están presentes aún en los puntos más alejados de la geografía argentina (aunque lleguen dos días tarde, cosa que no informa el IVC).

La venta neta es un concepto tan antiguo como la imprenta de tipos móviles de Gutenberg.

Hace rato que la difusión de un medio gráfico debería medirse por el impacto en los lectores. Por el readership o lectura del medio y no por la venta neta. Esa lectura podría incluir en la misma categoría a los gratuitos, populares, y a las páginas web de los diarios y revistas que usan la misma cabecera y los mismos contenidos que la versión de papel.

El IVC debería rever sus objetivos y sus métodos, y hasta cambiar de nombre, si quiere cambiar de siglo.

sábado, 14 de octubre de 2006

Números de los gratuitos daneses

5.180.000 habitantes tiene Dinamarca
1.900.000 tirada total de diarios gratuitos
1.290.000 circulación total de diarios de pago
500.000 24timer
500.000 Dato
350.000 Nyhedsavisen
En Europa circulan 21.160.000 ejemplares en 122 títulos

Tercera generación de gratuitos

Como para confirmar que el futuro de la prensa gráfica pasa por la distribución -y el pasado y el presente- apareció en Copenhague la tercera generación de gratuitos: no se distribuyen en dispensers ni en la mano de los conmuters, no se entregan en transportes públicos ni a los conductores en los semáforos. Llegan a todas las casas del área donde circulan por abajo de la puerta. Si antes ocupaban el tiempo del viaje de casa a la oficina, ahora van a quedarse con el tiempo de los matutinos de pago. Desde la cama a la calle: el desayuno, que fue siempre propiedad de los clásicos.

Todo comenzó a principios de este año con el anuncio del grupo islandés Dagsbrún de que en otoño lanzaría un diario gratuito de calidad que sería distribuido directamente en 500.000 hogares de Copenhague. Esto llevó a los grupos más importantes de prensa danesa a lanzar sus propios gratuitos por abajo de las puertas para adelantársele en el mercado. El Nyhedsavisen apareció el 6 de octubre. Det Berlingske Officin, que publica el periódico pago Berlingske Tidende y el gratuito Urban, lanzó el Dato el 16 de agosto, un gratuito que se distribuye en todas las esquinas de Copenhague y directamente en los domicilios de las grandes ciudades de Dinamarca. Un día después del lanzamiento de Dato, JP/Politiken Hus, que publica Ekstra Bladet, Jyllands-Posten y Politiken, lanzó su propio diario gratuito, 24Timer, que se distribuye cada día en los hogares de Copenhague, Arhus y otras ciudades danesas. También MetroXpress, el gratuito de Metro International que circula en Copenhague desde el 2001, entra ahora por debajo de las puertas de las casas hasta 100 kilómetros del centro de Copenhague. Metro de Chile está empezando a ensayar lo mismo en Santiago.

Si tienen músculo para aguantar el costo de la distribución, la guerra se librará en el campo de las tarifas y la publicidad. Mientras, los matutinos de pago deberán trabajar urgente sus agendas para convencer a sus lectores de que vale la pena pagar por esos contenidos. No hay que ser Mandrake el mago para profetizar que lo que se muere no es la prensa gráfica sino la prensa de pago. Quizá él mismo se lo pueda avisar a Philip Meyer para la próxima edición de The Vanishing Newspaper.

jueves, 12 de octubre de 2006

Informar es producir hechos

"Informar no siempre es fácil, pero vale la pena. Digo, informar en serio: descubrir en un hecho lo que nadie ha visto antes. Reunir datos, crear sentidos: producir un hecho donde no lo había"

La frase es de Martín Caparrós y está tomada de la versión impresa de la revista Veintitrés de Buenos Aires del pasado 5 de octubre (para ver la versión en Internet hay que pagar) Diarios de ayer se llama el artículo, y es excelente. Se ve que Caparrós ha leído la granada de The Economist del pasado 26 de agosto. The Economist y Caparrós citan la profecía de Philip Meyer en The Vanishing Newspaper: en el primer cuarto de 2043 ocurrirá la muerte del periódico de papel. Antes, por supuesto, van morir Meyer y Caparrós.

Otras buenas ideas del artículo: despreciamos a los lectores, competimos con Internet, la radio y la TV imitándolos en lugar de diferenciarnos con nuestras propias fortalezas como el análisis, las historias bien contadas: la escritura, en una palabra.

martes, 12 de septiembre de 2006

Nadie ha matado a los diarios

"La prensa moderna nació con la democratización política y social. Se ha desarrollado con los estados industrializados y el progreso material y político. Es la razón por la que sigue creciendo en los países en desarrollo cuya democracia o apertura política y social avanza" asegura Juan Varela en su blog, Periodistas 21. Sigue: "En los países del tercer sector, instalados en la revolución digital y de los servicios, la irrupción de nuevas tecnologías ha permitido a muchos ciudadanos amplificar su voz para llegar a una audiencia en teoría infinita. Es el fin de la comunicación de masas y la aparición de un mercado infinito de nichos. La crisis de la autoridad, de la credibilidad y de la mediación son el eje del crack de la prensa tradicional"

Estamos ante un cambio cultural tan revolucionario como el que produjo la imprenta de tipos móviles de Gutenberg. El mundo se abre a una nueva forma de poder, aunque no sepamos ni cómo será. En no mucho tiempo las democracias occidentales serán lo que para nosostros son los tres mosqueteros. Hoy la circulación de diarios avanza donde avanza el progreso: en China. Los diarios nacen acompañando los grandes cambios políticos y sociales. El País de Madrid es el caso más cercano y más paradigmático, pero hay muchos más.

¿Quien ha matado a los diarios? se preguntó, como un hecho consumado, The Economist del 26 de agosto. Y contesta: la tecnología, la estructura del negocio, la gratuidad de la información, el acceso universal a las fuentes.

Pero los diarios no están muertos. La gratuidad no es una novedad en la industria ni en el periodismo. La información es así porque que no se consume con su uso: lo sabe el último lector de ojito del metro de cualquier ciudad. Que los diarios viven de la publicidad no es tampoco una novedad.

Pero sigue Varela: "Es necesaria una nueva prensa. Los editores, ejecutivos y profesionales están obligados a cambiar la estructura del periodismo y del negocio para sobrevivir y medrar en el nuevo ecosistema de la información y los medios. El futuro es digital, móvil, audiovisual... pero también, y sobre todo, mucho más crítico y disperso. Mercado de nichos, no de gran consumo. Ese debe ser el eje del cambio de economía de la prensa de papel. El cambio informativo obliga a abrirse a la participación y la interactividad de los ciudadanos. No solo oir su voz, sino integrar sus criterios y aportaciones en la propia información. Ahora se llama periodismo de fuente abierta, pero el buen periodismo de siempre, el que se hundía en el debate público para encontrar la información allá donde estuviera y buscaba la verdad práctica con los ojos de su público. Solo eso ¡Y qué difícil es!"

sábado, 2 de septiembre de 2006

ADEPA debería redefinirse

ADEPA (Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas) puede y debe redefinir su tarea para conseguir sus fines. Dejar de actuar como una iglesia para convertirse en una verdadera cámara empresaria de la industria de los diarios argentinos. La defensa de los intereses de sus asociados tiene que centrarse en su solvencia económica y financiera, que es el presupuesto indispensable de toda libertad de expresión. Además, y por esta misma razón, no debería pretender ADEPA ser la única ni la más importante institución defensora de la libertad de prensa: cuantas más haya, mejor.

Hoy día, en la Argentina, conviven cuatro agrupaciones de prensa gráfica: ADEPA, ADIRA (Asociación de Diarios del Interior de la Argentina), AEDBA (Asociación de Editores de Diarios de Buenos Aires) y la CEMCI (Comisión Empresaria de Medios de Comunicación Independientes), de la que son socias las tres primeras. Es una clara prueba de la histeria nacional.

Se gastaría mucho menos dinero y esfuerzos se se funden las cuatro instituciones en una sola agrupación fuerte y poderosa, enfocada al servicio de la libertad de información y opinión de los periódicos argentinos. Los modelos de la NAA norteamericana, la ANP chilena y la ANJ del Brasil son ejemplos claros de lo que debería ser ADEPA.

Esta redefinición de las tareas de ADEPA es perfectamente compatible con el cumplimiento cabal de su misión y de sus fines, expresados en el acta de Santiago de Chile del 24 de octubre de 1962:

1) Afirmar la tradición espiritual del periodismo argentino y velar por el fiel cumplimiento de las normas éticas de la actividad periodística;
2) Defender la libertad de expresión en general y la libertad de prensa en particular, con el concepto de que sin ellas no es posible la auténtica democracia a que aspiran;
3) Colaborar en el desarrollo técnico y cultural de la prensa argentina; y
4) Estrechar vínculos entre los hombres de prensa de toda la República, desarrollando las actividades complementarias implícitas en estos postulados".

Misión de la ANP de Chile:
La Asociación Nacional de Prensa tiene como sus principales objetivos la defensa integral de las libertades de información y de opinión; el acceso a las fuentes noticiosas de interés público; la defensa del derecho de las empresas periodísticas a trabajar sin violencias ni presiones económicas o administrativas, el perfeccionamiento de la actividad periodística y el reconocimiento de la función social que desempeña la prensa. La ANP estima que la consolidación de estos principios asegurará la existencia de un periodismo libre e independiente y, como consecuencia, la convivencia democrática y el progreso espiritual, político y social de Chile.

Misión de la ANJ del Brasil:
Defender a liberdade de expressão, do pensamento e da propaganda, o funcionamento sem restrições da imprensa, observados os princípios de responsabilidade, e lutar pela defesa dos direitos humanos, os valores da democracia representativa e a livre iniciativa.

A Associação Nacional de Jornais representa os jornais na defesa de seus legítimos interesses e contribui para que, pela troca de experiências, da difusão de inovações e da cooperação entre empresas e entidades congêneres, a mídia jornal possa se desenvolver em seus mais diversos aspectos: Recursos Humanos; Gestão Empresarial; Estratégia; Marketing; Comercialização; Leitura e Circulação Tecnologia; Qualidade Editorial; Legislação e Decisões Jurídicas; Relações Internacionais.

viernes, 1 de septiembre de 2006

Las verdaderas amenazas a la libertad de prensa

Las habituales denuncias por amenazas a la libertad de prensa en la Argentina son muchas veces tan preocupantes como los factores climáticos: por distintos motivos siempre algún poder (o algún desequilibrado) cercena la libertad de prensa, pero la industria sabe capear el temporal y consigue filtrarse por los resquicios del poder o esquivar al chiflado ocasional. ADEPA, la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas, que tanto desvela al presidente Kirchner, se ocupa de ellas en declaraciones y advertencias, generalmente poco eficaces.

La publicidad del gobierno nacional, provincial o municipal se he convertido en nuestro país en una suerte de extorsión a la que muchas veces la industria se ha prestado con lamentables resultados: se trata, la mayoría de las veces, de publicidad innecesaria, cara y con el único fin de comprar la voluntad del medio en cuestión. En este contexto, cuando el poder retacea o retira la publicidad a los medios que critican su accionar, les hace un favor: los vuelve libres y los coloca frente a su verdadero negocio.

Otras amenazas, mucho más graves, pesan hoy sobre la libertad de prensa en la Argentina. Entre ellas parecen destacar tres:

1. La insolvencia económica de muchos medios, que los lleva a perder su independencia económica y caer en las maniobras de extorsión con la publicidad pública o privada. Las crisis económicas y financieras de los diarios se debieron en gran medida a la quiebra institucional y económica del país, pero no hay que soslayar los gruesos errores de pronóstico y de administración de las empresas periodísticas.

2. El sistema distribución y comercialización perverso y mafioso de los medios gráficos, amparado por leyes antiguas, injustas y poco republicanas, que asfixia a los diarios y les impide vender su producto con libertad. Debería reverse, demás, el sistema de auditoría de la difusión y venta de medios gráficos en la República Argentina.

3. La degradación cultural de la Argentina que aumenta cada año y hace difícil encontrar profesionales capaces de expresarse y público capaz de comprender los mensajes. Sin lenguaje no hay expresión posible, y la libertad de pensamiento se vuelve una quimera.

jueves, 24 de agosto de 2006

Who killed the newspaper?

De la edición impresa de The Economist
24 de agosto de 2006

The future of newspapers. The most useful bit of the media is disappearing. A cause for concern, but not for panic

"A GOOD newspaper, I suppose, is a nation talking to itself," mused Arthur Miller in 1961. A decade later, two reporters from the Washington Post wrote a series of articles that brought down President Nixon and the status of print journalism soared. At their best, newspapers hold governments and companies to account. They usually set the news agenda for the rest of the media. But in the rich world newspapers are now an endangered species. The business of selling words to readers and selling readers to advertisers, which has sustained their role in society, is falling apart (see article ).

Of all the "old" media, newspapers have the most to lose from the internet. Circulation has been falling in America, western Europe, Latin America, Australia and New Zealand for decades (elsewhere, sales are rising). But in the past few years the web has hastened the decline. In his book “The Vanishing Newspaper”, Philip Meyer calculates that the first quarter of 2043 will be the moment when newsprint dies in America as the last exhausted reader tosses aside the last crumpled edition. That sort of extrapolation would have produced a harrumph from a Beaverbrook or a Hearst, but even the most cynical news baron could not dismiss the way that ever more young people are getting their news online. Britons aged between 15 and 24 say they spend almost 30% less time reading national newspapers once they start using the web.

Up to a podcast, Lord Copper?

Advertising is following readers out of the door. The rush is almost unseemly, largely because the internet is a seductive medium that supposedly matches buyers with sellers and proves to advertisers that their money is well spent. Classified ads, in particular, are quickly shifting online. Rupert Murdoch, the Beaverbrook of our age, once described them as the industry's rivers of gold-but, as he said last year, "Sometimes rivers dry up." In Switzerland and the Netherlands newspapers have lost half their classified advertising to the internet.

Newspapers have not yet started to shut down in large numbers, but it is only a matter of time. Over the next few decades half the rich world's general papers may fold. Jobs are already disappearing. According to the Newspaper Association of America, the number of people employed in the industry fell by 18% between 1990 and 2004. Tumbling shares of listed newspaper firms have prompted fury from investors. In 2005 a group of shareholders in Knight Ridder, the owner of several big American dailies, got the firm to sell its papers and thus end a 114-year history. This year Morgan Stanley, an investment bank, attacked the New York Times Company, the most august journalistic institution of all, because its share price had fallen by nearly half in four years.

Having ignored reality for years, newspapers are at last doing something. In order to cut costs, they are already spending less on journalism. Many are also trying to attract younger readers by shifting the mix of their stories towards entertainment, lifestyle and subjects that may seem more relevant to people's daily lives than international affairs and politics are. They are trying to create new businesses on- and offline. And they are investing in free daily papers, which do not use up any of their meagre editorial resources on uncovering political corruption or corporate fraud. So far, this fit of activity looks unlikely to save many of them. Even if it does, it bodes ill for the public role of the Fourth Estate.

Getting away with murder


In future, as newspapers fade and change, will politicians therefore burgle their opponents' offices with impunity, and corporate villains whoop as they trample over their victims? Journalism schools and think-tanks, especially in America, are worried about the effect of a crumbling Fourth Estate. Are today's news organisations "up to the task of sustaining the informed citizenry on which democracy depends?" asked a recent report about newspapers from the Carnegie Corporation of New York, a charitable research foundation.

Nobody should relish the demise of once-great titles. But the decline of newspapers will not be as harmful to society as some fear. Democracy, remember, has already survived the huge television-led decline in circulation since the 1950s. It has survived as readers have shunned papers and papers have shunned what was in stuffier times thought of as serious news. And it will surely survive the decline to come.

That is partly because a few titles that invest in the kind of investigative stories which often benefit society the most are in a good position to survive, as long as their owners do a competent job of adjusting to changing circumstances. Publications like the New York Times and the Wall Street Journal should be able to put up the price of their journalism to compensate for advertising revenues lost to the internet -especially as they cater to a more global readership. As with many industries, it is those in the middle -neither highbrow, nor entertainingly populist- that are likeliest to fall by the wayside.

The usefulness of the press goes much wider than investigating abuses or even spreading general news; it lies in holding governments to account -trying them in the court of public opinion. The internet has expanded this court. Anyone looking for information has never been better equipped. People no longer have to trust a handful of national papers or, worse, their local city paper. News-aggregation sites such as Google News draw together sources from around the world. The website of Britain's Guardian now has nearly half as many readers in America as it does at home.

In addition, a new force of "citizen" journalists and bloggers is itching to hold politicians to account. The web has opened the closed world of professional editors and reporters to anyone with a keyboard and an internet connection. Several companies have been chastened by amateur postings -of flames erupting from Dell's laptops or of cable- TV repairmen asleep on the sofa. Each blogger is capable of bias and slander, but, taken as a group, bloggers offer the searcher after truth boundless material to chew over. Of course, the internet panders to closed minds; but so has much of the press.

For hard-news reporting -as opposed to comment- the results of net journalism have admittedly been limited. Most bloggers operate from their armchairs, not the frontline, and citizen journalists tend to stick to local matters. But it is still early days. New online models will spring up as papers retreat. One non-profit group, NewAssignment.Net, plans to combine the work of amateurs and professionals to produce investigative stories on the internet. Aptly, $10,000 of cash for the project has come from Craig Newmark, of Craigslist, a group of free classified-advertisement websites that has probably done more than anything to destroy newspapers' income.

In future, argues Carnegie, some high-quality journalism will also be backed by non-profit organisations. Already, a few respected news organisations sustain themselves that way-including The Guardian, the Christian Science Monitor and National Public Radio. An elite group of serious newspapers available everywhere online, independent journalism backed by charities, thousands of fired-up bloggers and well-informed citizen journalists: there is every sign that Arthur Miller's national conversation will be louder than ever.

More media, less news

De la edición impresa de The Economist
24 de agosto de 2006

The newspaper industry. Newspapers are making progress with the internet, but most are still too timid, defensive or high-minded

THE first thing to greet a visitor to the Oslo headquarters of Schibsted, a Norwegian newspaper firm, is its original, hand-operated printing press from 1856, now so clean and polished it looks more like a sculpture than a machine. Christian Schibsted, the firm's founder, bought it to print someone else's newspaper, but when the contract moved elsewhere he decided to start his own. Although Schibsted gives pride of place to its antique machinery, the company is in fact running away from its printed past as fast as it can. Having made a loss five years ago, Schibsted's activities on the internet contributed 35% of last year's operating profits.

News of Schibsted's success online has spread far in the newspaper industry. Every year, says Sverre Munck, the executive vice-president of its international business, Schibsted has to turn away delegations of foreign newspaper bosses seeking to find out how the Norwegians have done it. “Otherwise we'd get several visits every month,” he says. The company has used its established newspaper brands to build websites that rank first and second in Scandinavia for visitors. It has also created new internet businesses such as Sesam, a search engine that competes with Google, and FINN.no, a portal for classified advertising. As a result, 2005 was the company's best ever for revenues and profits.

Unfortunately for the newspaper industry, Schibsted is a rare exception. For most newspaper companies in the developed world, 2005 was miserable. They still earn almost all of their profits from print, which is in decline. As people look to the internet for news and young people turn away from papers, paid-for circulations are falling year after year. Papers are also losing their share of advertising spending. Classified advertising is quickly moving online. Jim Chisholm, of iMedia, a joint-venture consultancy with IFRA, a newspaper trade association, predicts that a quarter of print classified ads will be lost to digital media in the next ten years. Overall, says iMedia, newspapers claimed 36% of total global advertising in 1995 and 30% in 2005. It reckons they will lose another five percentage points by 2015.

Even the most confident of newspaper bosses now agree that they will survive in the long term only if, like Schibsted, they can reinvent themselves on the internet and on other new-media platforms such as mobile phones and portable electronic devices. Most have been slow to grasp the changes affecting their industry- "remarkably, unaccountably complacent," as Rupert Murdoch put it in a speech last year-but now they are making a big push to catch up. Internet advertising is growing rapidly for many and is beginning to offset some of the decline in print.

Newspapers' complacency is perhaps not as remarkable as Mr Murdoch suggested. In many developed countries their owners have for decades enjoyed near monopolies, fat profit margins, and returns on capital above those of other industries. In the past, newspaper companies saw little need to experiment or to change and spent little or nothing on research and development.

Set in print

At first, from the late 1990s until around 2002, newspaper companies simply replicated their print editions online. Yet the internet offers so many specialised sources of information and entertainment that readers can pick exactly what they want from different websites. As a result, people visited newspaper sites infrequently, looked at a few pages and then vanished off to someone else's website.

Another early mistake was for papers to save their best journalists for print. This meant that the quality of new online editions was often poor. Websites hired younger, cheaper staff. The brand's prestige stayed with the old medium, which encouraged print journalists to defend their turf. Still today at La Stampa, an Italian daily paper owned by the Fiat Group, says Anna Masera, the paper's internet chief, print journalists hesitate to give her their stories for fear that the website will cannibalise the newspaper.

For most newspaper companies in the developed world, 2005 was miserable

For the past couple of years, however, newspapers have been thinking more boldly about what to do on the internet. At its most basic, that means reporting stories using cameras and microphones as well as print. The results can be encouraging. America's Academy of Television Arts & Sciences has introduced a new Emmy award for news and documentaries on the internet, mobile phones and personal media players. Five of the seven nominations for this September have gone to reports by nytimes.com and washingtonpost.com.

It also means being more imaginative. In the late 1990s, the early years of the Wall Street Journal's website , one of the paper's journalists came up with the novel idea of posting online a 573-page document that backed up an article. "It wasn't the most compelling content," remembers Neil Budde, its founding editor and now general manager of news at Yahoo!, an internet portal. But it was a start. Now newspapers have a better idea of what works online. This is not always traditional journalism as taught in journalism school. Brian Tierney, who became owner of the Philadelphia Inquirer after Knight Ridder sold it last year, noticed that a popular item on the paper's website has been a video of Mentos mints causing a 2-litre bottle of Diet Coke to explode into the air. "We should do more of that," he says.

More newspaper companies are likely to treat their websites as a priority these days. "Before, newspapers used their second -and third- rate journalists for the internet," says Edward Roussel, online editorial director at Britain's Telegraph Group, "but now we know we've got to use our very best." Many companies are putting print journalists in the same room as those who work online, so that print writers are working for the website and vice versa. Some insist that this is a mistake. "It is completely wrong not to separate web and paper operations," says Oscar Bronner, publisher of Der Standard, a daily paper in Austria. Print journalists don't have time to reflect and analyse properly if they also have to work for the website, he argues.

Running to stand still

How impressive are the results of these online experiments? At lots of newspaper companies, internet advertising is growing by at least 30% a year, and often more. At La Repubblica in Italy, for instance, the paper's website gets about 1m visitors a day, nearly double the circulation of the printed paper. The value of online ads grew by 70% in the first half of 2006. For the first three months of 2006, the Newspaper Association of America announced that advertising for all the country's newspaper websites grew by 35% from the same period in 2005, to a total of $613m. But to put that in perspective, print and online ads together grew by only 1.8%, to $11 billion, because print advertising was flat. At almost all newspapers the internet brings in less than a tenth of revenues and profits. At this point, says Mr Chisholm, "newspapers are halfway to realising an audience on the internet and about a tenth of the way to building a business online."

The big problem is that readers online bring in nowhere near the revenues that print readers do. All but a handful of papers offer their content free online, so they immediately surrender the cover price of a print copy. People look at fewer pages online than they do in print, which makes web editions less valuable to advertisers. Gavin O'Reilly, president of the World Association of Newspapers in Paris, says that print readers are much more valuable than online readers, who use newspaper websites in a "haphazard and fragmented way". Vin Crosbie, of Digital Deliverance, a consulting firm, recently estimated that newspapers need between 20 and 100 readers online to make up for losing just one print reader. Many newspaper bosses would say this is too pessimistic: one British paper, for instance, reckons that one print reader is worth ten online. But even that is a daunting multiple.

Newspapers today concentrate on only two parts of the market for internet advertising. They earn little or nothing from internet search, which is bigger than either display or classified ads. Especially in America, newspapers rely heavily on classified ads online and have fewer display ads, says Mr Crosbie. Elsewhere, the pattern may be reversed, but newspapers still lack a broad base of internet-advertising revenue; for instance, Juan Luis Cebrián, chief executive of Grupo PRISA, the owner of El País, says the Spanish newspaper is enjoying strong growth in display advertising, but has few online classified ads.

On the other hand, newspapers' websites have higher profit margins than print does, because they have no newsprint or distribution to pay for. The Wall Street Journal is one of the few papers that charges for its content online. Others may follow suit, especially if growth in advertising slows. The online business model is still in flux, argues Richard Zannino, chief executive of Dow Jones & Company, publisher of the Wall Street Journal. The average price of ad space in the printed paper is now only three times higher than on Wall Street Journal Online, says Mr Zannino, compared with six to seven times for the industry as a whole in America. He expects the relative price of an internet ad to rise.

The secret of making money online, according to Schibsted, is not to rely on news aggregators like Google News and Yahoo!. Three-quarters of traffic to the websites for Schibsted's VG and Aftonbladet comes through their own home-pages and only a quarter from other websites. "If visitors come from Google to stories deep in the paper and then leave," explains Mr Munck, "Google gets the dollars and we get only cents, but if we can bring them in through the front page we can charge €19,000 [$25,000] for a 24-hour banner ad." In spite of this, most newspapers still depend on news aggregators.

Readers online bring in nowhere near the revenues that print readers do

The danger for newspapers is that all their efforts on the internet may only slow their decline. Doing the obvious-having excellent websites and selling ad space on them-may not be enough. The papers with the best chance of seeing their revenues grow are those experimenting with entirely new businesses online and off.

Some are launching profitable new ventures that are only indirectly related to journalism. Schibsted, for instance, has started an online slimming club, called Viktklubben.se, using its Aftonbladet newspaper brand. Viktklubben.se charges its 54,000 members €50 each every three months. The Telegraph Group in Britain uses the Daily Telegraph to sell readers everything from goose-down pillows to Valentine's Day topiary baskets to insurance. The division now contributes close to a third of the firm's total profits, according to an executive at the company. "Newspapers will have to get into new businesses and extract more value from their audience," says Paul Zwillenberg, global head of media and entertainment at OC&C Strategy Consultants in London. Examples like these are fairly rare, though. Most newspaper companies still insist that producing high-quality journalism and distributing it in new ways will be enough to keep them growing.

It's the journalism, stupid

Consultants advising newspaper groups argue that they need to adjust their output. Research into the tastes of mainstream newspaper readers has long shown that people like short stories and news that is relevant to them: local reporting, sports, entertainment, weather and traffic. On the internet, especially, says Mr Chisholm, they are looking to enhance their way of life. Long pieces about foreign affairs are low on readers' priorities-the more so now that the internet enables people to scan international news headlines in moments. Coverage of national and international news is in any case a commodity often almost indistinguishable from one newspaper to the next. This impression is exacerbated as papers seek to save money by sacking reporters and taking copy from agencies such as Reuters. "Our research shows that people are looking for more utility from newspapers," says Sammy Papert, chief executive of Belden Associates, a firm that specialises in research for American newspapers. People want their paper to tell them how to get richer, and what they might do in the evening.

Few newspaper companies like to hear this and they tend to ignore the research they have paid for. Most journalists, after all, would rather cover Afghanistan than personal finance. But some are starting to listen. Gannett, the world's biggest newspaper group, is trying to make its journalism more local. It has invested in “mojos”-mobile journalists with wireless laptops who permanently work out of the office encamped in community hubs. Morris Communications, based in Augusta, Georgia, recently launched a new home-delivered free paper for Bluffton, a fast-growing area of Beaufort, South Carolina, called Bluffton Today, with a page of national news, one of international and the rest "hyper-local". Its website has pictures and blogs from readers and detailed community information. "Back in the 1940s and 1950s papers used to be full of what we call ‘chicken-dinner news’-the speakers at civic clubs and whose daughter won a blue ribbon in canoeing," says Will Morris, the firm's president. "But then newspapers started to lose touch with their readers."

The more adventurous newspaper companies, like Morris Communications, are showing themselves willing to embrace content and opinions from readers. Rather like OhmyNews, a Korean "citizen-journalism" operation that many people think heralds the future for news-gathering, Schibsted exhorts its readers to send information and photographs. When a mentally disturbed man ran amok and killed people on a tram in Oslo in 2004, it was a reader with a mobile-phone camera who sent VG its front-page picture of the arrest. At Zero Hora, a Brazilian paper owned by RBS Group, the circulation department asks 120 readers what they think of the paper every day and Marcelo Rech, the editor, receives a report at 1pm. "They usually want more of our supplements on cooking and houses and less of Hizbullah and earthquakes," says Mr Rech.

Still more changes to the content and form of newspapers are likely as businesspeople gain power at newspaper firms. "You won't be able to have many sacred cows...Newspaper companies will have to become more commercial," says Henrik Poppe, a partner in McKinsey. Some leading titles, including the Wall Street Journal, have recently decided to put advertisements on the front page for the first time. For the moment, the trend towards greater commercialism is most evident in America, but is likely to spread elsewhere as newspaper companies struggle financially. At the Philadelphia Inquirer, Mr Tierney, a former advertising executive, shocked people by announcing that he would bring in an advertising person to redesign the paper-traditionally a task strictly for editorial. In future, businesspeople are likely to insist that newspapers adopt practices that are already standard in other industries. Mr Tierney, for instance, says it is unreasonable to expect everyone from the age of 18 to 88 to buy the same product. The industry needs to sell papers for different age and demographic groups, he says.

The most shocking development for traditional newspapers has been the wild success of free dailies, which like the internet have proved enormously popular with young people. Roughly 28m copies of free newspapers are now printed daily, according to Metro International, a Swedish firm that pioneered them in 1995. In markets where they are published, they account for 8% of daily circulation on average, according to iMedia. That share is rising. In Europe they make up 16% of daily circulation. Metro calculates that it spends half the proportion of its total costs on editorial that paid-for papers do. In practice that means a freesheet with a circulation of about 100,000 employing 20 journalists, whereas a paid-for paper would have around 180. Metro's papers reach young, affluent readers and are even able to charge a premium for advertising in some markets compared with paid-for papers.

"The biggest enemy of paid-for newspapers is time," says Pelle Törnberg, Metro's chief executive. Mr Törnberg says the only way that paid-for papers will prosper is by becoming more specialised, raising their prices and investing in better editorial. People read freesheets in their millions, on the other hand, because Metro and others reach them on their journey to work, when they have time to read, and spare them the hassle of having to hand over change to a newsagent.

Some traditional newspaper firms dismiss free papers, saying they are not profitable. Carlo De Benedetti, chairman of Gruppo Editoriale L'Espresso, publisher of la Repubblica, for instance, says that Metro loses money in Italy and that other freesheets are struggling. Globally, however, Metro has just become profitable.

Consultants say that lots of traditional newspaper companies are planning to hold their noses and launch free dailies. In France, for instance, Le Monde is planning a new free daily, and Mr Murdoch's News International is preparing a new free afternoon paper for London, to be launched next month. Deciding whether or not to start a freesheet, indeed, perfectly encapsulates the unpalatable choice that faces the paid-for newspaper industry today as it attempts to find a future for itself. Over the next few years it must decide whether to compromise on its notion of “fine journalism” and take a more innovative, more businesslike approach-or risk becoming a beautiful old museum piece.

miércoles, 16 de agosto de 2006

Nuevo gratuito de Rupert Murdoch en Londres

Se adelanta la salida a la calle de Thelondonpaper, el nuevo gratuito de News Corporation en Londres. En el grupo de Rupert Murdoch trabajan hace meses en el nuevo modelo de periódico para esa ciudad, que se sumará a The Sun, The Times y News of the World, los otros periódicos del grupo en la capital británica.

Thelondonpaper imprimirá, a la una de la tarde, 400.000 ejemplares el próximo 28 de agosto, día de su lanzamiento. Se repartirá en Londres entre las 15 y las 18 de lunes a viernes. El menú de contenidos del diario alternará mitad y mitad noticias y entretenimiento.

El motivo del adelanto es la próxima salida de un gratuito vespertino del grupo Associated Newspapers, propietario del Daily Mail, y del Evening Standard y socio de Metro en Londres. Parece que, al enterarse de los proyectos de News por filtraciones de las agencias de publicidad, decidieron lanzarse ellos antes, aunque con un modelo menos estudiado.

miércoles, 9 de agosto de 2006

El peor enemigo del periódico

El peor enemigo de un diario es su dueño. Sea o no periodista es quien más atenta contra su credibilidad: y no hay otro capital para un periódico ni otra herencia para sus hijos y nietos. Es muy difícil no tener ideas políticas, ni creencias religiosas, ni deporte favorito. No se puede vivir sin gustos, sin ver películas de cine, sin comer en restaurantes, sin amigos, compinches, parientes...

Pero hay alguien todavía más peligroso que el dueño del diario: su mujer. Es que les sobra el tiempo para leer el diario desde la primera a la última letra, casi siempre en un ejemplar gratuito que hay que llevar a su casa bien temprano en un coche de la empresa. Después, a la hora de comer, trabajará a su marido sobre los contenidos del diario. Y él, para evitarse monsergas domésticas, levantará tiras, pedirá explicaciones, cambiará la línea editorial, hará cubrir las actividades de la parroquia, el acto del colegio de su hija y el campeonato de tenis del club del barrio.

No tengo la experiencia al revés: el del marido de la dueña. Pero supongo que no es igual, porque los maridos, por sus ocupaciones, tendrán menos interés en cambiar contenidos del diario. Si no, igual le darán poca importancia a lo que hace su mujer.

martes, 8 de agosto de 2006

Decir la verdad es un arte

El pasado 27 de julio Daniel Santoro, periodista de Clarín de Buenos Aires, ingresó en la Academia Nacional de Periodismo. En su lección inaugural citó a Raúl Scalabrini Ortiz, periodista y escritor argentino: "Decir la verdad, además de una decisión es un arte". No tengo la cita más que de la transcripción del discurso de Santoro, que, por cierto, es estupendo. Es así: lo que hacemos los periodistas es arte. Nuestro modo de acercarnos a la realidad es más parecido al de los artistas -que siempre dicen la verdad- que al de los científicos.

Una observación más sobre la clase de Santoro. La devaluación del periodismo, por lo menos en la Argentina, está imponiendo otro adjetivo para el ejercicio cabal de la profesión: periodismo de investigación. Así llama también Santoro a lo que siempre se llamó periodismo, a secas, sin adjetivos.

viernes, 4 de agosto de 2006

Medir la difusión y no la venta

Es cierto que no se pueden sumar manzanas con peras, pero tampoco manzanas gratis contra manzanas pagadas. Cualquier entidad que se dedique a auditar solo la venta neta de los medios gráficos es anticuada e incompleta si no mide la cantidad de lectores por ejemplar. Es preciso comenzar e medir la difusión y el impacto en los diferentes segmentos sociales: el readership y la penetración de cada medio. Esta necesidad dió nacimiento a los que, en España y en castellano, se he comenzado a llamr Estudio General de Medios. Los EGM tienen también sus errores y complicaciones, ya que es mucho más engorroso y caro medir la difusión que la venta neta de los medios gráficos, pero deben intentarlo.

El Sudoku suma y resta lectores

Como es lógico y natural, el sudoku o cualquier otro juego que inutilice un ejemplar del diario, resta lectores a los gratuitos. En cambio aumenta la circulación de los de pago: quien compra un diario, lo hace con la intención y el derecho de quedarse con los coleccionables, porbar su sabiduría con las palabras cruzadas, su inteligencia con el el sudoku y aprovechar todos los cupones. Cuando 20 Minutos de España se dio cuenta de que el sudoku le restaba lectores, lo levantó de un plumazo. Es que, quienes se hacían con un ejemplar del diario se lo quedaban hasta llenar el sudoku, y muchos posibles lectores que encuentran el gratuito con el sudoku rellenado, ya no lo quieren.

sábado, 22 de julio de 2006

Prensa, internet, radio y televisión

La radio es primordialmente un medio de música y conversación. La televisión está dominada por el entretenimiento. Internet es un medio de búsqueda, sin seguridad acerca de la calidad o veracidad de los contenidos. Los periódicos siguen siendo el único medio dedicado primordialmente a las noticias: información que es generalmente verificable, precisa, imparcial y en busca de la verdad. Lo dijo Brian Steffen, Director de la Newspaper Association of America.

viernes, 16 de junio de 2006

La prensa y la seguridad nacional

Otra cita de Pedro Jota, tomada del libro de Consuelo Sánchez Vicente: "Y un juez -estoy hablando del año 1973- sentenció, palabra arriba, palabra abajo, lo siguiente: la seguridad, nuestra seguridad nacional, no reside en las rampas de los misiles nucleares o en la superficie de nuestros portaaviones, en nuestro poder militar en suma, sino en el rigor de nuestras instituciones libres. Y la prensa es una de las más importantes en la medida en que contribuye a formar la opinión pública y la conciencia crítica de los ciudadanos". Impresionante: es la sentencia de un juez con Franco vivo y gobernando España.

La noticia del día en la Argentina es la reforma de las Fuerzas Armadas. Buen momento para recordar que la seguridad nacional no es tanto misión de nuestros militares como del rigor de nuestras instituciones libres. Y la prensa es una de las más importantes en la medida en que contribuye a formar la opinión pública y la conciencia crítica de los ciudadanos.

jueves, 15 de junio de 2006

Contar las cosas que pasan ayuda a cambiarlas

Encontré una de las descripciones más cabales de periodismo en la extensa entrevista de Consuelo Sánchez Vicente a Pedro J. Ramírez -director del diario El Mundo de Madrid-, publicada en 2002 por Planeta en la colección Temas de Hoy con el título El Poder de la Prensa. La autora le pregunta por Julio Fuentes, el periodista de El Mundo asesinado en Afganistán junto con otros tres compañeros el 18 de noviembre de 2001.

Al final de la respuesta Ramírez recalca: "Julio encarnaba la cara más digna de ese poliedro que es la profesión periodística. Era una persona que no buscaba dinero ni honores en el sentido superficial del término, no tenía un sentido digamos misionero o profético de reformador social. Julio era una persona que creía que contar las cosas podía ayudar modesta y limitadamente a cambiarlas, y que siempre tenía la mirada compasiva hacia el individuo que lo estaba pasando mal en los lugares en que él era cronista y testigo de lo que ocurría".

sábado, 3 de junio de 2006

Los canillitas son socios de los diarios

Editores y canillitas son socios de una misma industria: juntos deben crear y distribuir riquezas en lugar de pelear por un negocio que se vuelve cada vez más ruinoso por no ocuparse de él.

Pueden y deben duplicar y hasta triplicar la circulación de diarios y revistas en una Argentina que está mostrando que puede crecer a buen ritmo en otras industrias, sobre todo en el interior. Solo lo conseguirán con una estrategia común, trabajando juntos editores y canal, en una acción agresiva y contundente para vender cada día más publicaciones: llegar a todos los puntos donde no llegan, enseñar a vender a los canillitas, establecer sistemas de suscripciones que cuenten con ellos, asociarlos a las ventas con premios, realizar promociones con su apoyo, asociarlos a negocios publicitarios, etc.

Aumentar las ventas significará multiplicar las ganancias de los canillitas, pero también la pluralidad informativa y la independencia de los medios, que podrán defender esa pluralidad contra las presiones y la extorsión de los poderes, que no son solos los políticos. Esto es necesario para que haya verdadera libertad de expresión y de prensa, pero también para la democratización definitiva de una Argentina plural.

Sin embargo, en lugar de esta cooperación, corren tiempos de confrontación entre los editores y el canal de distribución y venta. La razón de esta lucha es que la libertad para comercializar periódicos corre peligro debido al pedido de derogación del decreto 1.025 del año 2000 que desreguló la actividad, igualándola al resto de la economía argentina, basada en la libre competencia y en la libertad económica. La venta al público de publicaciones se rigió desde 1945 a 2000 por el decreto ley 29.045/45 que regulaba las paradas e impedía la venta de publicaciones por fuera del sistema territorial instaurado en el decreto ley 29.045/45. El decreto de 1945 establecía, además, privilegios poco republicanos y menos igualitarios para un sindicato que paradójicamente agrupa a pequeños y medianos empresarios que lucran con la venta de periódicos.

jueves, 18 de mayo de 2006

Las agencias de viajes deberían pensar en otro negocio

Viajé de Madrid a Londres en Easy-Jet. Reservé hoteles en web sites fantásticos, donde se puede ver hasta las sábanas de las camas, ubicación, planos... Alquilé un auto por menos de la mitad de precio que lo que me ofrecía un buen amigo dedicado al negocio de los viajes, y sin necesidad de dejar la tarjeta de crédito hasta el mismo momento en que me entragaron el auto en una agencia de las mejores.

No son los diarios los que deberían preocuparse por su futuro. Internet terminará mucho antes con las agencias de viajes.

martes, 25 de abril de 2006

Todos los diarios van a ser gratuitos

Trends in Newsrooms 2006, es el segundo informe anual del World Editors Forum. Según su promoción, enviada a los socios, responde a interesantes y apremiantes preguntas que se plantean los responsables editoriales en la era digital

En el capítulo “Will All News be Free?” (¿Será gratuita toda la información?), el especialista en diarios gratuitos y profesor de periodismo en la Universidad de Amsterdam, Piet Bakker, explica el impacto de la información gratuita en internet y de los diarios gratuitos en la industria de la prensa.

Las conclusiones de Bakker son obvias:

Two forms of free information have emerged over the last decade: free Internet news and free daily newspapers. Internet news is of course not free at all. People invest in hardware, connections and extra features like digital cameras, game consoles, webcams etc. But content is perceived as being free...
...the free daily has been around for more than 10 years now. In general, publishers of paid newspapers don't seem to like free papers that much, as this quote from the publisher of Bild Zeitung illustrates: "every day without a free newspaper is a good day". But in reality the relationship is more complicated: 50% of the total circulation of free newspapers is published by companies that publish paid newspapers as well.


Está aprendiendo, por fin, que la información tiende a ser gratuita. Lo mismo que sostiene el Media Lab del MIT por lo menos desde 1987.

Todos los diarios van a ser gratuitos tarde o temprano. Ya lo sabíamos.

viernes, 31 de marzo de 2006

La verdad de los periodistas

Historia con borrones

No se quién dijo que los periodistas escriben el primer borrador de la historia. Me lo imagino en un escrito al que se le notan todavía las dudas: tachaduras, correcciones y anotaciones al margen. Un diario es la mediación por excelencia entre la lengua hablada y la escrita, en feliz expresión de Horacio Reggini. Son los periodistas los que escriben por primera vez las ideas, conceptos y frases que terminarán en los libros, el bronce o la basura.

En ese ambiente todavía palpitante del parto intelectual se mueven los periodistas. Su ocupación no es la de escribir biblias ni enciclopedias, aunque deban conocerlas. Tampoco deben arrogarse el papel de organizadores de ninguna sociedad. Su misión es mostrar lo que pasa, analizarlo y también opinar si fuera el caso. Y para hacerlo tienen un sólo camino: acercarse a la realidad todo lo posible. Por eso sólo es buen periodista el contemplativo, que se sabe callar para oir a los verdaderos protagonistas de los acontecimientos, que no siempre son personas de carne y hueso.

Ni jueces, ni científicos, ni sacerdotes

Muchas veces la profesión de los periodistas se ha descripto como una búsqueda constante de la verdad. Los jueces y los científicos tienen la misma tarea. Pero el modo de buscarla es muy diferente, y la responsabilidad también. Ellos se ajustan a unas reglas y un tiempo que no tienen los periodistas. Las religiones también buscan La Verdad, con mayúculas y artículo determinado, que se identifica con Dios y su relación con lo creado. Los periodistas buscan la verdad indeterminada y borrosa de todos los días, la que está escondida detrás de cada puerta y al final de un simple vaso de agua. Los artistas buscan también la verdad, tanto que muchas quedarían sin expresarse si no fueran plasmadas en la plástica, la literatura, la música o las artes escénicas. La verdad de los periodistas es más parecida a la de los artistas. Los sabios de las ciencias, de las religiones y de la justicia deben acercarse a la realidad para concer la verdad, como los artistas y los periodistas. Pero los periodistas y los artistas se parecen porque conocerán mejor la realidad y sabrán plasmarla en una obra verdadera si la aman. Esta condición es la que hace apasionante, pero también arriesgada, la profesión de los periodistas, que para dar testimonio cabal de lo que está pasando deben involucrarse con la realidad, manchándose con su mugre, sufriendo son su enfermedad, pringándose con su sangre, compadeciéndose de su miseria, riendo con su alegría, llorando con su dolor, celebrando sus triunfos y gozando con su felicidad.

Pactos de lectura

Dos modos clásicos, y ninguno más, tienen los periodistas para hacerlo en sus medios: la información y la opinión. La información es sagrada, y las opiniones son libres, decía el lema del The Guardian de Manchester hace muchas años, antes de instalarse en Londres. Por eso los periodistas saben que cuando informan, deben atenerse a los hechos, sin emitir juicio de valor alguno sobre lo que relatan o describen. La noticia, el reportaje, la crónica y la entrevista son los géneros informativos clásicos, a los que hoy se ha unido el análisis. Los géneros de opinión son la crítica, el comentario, el editorial y la columna. Probablemente haya más, y probablemente también cualquier otro género pueda integrar una de estas categorías. Pero lo importante de los géneros es que establecen un pacto de lectura entre el medio y el público. Un medio o un periodista defraudan a su público cuando opinan en lugar de informar, cuando disfrazan de análisis una crítica, o cuando manipulan con mala fe la información a favor de uno u otro protagonista y siempre en contra de su público.

Pero peor engaño es disfrazar como información a la publicidad. Aunque siempre la publicidad contenga verdades, es evidente que se trata de persuación y no de información, por eso la publicidad paga por ocupar un lugar con sus mensajes al público, y por eso los medios confiables y creíbles tienen reglas muy claras para la contratación de espacios publicitarios, entre ellas está siempre latente la imperiosa ley que pretende no engañar a su audiencia. Cuando un diario, una estación de radio o un canal de televisión, disfrazan de información su publicidad o su opinión, están dilapidando la credibilidad, que es un capital mucho mayor que el que pueden conseguir con el dinero de los anunciantes o los favorecidos por su criterio.

Los diarios y la monarquía

La propiedad familiar de los medios de comunicación ha sido siempre garantía de credibilidad, precisamente porque los dueños entendieron que ese capital imposible de medir, era la mejor herencia de podían legar a sus sucesores. En este sentido podría decirse que la monarquía es buena para los medios, ya que cumple el mismo papel que en los estados modernos. La familia propietaria, establecida en una región o en un país, daba garantía de credibilidad y de continuidad, y por tanto de salud económica a los medios. La globalización y el vértigo de los negocios de comunicación, en cambio han anclado la credibilidad en la empresa propietaria y en sus fines. Cuando el fin es ganar dinero a corto plazo, la credibilidad se pierde inexorablemente, como el dinero en un casino.

martes, 28 de febrero de 2006

Los periodistas son artistas

A raiz del estreno -y del éxito- de la película Capote mucha gente se está enterando de que don Truman entendía el periodismo como un arte. Ojalá el film instale ese dato esencial para una comprensión más cabal del periodismo y de su peculiar verdad.

Se llamó Nuevo Periodismo y Periodismo con Futuro esta presentación de 1993 en el auditorio del Museo de las Telecomunicaciones (en el antiguo Munich de la Costanera Sur de Buenos Aires) Lo que empezó con esa conferencia terminó convirtiéndose en el libro Periodismo con pasión que se publicó en 1996. Va el resumen que entregué a los que asistieron a aquella reunión.

Nuevo Periodismo y Periodismo con Futuro

El nuevo periodismo es una quimera que nunca se alcanza. Siempre el periodismo es nuevo. Es como el ave Fénix, o mejor, como esos packagings de productos en los que aparece la misma imagen, una y otra vez, hasta el infinito. Los periodistas nos referimos a veces al nuevo periodismo en sentido amplio, como periodismo actual, contemporáneo; y también nos referimos con esas palabras a la corriente que se ha llamado Nuevo Periodismo (ahora con mayúsculas), y que ya está un poquito vieja, como le pasó también a la Edad Moderna. El nombre Nuevo para una corriente, como Moderna para una era de la historia, terminarán tarde o temprano siendo equívocos pase lo que pase.

Los cambios tecnológicos y sociales que se están produciendo en nuestro mundo actual están provocando una revolución en los medios y en las audiencias tan profunda o más que la que tuvo lugar con la invención a fines del siglo pasado de la linotipo y la rotativa; en el siglo XV, de la imprenta de tipos móviles; o de las escrituras fonéticas unos 2.000 años antes de Cristo. Por esta razón parece más acertado —más que hablar de nuevo periodismo— referirnos a la muerte definitiva del viejo periodismo.

¿Y cuál era el viejo periodismo?, si es que hay viejo periodismo, ya que con ese concepto tan genérico de nuevo periodismo del que hablamos, también podemos decir que viejo periodismo sería periodismo de ayer nomás. El viejo periodismo es en gran medida el periodismo actual, de ahora mismo. El viejo periodismo es el periodismo fundado en el no tan antiguo principio establecido por el Guardian de Manchester en 1926, el periodismo de los hechos sagrados y las opiniones libres.

Ante este clisé reaccionó la corriente (ahora sí) del Nuevo Periodismo, el Nuevo Periodismo de Tom Wolffe y Truman Capote, el Nuevo Periodismo de los géneros de ficción en temas de no ficción. En el fondo los fundadores y cultores del Nuevo Periodismo vinieron a decirnos que con eso de las opiniones libres y los hechos sagrados, estábamos engañando a nuestro público. La alternativa era clara: opinar o ser robots. Así que no hagamos tanto aspaviento con eso de las opiniones y los hechos, y mezclemos de una vez por todas los géneros de opinión con los de información.

Nació así el periodismo del show, don’t tell. El periodismo que no cuenta historias interminables sin un solo adjetivo, el periodismo de las emociones, de las firmas. El Nuevo Periodismo nos dijo con bastante claridad —también con una gran dosis de desenfado— que ni los hechos son tan sagrados, ni las opiniones son tan libres.

Podríamos enunciar este peculiar principio algo más académicamente sosteniendo que el relato de los hechos es siempre libre porque es una nueva realidad, y no la realidad misma. A su vez, las opiniones, como relato y como la misma realidad relatada, también son libres, pero con una libertad relativa, muchas veces atada a los gustos del director del medio, o del gobernador de la provincia...

Por todo esto, el principio que parece mandar hoy en las redacciones es el que impuso otro inglés, esta vez contemporáneo. Andrew Mango sostiene con total desparpajo un criterio mucho más económico que el de su colega Scott, del Manchester Guardian: los hechos son caros, las opiniones, baratas.

Ha llegado finalmente la hora de confesar la verdad mal que le pese a los directores y editores de medios: el viejo periodismo es barato, mientras que el nuevo, el del futuro, es caro. Aquí van algunos argumentos. Estoy seguro de que puedan ser muchas más, y que cualquiera de los lectores agregaría razones con fundamento suficiente para integrar la lista.

El periodismo con futuro es …

…periodismo de alambique, como le gusta decir a Juan Antonio Giner. Periodismo destilado, de alto octanaje. Periodismo sin palabrería inútil, periodismo que va a las esencias de las cosas y de los hechos. Periodismo sin opiniones estériles y sin protagonismos baratos. Los medios deben convertirse en destilerías de información para dar a su público lo que realmente importa. Ya no hay espacio en los diarios, y cada día habrá menos. No hay tiempo, no tiene tiempo el público ni lo tenemos nosotros, para aburrirlos con futilidades.

…periodismo justo, que no tiene los ojos vendados porque no estamos jugando al gallito ciego. Solemos olvidarnos que es la ley la que tiene los ojos tapados, la justicia los tiene bien abiertos, para dar a cada uno lo suyo. Las tecnologías están consiguiendo que las audiencias se personalicen y que podamos ser verdaderamente justos. Se ha terminado definitivamente las masas, ya no hablemos de masas. La sigla PC que hace tan poco quería decir Partido Comunista, ya sólo significa computadora personal, y de la mano de las PC estamos entrando en un periodismo de personas. En la publicidad directa, en los blancos precisos. Ya no es necesario dar toda la información a todos, se puede dar a cada uno lo que cada uno quiere.

…periodismo servicial, que preste servicios y que se pone al servicio de sus audiencias. Servicios que se traducen en publicar en el diario un programa de televisión real, en el que aparezce lo que se emite hoy por mi aparato de televisión y no en el del vecino. Obituarios en los que aparecen los muertos de hoy y no los de ayer. Datos siempre actuales, para un momento y un lugar determinados. Pronósticos meteorológicos acertados, que diga a que hora va a llover y a qué hora parará. Farmacias de turno que están abiertas. Publicidad que informa, porque pretende prestar un servicio real a sus clientes, como en el caso de El Norte de Monterrey, que descuenta el 20% a los anunciantes cuando su publicidad contiene información.

Servicio a los anunciantes también: Si hoy podemos elegir el asiento en un avión muchos días antes de viajar, cómo no podríamos poner un anuncio en un lugar preciso del diario o de la revista, en el tiempo exacto de las emisiones de radio o televisión. Porqué no podemos todavía acceder sólo a los avisos clasificados que nos interesan, por línea telefónica. Si queremos alquilar un departamento en un barrio determinado, porqué tenemos que comprar toda la publicidad sobre departamentos que no queremos, motonáutica, autos usados, ropa de ocasión, abogados picapleitos, restaurantes con odaliscas ...

…periodismo bien pagado, muy bien pagado. Y que tiemblen los dueños de los medios, hasta que caigan en la cuenta de que sólo pagando bien a la gente que merece ser bien pagada, mejorarán sus prestaciones y la ética de sus informaciones, y conseguirán ganar mucho más dinero del que ahora ganan, o quizá descubran por fin que es el único modo de ganarlo honestamente. En los medios haca falta mente-factura. Trabajo de las cabezas, mentes pensantes. Falta software y sobra hardware. Las tecnologías nos permiten tantas cosas, pero más nos permite la gente que piensa, y para pensar hay que comer.

…periodismo creativo, que aprovecha tecnologías hasta sacarles todo el provecho de que son capaces. Esas tecnologías que permiten hoy más que nunca desarrollar la creatividad de los informadores. No nos engañemos: los grandes diarios norteamericanos se están muriendo por falta de creatividad y no por otra cosa. Los diarios y las revistas, y muchos programas de radio y de televisión aburren y deprimen a sus audiencias hasta el agotamiento.

Falta creatividad hasta en el mismo uso de las nuevas tecnologías. Tanto que los medios gráficos siguen y seguirán imprimiendo y transportando papel como si ése fuera su negocio. Y el negocio de los medios es la información. Hoy todos los medios son multimedios, y en poco tiempo más todos serán hipermedios. Hay que preparase para estas realidades, y esto también es caro. Las tecnologías están ya disponibles para los periodistas innovadores. Los que se animen, ganarán la carrera.

…periodismo joven, que sea capaz de organizar medios y de elaborar mensajes para la gente de su edad. dejemos ya de hablar de la juventud (nada molesta más a la gente joven que ser llamados jóvenes). Basta de contratar a viejos que escriben para chicos, como esos padres bobos que hablan a sus hijos como si ellos mismos estuvieran aprendiendo a hablar: “—mirá ese babau”.

…periodismo para mujeres y varones inteligentes ejercido por mujeres y varones inteligentes. No periodismo de segunda para mujeres hecho por hombres de tercera en los rincones de las redacciones, donde se editan suplementos para mujeres como si fueran subnormales: cocina, cosmética, modas... mientras el hombre de la casa lee lo realmente importante en el cuerpo principal del periódico.

…periodismo que comunica, porque si no comunicamos no hay modo de informar. Y los que comunican son personas, por eso los periodistas con futuro son los que comunican, por que tienen ese don natural o por que aprenden a fuerza de entusiasmo. Entusiasmo es lo que parece faltar en tantas redacciones y estudios. Entusiasmo para comunicar. El periodismo con futuro atiende siempre el teléfono, no se queda con gran parte de la información, es capaz de conseguir todo lo que necesita, abre las puertas que se cierran y se da todo en su profesión.

…periodismo sin carnet, porque los periodistas no somos policías, ni detectives, ni delincuentes. Los periodistas con futuro son más caros porque pagan —ellos o sus medios— las entradas, pagan las comidas, pagan sus trajes, pagan la decoración de su estudio de televisión, pagan su teléfono celular, pagan sus pasajes, pagan su auto... y no reciben regalos de nadie, porque los periodistas con futuro son periodistas independientes, con todas las letras de la palabra.

…periodismo sin toga, porque usan toga las profesiones que rinden sólo cuenta a Dios de sus actos: los sacerdotes, los jueces y los académicos. Los periodistas con futuro no son sacerdotes de ninguna religión que sostienen sus dichos como si fueran dogmas, o doctrinas inalterables. Ni son jueces, que sentencian al público a oírlos impávidos, o a los protagonistas de sus historias como si fueran los peores asesinos. Tampoco son investigadores científicos, que necesitan saber por obligación hasta el último detalle de un fenómeno determinado.

La verdad del periodismo del futuro es la verdad de la gente de la calle, la verdad de las audiencias, pero la verdad verdadera. Mientras que el viejo periodismo, el periodismo de precisión, el de los hechos sagrados, es el que informa lo que dice un gobernador antes de ponerse a averiguar si es verdad o no.

…periodismo respetuoso. Porque respetar a los demás está antes que opinar o informar en el periodismo del futuro. Además de compadecernos del público y de los protagonistas de las informaciones, deberemos respetarlos. Respetar su idiosincracia, sus costumbres y su idioma. Respetar sus creencias y defender su libertad. No los respetamos cuando decimos que estamos informando sacralmente sobre hechos mientras opinamos con nuestros gestos, con nuestros títulos, con nuestra risa o con nuestro llanto, con el lugar que le damos a la información, o con el silencio. El periodismo del futuro no tiene gestos, ni jadeos, ni sonrisitas cómplices, no mira de reojo, no baja la mirada jamás, porque no tiene nada que esconder.

…periodismo con pasión. Este es el más importante legado del Nuevo Periodismo. El periodismo de precisión, el de los hechos sagrados, está muerto. La precisión es para los relojes de cuarzo. Los periodistas apasionados son capaces de compadecerse de sus semejantes, de tratar de comprenderlos y de comprometerse con sus problemas, sus angustias, sus anhelos y sus alegrías. Deben querer a las personas y a las cosas. En una palabra, tienen que acercarse a la realidad con amor porque sólo se conoce realmente lo que se ama. Con un amor parecido a aquel con el que se acerca un artista, y no hay artista que mienta cuando plasma lo que siente. Los periodistas que ejercen con pasión su profesión miden la realidad con una la regla lésbica y no con un microscopio electrónico. En periodismo, la precisión es la marca de la arrogancia.