sábado, 27 de enero de 2018

Cómo funciona el mercado negro de las redes sociales


Esta nota del New York Times (en castellano) sobre el mercado negro de las redes sociales es de lo mejor que he leído en mucho tiempo. Cuatro autores y doce colaboradores, sin contar a los que diseñaron la puesta en página e idearon las infografías. Genial.

viernes, 26 de enero de 2018

Cuando todo es secreto, nada es secreto

Copio esta excelente nota de José Claudio Escribano en La Nación de hoy sobre The Post, la película de Steven Spielberg que se estrena el jueves 1 de febrero.

 

El día que la libertad de expresión pudo más que los secretos de estado
The Post: los oscuros secretos del Pentágono se estrena el próximo jueves en la Argentina. Como aficionado al cine, recomiendo verla. Alcanza para deleitarnos la actuación admirable de Meryl Streep en la personificación de Katharine Graham (1917-2001), la célebre propietaria editora de The Washington Post. El film ahínca en las tensiones internas que precedieron a la decisión del diario de publicar, en 1971, documentos secretos sobre el involucramiento de los Estados Unidos en Vietnam entre 1945 y 1967.

En todas las redacciones, ese extraordinario proceso político, diplomático y sobre todo militar del siglo XX ha pasado a la historia como "Los papeles del Pentágono". Algunas de sus más conmovedoras consecuencias hicieron blanco en las relaciones entre la prensa y el gobierno de los Estados Unidos. Derivaron incluso en la doctrina judicial invocada a menudo por tribunales de todo el mundo sobre la naturaleza estratégica del derecho a la libertad de prensa y el de la gente a estar informada. Se lo debemos a editores de la templanza de la señora Graham.

Los orígenes del asunto se remontaban a la decisión de Robert McNamara, secretario de Defensa del entonces presidente Lyndon Johnson, de encomendar a una treintena de académicos el acopio de las razones por las que los Estados Unidos se habían implicado en la antigua Indochina. Al hacer pie en Vietnam, los Estados Unidos lo habían hecho con la certeza de que a Francia le resultaba insostenible preservar el dominio de sus colonias en esa parte del mundo y conjurar el avance comunista en el sudeste asiático.

Los franceses estaban fuera de forma para contener desde fines de los cuarenta a las fuerzas de liberación nacional de Vietnam, en las que predominaban los comunistas de Ho Chi Minh. Poco a poco la intervención militar norteamericana se había acrecentado en términos tan inauditos que al promediar los sesenta ya nadie en Washington sabía bien si acentuar aún más la presencia desplegada en Vietnam o disponer cómo y cuándo salir de lo que se había convertido en un atolladero infernal.

El estudio de esclarecimiento ordenado por McNamara debía compendiar planes y asesoramientos a sucesivos presidentes norteamericanos -Truman, Eisenhower, Kennedy, Johnson- por la Junta de Comandantes en Jefe y atesorar informes de inteligencia e instrucciones presidenciales a lo largo de veintidós años. O sea, todo lo necesario para saber por qué demonios los Estados Unidos estaban donde estaban.

McNamara había sido como presidente de Ford una de las luminarias de la industria automovilística norteamericana y se sumía, como responsable de la Defensa, en indagaciones introspectivas sobre los errores estratégicos perceptibles en la conducción de la guerra. Se interrogaba si aquellos presidentes habían tenido suficientemente en claro lo que iba ocurriendo, según testimonió más tarde en sus memorias, o si habían actuado bajo la sedación narcótica de una política de pasmosos secretos militares.

Una generación marcada

Los franceses habían quedado fuera de juego después de la encerrona de l954, en Dien Bien Phu. Allí cayó, en combate convencional, su ejército expedicionario en Extremo Oriente. Vietnam, parte sustancial de la antigua Indochina, que también integraban Laos y Camboya, quedaría ceñido en adelante a tema del resorte de la política militar y diplomática de los Estados Unidos. Acompañarían a los norteamericanos en combate las modestas tropas de un puñado de países aliados. El giro marcó a una generación de norteamericanos: más de 55.000 soldados abatidos y muchos con heridas que los desfiguraron y dejaron sin brazos o sin piernas. Al terminar la guerra, las bajas vietnamitas sobrepasaban el millón de hombres.

La lucha se prolongó hasta abril de 1975. Las fuerzas norteamericanas se retiraron para no volver mientras los comunistas asumían el control total del territorio vietnamita. Todo sucedió en el escenario familiar de la Guerra Fría, instalado al fin de la Segunda Guerra, pero particularizado en un ámbito geográfico incomprensible para los norteamericanos, sobre el que lanzaron más bombas de las que habían disparado durante la conflagración mundial. Los actores locales de la tragedia eran, por un lado, Vietnam del Sur, con capital política en Saigón, gobernada por una casta de políticos corruptos sostenidos como "el mal menor" desde Washington, y por el otro, Vietnam del Norte. Desde su capital, Hanoi, se expandía el poder personal de un líder de implacable obstinación estalinista, Ho Chi Minh, héroe principal de la independencia vietnamita del coloniaje francés.

Ho Chi Minh contaba con el respaldo de la Unión Soviética y de China. A su lado brillaba el genio táctico en guerra de guerrillas y emboscadas del general Vo Nguyen Giap, jefe del ejército y leyenda viva desde Dien Bien Phu en los círculos intelectuales y políticos izquierdistas y anticolonialistas de Occidente. Sus laureles de guerrero perduran hasta hoy. En 1968, en el apogeo de la intervención en Vietnam, los Estados Unidos tenían comprometidos en el teatro de la guerra medio millón de soldados, muchos en la adversidad de junglas y manglares que el enemigo dominaba en laberintos infranqueables y túneles bajo la selva.

En los primeros meses de 1969, para la primera presidencia de Richard Nixon, estaba terminada la reconstrucción histórica encargada por McNamara. Se desplegaba en 47 volúmenes, con un total de 7000 páginas: 3000 de análisis histórico y 4000 de documentos. Se extrajeron del original varias copias. La que de verdad cuenta en el drama cinematográfico dirigido por Steven Spielberg -con Tom Hanks en el papel de Ben Bradlee como jefe de la redacción del Post- es la que se guardaba en los archivos de Rand Corporation, un think tank que había aportado especialistas y coordinado el trabajo.

Uno de esos expertos en cuestiones políticas y militares era Daniel Ellsberg, graduado en Economía en Harvard y Cambridge y ex militar. Entre sus rasgos académicos sobresalía el interés por la teoría de la decisión. Se le ha reconocido haber hecho contribuciones de valor sobre cómo influyen las condiciones de incertidumbre, desinformación y ambigüedad a la hora de las definiciones. Tales condicionamientos abundaban, justamente, en los papeles del Pentágono que Ellsberg tomó de forma subrepticia utilizando claves que le habían confiado, y copió, tomo por tomo, por meses, en la Xerox instalada en las oficinas de una pequeña agencia de publicidad. Copió con la ayuda de Anthony Russo, un ex empleado de Rand Corporation. Logró estremecer a Washington sin impedir que la guerra prosiguiera cuatro años más.

Herbert Simon, doctor en Economía por la Universidad de Chicago y luego profesor de Carnegie Mellon University en Administración y Psicología y en Ciencias de la Computación y Psicología, obtuvo en 1978 el Premio Nobel de Economía por sus trabajos sobre procesos decisorios, por los que Ellsberg sentía devoción. El finado Simon fue doctor honoris causa por la Universidad de Buenos Aires. Tan interesado como Ellsberg en los fenómenos políticos y económicos, Simon escribió en sus memorias que "para entender la política tenemos que entender cómo es que las cuestiones reciben la atención de la gente y se convierten en parte de la agenda activa.". Otro premio Nobel de Economía, Richard Thaler, distinguido en 2017, también pertenece, de acuerdo con la opinión de Juan Carlos de Pablo, a esa corriente de pensamiento a la que Ellsberg había dedicado años de análisis.

Las críticas contra la guerra

Si Ellsberg era un lunático, como suponían quienes lo maldijeron por la filtración de secretos de Estado, era, bueno, un lunático ilustrado. Se había especializado como Simon en la psicología de los procesos humanos en la resolución de arduos problemas. En la Argentina, De Pablo es uno de los economistas de relieve que más atención han puesto, junto con Martín Tetaz, en entender el impacto de la racionalidad y las emociones humanas en el comportamiento económico. El profesor Simon, por su parte, escribió en su autobiografía que al concentrarse en el proceso simbólico mediante el cual la gente piensa, él se convirtió rápidamente en un psicólogo conductista y en un científico de la computación.

En ese mundo de las ideas había madurado el pensamiento del académico de Rand Corporation que, al apoderarse de los papeles del Pentágono y enardecer con su divulgación las críticas contra la guerra, dejaría un sello en la historia contemporánea de los Estados Unidos. Hasta por una de sus derivaciones centrales, el asunto bien merecía la película de Spielberg.

Había otros elementos más de significación en la compleja contextura temperamental de Ellsberg y, por igual, de su asociado, Tony Russo: se caracterizaban por una discreta sensibilidad respecto de los movimientos protestatarios de la época, tan en boga a fines de los sesenta. Esa identidad psicológica y política no llamó la atención cuando los contrató una empresa acostumbrada como la Rand a manejar secretos que el Estado le participaba para su asesoramiento. Se suponía que siempre lo haría con no menos profesionalismo con el que fríen papas en un restaurante de categoría.

Tanto a Ellsberg como a Russo los aunaba el juramento vindicativo de que varios presidentes, y en particular Johnson, habían mentido sistemáticamente a la opinión pública y al Congreso de los Estados Unidos sobre temas de la mayor trascendencia institucional y debían pagar por ello. Algo tan capital como los bombardeos por saturación sobre zonas rurales de Camboya y Laos, en cuyos límites con Vietnam se desplazaba el enemigo, se había realizado como misiones encubiertas, en medio de la tergiversación general de las informaciones.

Se propusieron así propulsar una denuncia pública que revelara la trama oculta de la guerra y terminara de tal modo la situación engrosada en serie por varias presidencias de los Estados Unidos. El film de Spielberg narra cómo el primer diario al que Ellsberg interesó en las revelaciones fue The New York Times. Contactó a un conocido, el reportero Neil Sheegan.

El libreto de la película pasa por alto, sin embargo, que eso ocurrió después de que Ellsberg hubiera pretendido complicar en la divulgación de los papeles del Pentágono a dos senadores del Partido Demócrata, ambos con credenciales de incuestionable militancia liberal: William J. Fulbright, presidente de la influyente Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, y George McGovern, el candidato presidencial de oposición a quien Nixon aplastaría en las elecciones de 1972. Los dos se excusaron. Evaluaron seguramente la naturaleza del destape y los riesgos políticos y legales del caso. Se sabe que McGovern sugirió a Ellsberg golpear las puertas del Times.

Las licencias de una obra cinematográfica de indudable jerarquía no empalidecen por el señalamiento de que el desempeño de mayor valor periodístico en la cuestión correspondió en un sentido al Times, no al Post. Fue el que dio la primicia, nada menos. ¿Pero cómo enrostrar a Spielberg y los guionistas haberse cautivado con el comportamiento ejemplar de Graham y Bradlee, cuyos nombres agigantó todavía más en la consideración mundial la revelación ulterior del affaire Watergate?

De hecho, fue el Times el que se adjudicó el Pulitzer por la publicación de los papeles del Pentágono. Un equipo de redactores y abogados los examinaron durante tres meses enclaustrados en una suite del Hilton de Nueva York. Eso en el periodismo de clase se llama trabajar a conciencia. Solo al final de la sesuda tarea el Times autorizó a la redacción a que ordeñara en sucesivas ediciones el material recibido. La serie comenzó a editarse en junio de 1971 con la consigna de que ninguna palabra arriesgara vidas u operaciones militares en curso. Ellsberg facilitó ese objetivo, pues retuvo tres o cuatro volúmenes entre los que se mencionaban negociaciones secretas sobre intercambio de prisioneros.

El presidente Nixon contraatacó. Ordenó al fiscal general, John Mitchell, que persiguiera judicialmente al Times por violación de la ley sobre secretos de Estado y seguridad nacional. Un tribunal federal ordenó al Times el cese de las publicaciones; otro tribunal había opinado en contrario. El Times apeló a la Corte Suprema de Justicia mientras los papeles del Pentágono llegaban a The Washington Post y otros diecisiete diarios.

A partir de esa encrucijada empieza a desarrollarse la trama del film. ¿Qué hacer cuando una empresa periodística que se ha abierto a la cotización bursátil se halla presionada por abogados y accionistas y por funcionarios de primer rango gubernamental para callar? ¿Qué hacer cuando la persecución puede ser hasta de cárcel para los editores? ¿Y qué hacer cuando uno se halla al mismo tiempo ante un cruce de la historia, con la oportunidad de coronar servicios periodísticos de excepcional honra, que expandirán su prestigio en la sociedad y el mundo? El Times ya había hecho su apuesta en la dirección con la que se compromete a diario bajo el águila icónica, tan vieja como la Constitución, tan determinante como símbolo de autoridad y supremacía en los sueños norteamericanos: "Todas las noticias que sean dignas de imprimirse".

La señora Graham adoptó al fin la decisión de publicar lo que en esos días estaba prohibido por un tribunal al Times. La siguieron otros diarios. En días, la Corte Suprema declaró, por seis votos contra tres, en "The New York Times Company vs. United States", que es lícita la publicación de documentos oficiales referentes a la política militar desarrollada con motivo de una guerra a menos que se acredite que el medio de prensa ha incurrido en un acto de espionaje para obtener la información.

"Cuando todo es secreto, nada es secreto", escribió, iluminado, uno de los jueces de la mayoría. Fue una revalidación notable de la primera enmienda de la Constitución de 1787 y de su configuración para asegurar la libertad de prensa y cerrar puertas a la censura previa.

Esa doctrina inspiró más de una decisión judicial en la Argentina. En 200l, la Sala II de la Cámara Criminal y Correccional Federal falló que no correspondía responsabilizar al periodista que había difundido una información fiscal reservada en un caso de interés institucional. Los jueces hicieron saber que preservaban el derecho a la libertad de informar aunque la filtración de la noticia hubiera sido hecha por un funcionario responsable de preservar el secreto.

Ellsberg y Russo afrontaron imputaciones por robo de documentos, conspiración y espionaje, entre otros delitos. Ellsberg pudo haber sido condenado hasta con 115 años de prisión. Pero la Justicia los sobreseyó como consecuencia de que el gobierno de Nixon y la Fiscalía General habían cometido contra ellos delitos de prevaricación, supresión de pruebas, ocultamiento de testigos y obstruido, en suma, el debido proceso.

En 2011, Ellsberg fue detenido por protestar en la calle contra la detención del soldado Bradley Manning, o la ex soldado Chelsea Manning, por decirlo en términos ajustados al último curriculum vitae. Manning, a quien por piedad el presidente Obama salvó al final de la cárcel, había posibilitado la difusión de una infinidad de documentos sobre Afganistán que conocía como analista del ejército. En un artículo de 2013, en The Guardian, y acorde con preocupaciones inveteradas, Ellsberg otorgó apoyo público a Edward Snowden, que está refugiado desde hace años en Rusia. Como analista de sistemas de la Agencia Nacional de Seguridad de los Estados Unidos, Snowden había divulgado por la red global documentos de Estado de máxima confidencialidad.

Documentos clasificados

Se ha escrito lo suficiente sobre la diferencia entre un leaker, es decir, un soplón como Ellsberg según la definición vulgar, y un hacker, o experto en quebrantar sistemas de seguridad informática, como Snowden. O como los amigos del creador de WikiLealks, Julian Assange, que acaba de asumir la nacionalidad ecuatoriana. Este australiano por nacimiento debe conocer como pocos a sus nuevos conciudadanos, pues lleva años de encierro asilado en la embajada de Ecuador en Londres. Gran Bretaña y los Estados Unidos lo acorralan por sacar a luz unos 250.000 documentos clasificados sobre la guerra de Irak y Afganistán.

En más de cuarenta años de violaciones de secretos de Estado no caben dudas de que por alguna concertación especial de los astros han sido gobiernos norteamericanos los que han pagado en general las cuentas por ese tipo de fenómenos. Los rusos han sido más afortunados: todavía estamos esperando que alguien nos cuente las directivas que recibía del Kremlin el Ejército Rojo invasor que terminó huyendo de Afganistán en 1988. En cuanto a los comunistas, siempre hemos sabido que apoyan con firmeza la publicidad de los actos de gobierno en los países que no son comunistas.

A quienquiera encuentre motivos para estudiar conductas como la de Ellsberg lo fascinará la leyenda de una votación realizada entre estudiantes universitarios de Estados Unidos. Preguntaron a los muchachos por Ellsberg: como ciudadano e intelectual y como empleado de Rand Corporation. ¿Lo aplauden? La mayoría votó por sí. ¿Lo contratarían? La mayoría votó por no. Es eso lo que muestran las buenas gentes cuando bajan la guardia y revelan lo que se esconde de libertario y conservador en la contradictoria naturaleza humana. Oh, sí, un buen vertedero de temas para clases sobre procesos decisorios y dirección de grandes organizaciones como las que impartía Ellsberg.

En 2011, el gobierno de los Estados Unidos publicó de modo oficial los papeles del Pentágono. Con 86 años, Daniel Ellsberg vive en California junto con su segunda mujer. Sigue convencido de que hizo lo mejor por su país.

miércoles, 24 de enero de 2018

Francisco y las fake news


Mensaje del Francisco para la 52º Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, dado a conocer hoy, día de san Francisco de Sales, patrono de los periodistas:

«La verdad os hará libres» (Jn 8, 32).
Fake news y periodismo de paz
Queridos hermanos y hermanas:

En el proyecto de Dios, la comunicación humana es una modalidad esencial para vivir la comunión. El ser humano, imagen y semejanza del Creador, es capaz de expresar y compartir la verdad, el bien, la belleza. Es capaz de contar su propia experiencia y describir el mundo, y de construir así la memoria y la comprensión de los acontecimientos.

Pero el hombre, si sigue su propio egoísmo orgulloso, puede también hacer un mal uso de la facultad de comunicar, como muestran desde el principio los episodios bíblicos de Caín y Abel, y de la Torre de Babel (cf. Gn 4,1-16; 11,1-9). La alteración de la verdad es el síntoma típico de tal distorsión, tanto en el plano individual como en el colectivo. Por el contrario, en la fidelidad a la lógica de Dios, la comunicación se convierte en lugar para expresar la propia responsabilidad en la búsqueda de la verdad y en la construcción del bien.

Hoy, en un contexto de comunicación cada vez más veloz e inmersos dentro de un sistema digital, asistimos al fenómeno de las noticias falsas, las llamadas «fake news». Dicho fenómeno nos llama a la reflexión; por eso he dedicado este mensaje al tema de la verdad, como ya hicieron en diversas ocasiones mis predecesores a partir de Pablo VI (cf. Mensaje de 1972: «Los instrumentos de comunicación social al servicio de la verdad»). Quisiera ofrecer de este modo una aportación al esfuerzo común para prevenir la difusión de las noticias falsas, y para redescubrir el valor de la profesión periodística y la responsabilidad personal de cada uno en la comunicación de la verdad.

1. ¿Qué hay de falso en las «noticias falsas»?

«Fake news» es un término discutido y también objeto de debate. Generalmente alude a la desinformación difundida online o en los medios de comunicación tradicionales. Esta expresión se refiere, por tanto, a informaciones infundadas, basadas en datos inexistentes o distorsionados, que tienen como finalidad engañar o incluso manipular al lector para alcanzar determinados objetivos, influenciar las decisiones políticas u obtener ganancias económicas.

La eficacia de las fake news se debe, en primer lugar, a su naturaleza mimética, es decir, a su capacidad de aparecer como plausibles. En segundo lugar, estas noticias, falsas pero verosímiles, son capciosas, en el sentido de que son hábiles para capturar la atención de los destinatarios poniendo el acento en estereotipos y prejuicios extendidos dentro de un tejido social, y se apoyan en emociones fáciles de suscitar, como el ansia, el desprecio, la rabia y la frustración. Su difusión puede contar con el uso manipulador de las redes sociales y de las lógicas que garantizan su funcionamiento. De este modo, los contenidos, a pesar de carecer de fundamento, obtienen una visibilidad tal que incluso los desmentidos oficiales difícilmente consiguen contener los daños que producen.

La dificultad para desenmascarar y erradicar las fake news se debe asimismo al hecho de que las personas a menudo interactúan dentro de ambientes digitales homogéneos e impermeables a perspectivas y opiniones divergentes. El resultado de esta lógica de la desinformación es que, en lugar de realizar una sana comparación con otras fuentes de información, lo que podría poner en discusión positivamente los prejuicios y abrir un diálogo constructivo, se corre el riesgo de convertirse en actores involuntarios de la difusión de opiniones sectarias e infundadas. El drama de la desinformación es el desacreditar al otro, el presentarlo como enemigo, hasta llegar a la demonización que favorece los conflictos. Las noticias falsas revelan así la presencia de actitudes intolerantes e hipersensibles al mismo tiempo, con el único resultado de extender el peligro de la arrogancia y el odio. A esto conduce, en último análisis, la falsedad.

2. ¿Cómo podemos reconocerlas?

Ninguno de nosotros puede eximirse de la responsabilidad de hacer frente a estas falsedades. No es tarea fácil, porque la desinformación se basa frecuentemente en discursos heterogéneos, intencionadamente evasivos y sutilmente engañosos, y se sirve a veces de mecanismos refinados. Por eso son loables las iniciativas educativas que permiten aprender a leer y valorar el contexto comunicativo, y enseñan a no ser divulgadores inconscientes de la desinformación, sino activos en su desvelamiento. Son asimismo encomiables las iniciativas institucionales y jurídicas encaminadas a concretar normas que se opongan a este fenómeno, así como las que han puesto en marcha las compañías tecnológicas y de medios de comunicación, dirigidas a definir nuevos criterios para la verificación de las identidades personales que se esconden detrás de millones de perfiles digitales.

Pero la prevención y la identificación de los mecanismos de la desinformación requieren también un discernimiento atento y profundo. En efecto, se ha de desenmascarar la que se podría definir como la «lógica de la serpiente», capaz de camuflarse en todas partes y morder. Se trata de la estrategia utilizada por la «serpiente astuta» de la que habla el Libro del Génesis, la cual, en los albores de la humanidad, fue la artífice de la primera fake news (cf. Gn 3,1-15), que llevó a las trágicas consecuencias del pecado, y que se concretizaron luego en el primer fratricidio (cf. Gn 4) y en otras innumerables formas de mal contra Dios, el prójimo, la sociedad y la creación.

La estrategia de este hábil «padre de la mentira» (Jn 8,44) es la mímesis, una insidiosa y peligrosa seducción que se abre camino en el corazón del hombre con argumentaciones falsas y atrayentes. En la narración del pecado original, el tentador, efectivamente, se acerca a la mujer fingiendo ser su amigo e interesarse por su bien, y comienza su discurso con una afirmación verdadera, pero sólo en parte:«¿Conque Dios os ha dicho que no comáis de ningún árbol del jardín?» (Gn 3,1). En realidad, lo que Dios había dicho a Adán no era que no comieran de ningún árbol, sino tan solo de un árbol: «Del árbol del conocimiento del bien y el mal no comerás» (Gn 2,17). La mujer, respondiendo, se lo explica a la serpiente, pero se deja atraer por su provocación:«Podemos comer los frutos de los árboles del jardín; pero del fruto del árbol que está en mitad del jardín nos ha dicho Dios: “No comáis de él ni lo toquéis, de lo contrario moriréis”» (Gn 3,2). Esta respuesta tiene un sabor legalista y pesimista: habiendo dado credibilidad al falsario y dejándose seducir por su versión de los hechos, la mujer se deja engañar. Por eso, enseguida presta atención cuando le asegura: «No, no moriréis» (v. 4). Luego, la deconstrucción del tentador asume una apariencia creíble: «Dios sabe que el día en que comáis de él, se os abrirán los ojos, y seréis como Dios en el conocimiento del bien y el mal» (v. 5). Finalmente, se llega a desacreditar la recomendación paternal de Dios, que estaba dirigida al bien, para seguir la seductora incitación del enemigo: «La mujer se dio cuenta de que el árbol era bueno de comer, atrayente a los ojos y deseable» (v. 6). Este episodio bíblico revela por tanto un hecho esencial para nuestro razonamiento: ninguna desinformación es inocua; por el contrario, fiarse de lo que es falso produce consecuencias nefastas. Incluso una distorsión de la verdad aparentemente leve puede tener efectos peligrosos.

De lo que se trata, de hecho, es de nuestra codicia. Las fake news se convierten a menudo en virales, es decir, se difunden de modo veloz y difícilmente manejable, no a causa de la lógica de compartir que caracteriza a las redes sociales, sino más bien por la codicia insaciable que se enciende fácilmente en el ser humano.

Las mismas motivaciones económicas y oportunistas de la desinformación tienen su raíz en la sed de poder, de tener y de gozar que en último término nos hace víctimas de un engaño mucho más trágico que el de sus manifestaciones individuales: el del mal que se mueve de falsedad en falsedad para robarnos la libertad del corazón. He aquí porqué educar en la verdad significa educar para saber discernir, valorar y ponderar los deseos y las inclinaciones que se mueven dentro de nosotros, para no encontrarnos privados del bien «cayendo» en cada tentación.

3. «La verdad os hará libres» (Jn 8,32)

La continua contaminación a través de un lenguaje engañoso termina por ofuscar la interioridad de la persona. Dostoyevski escribió algo interesante en este sentido: «Quien se miente a sí mismo y escucha sus propias mentiras, llega al punto de no poder distinguir la verdad, ni dentro de sí mismo ni en torno a sí, y de este modo comienza a perder el respeto a sí mismo y a los demás. Luego, como ya no estima a nadie, deja también de amar, y para distraer el tedio que produce la falta de cariño y ocuparse en algo, se entrega a las pasiones y a los placeres más bajos; y por culpa de sus vicios, se hace como una bestia. Y todo esto deriva del continuo mentir a los demás y a sí mismo» (Los hermanos Karamazov, II,2).

Entonces, ¿cómo defendernos? El antídoto más eficaz contra el virus de la falsedad es dejarse purificar por la verdad. En la visión cristiana, la verdad no es sólo una realidad conceptual que se refiere al juicio sobre las cosas, definiéndolas como verdaderas o falsas. La verdad no es solamente el sacar a la luz cosas oscuras, «desvelar la realidad», como lleva a pensar el antiguo término griego que la designa, aletheia (de a-lethès, «no escondido»). La verdad tiene que ver con la vida entera. En la Biblia tiene el significado de apoyo, solidez, confianza, como da a entender la raíz ‘aman, de la cual procede también el Amén litúrgico. La verdad es aquello sobre lo que uno se puede apoyar para no caer. En este sentido relacional, el único verdaderamente fiable y digno de confianza, sobre el que se puede contar siempre, es decir, «verdadero», es el Dios vivo. He aquí la afirmación de Jesús: «Yo soy la verdad» (Jn14,6). El hombre, por tanto, descubre y redescubre la verdad cuando la experimenta en sí mismo como fidelidad y fiabilidad de quien lo ama. Sólo esto libera al hombre: «La verdad os hará libres» (Jn 8,32).

Liberación de la falsedad y búsqueda de la relación: he aquí los dos ingredientes que no pueden faltar para que nuestras palabras y nuestros gestos sean verdaderos, auténticos, dignos de confianza. Para discernir la verdad es preciso distinguir lo que favorece la comunión y promueve el bien, y lo que, por el contrario, tiende a aislar, dividir y contraponer. La verdad, por tanto, no se alcanza realmente cuando se impone como algo extrínseco e impersonal; en cambio, brota de relaciones libres entre las personas, en la escucha recíproca. Además, nunca se deja de buscar la verdad, porque siempre está al acecho la falsedad, también cuando se dicen cosas verdaderas. Una argumentación impecable puede apoyarse sobre hechos innegables, pero si se utiliza para herir a otro y desacreditarlo a los ojos de los demás, por más que parezca justa, no contiene en sí la verdad. Por sus frutos podemos distinguir la verdad de los enunciados: si suscitan polémica, fomentan divisiones, infunden resignación; o si, por el contrario, llevan a la reflexión consciente y madura, al diálogo constructivo, a una laboriosidad provechosa.

4. La paz es la verdadera noticia

El mejor antídoto contra las falsedades no son las estrategias, sino las personas, personas que, libres de la codicia, están dispuestas a escuchar, y permiten que la verdad emerja a través de la fatiga de un diálogo sincero; personas que, atraídas por el bien, se responsabilizan en el uso del lenguaje. Si el camino para evitar la expansión de la desinformación es la responsabilidad, quien tiene un compromiso especial es el que por su oficio tiene la responsabilidad de informar, es decir: el periodista, custodio de las noticias. Este, en el mundo contemporáneo, no realiza sólo un trabajo, sino una verdadera y propia misión. Tiene la tarea, en el frenesí de las noticias y en el torbellino de las primicias, de recordar que en el centro de la noticia no está la velocidad en darla y el impacto sobre las cifras de audiencia, sino las personas. Informar es formar, es involucrarse en la vida de las personas. Por eso la verificación de las fuentes y la custodia de la comunicación son verdaderos y propios procesos de desarrollo del bien que generan confianza y abren caminos de comunión y de paz.

Por lo tanto, deseo dirigir un llamamiento a promover un periodismo de paz, sin entender con esta expresión un periodismo «buenista» que niegue la existencia de problemas graves y asuma tonos empalagosos. Me refiero, por el contrario, a un periodismo sin fingimientos, hostil a las falsedades, a eslóganes efectistas y a declaraciones altisonantes; un periodismo hecho por personas para personas, y que se comprende como servicio a todos, especialmente a aquellos –y son la mayoría en el mundo– que no tienen voz; un periodismo que no queme las noticias, sino que se esfuerce en buscar las causas reales de los conflictos, para favorecer la comprensión de sus raíces y su superación a través de la puesta en marcha de procesos virtuosos; un periodismo empeñado en indicar soluciones alternativas a la escalada del clamor y de la violencia verbal.

Por eso, inspirándonos en una oración franciscana, podríamos dirigirnos a la Verdad en persona de la siguiente manera:

Señor, haznos instrumentos de tu paz.
Haznos reconocer el mal que se insinúa en una comunicación que no crea comunión.
Haznos capaces de quitar el veneno de nuestros juicios.
Ayúdanos a hablar de los otros como de hermanos y hermanas.
Tú eres fiel y digno de confianza; haz que nuestras palabras sean semillas de bien para el mundo:
donde hay ruido, haz que practiquemos la escucha;
donde hay confusión, haz que inspiremos armonía;
donde hay ambigüedad, haz que llevemos claridad;
donde hay exclusión, haz que llevemos el compartir;
donde hay sensacionalismo, haz que usemos la sobriedad;
donde hay superficialidad, haz que planteemos interrogantes verdaderos;
donde hay prejuicio, haz que suscitemos confianza;
donde hay agresividad, haz que llevemos respeto;
donde hay falsedad, haz que llevemos verdad.
Amén.+

lunes, 22 de enero de 2018

Una semana del nuevo Guardian

Van las primeras siete portadas del Guardian tabloide, del lunes 15 al domingo 21 de enero. La del domingo es The Observer, la marca dominical del Guardian que salió hoy por primera vez en tamaño tabloide y con diseño familiar (aquí la nota del Observer sobre el nuevo formato). Más abajo algunas páginas interiores.



The Guardian ahora va con cuatro cuadernos: el de portada con las noticias, G2 (Features & Arts), Journal (Opinion & Ideas), y Sport.

 

Páginas interiores de la sección Journal.


The Guardian abandona el berlinés, en Paper Papers, 15/1/2018
También The Observer abandona el berlinés, en Paper Papers, 21/1/2018

domingo, 21 de enero de 2018

También The Observer abandona el berlinés

Tal como lo habían anunciado, The Observer, la versión dominical del Guardian, se dejó el formato berlinés cuando le tocaba. Van la última edición en el formato anterior y la de hoy, mucho más cercana en estilo al Guardian de todos los días.

Domingo 14 de enero de 2018

 Hoy

The Guardian abandona el berlinés, en Paper Papers, 15/1/2018

sábado, 20 de enero de 2018

La extinción del periodismo

Tengo que decir algo, de nuevo, sobre las escuelas de periodismo, pensaba mientras leía esta nota del boletín de la Universidad de Navarra. Es que lo que dice Antonio Caño es tan cierto como que las universidades hemos perdido la prerrogativa de formar el ser de los que buscan la verdad urgente y la no tan urgente. Peor todavía: cambiamos nuestras viejas escuelas de periodismo por facultades de comunicación y nos dedicamos a preparar el ser de los manipuladores de la realidad que son los comunicólogos, los relacionistas públicos, los marketineros políticos, los publicitarios, los lobbistas, los prenseros y los de asuntos corporativos. Le paso la nota tal como salió, pero también lo corrijo a Antonio Caño: lo que está en vías de extinción es El País, no el periodismo.

“En dos años la mitad de las noticias que consumiremos serán falsas”

“Es obligación del periodista crear lectores críticos y luchar contra el sectarismo político”, afirmó el director de El País en la Universidad

"El periodismo es más necesario que nunca pero paradójicamente estamos en peligro de extinción”, ha afirmado Antonio Caño, director de El País, en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra. “Se calcula que en menos de dos años la mitad de las noticias que consumirán los ciudadanos serán falsas”, aseguró. Fake news, posverdad… se trata, en su opinión, de un fenómeno posible por la tecnología y que se produce por desestabilizar o simplemente por entretenimiento. Según dijo, es necesario que los gobernantes actúen contra esto y que los periodistas luchemos contra el sectarismo que genera lectores pasivos dispuestos a creer todo. “Nuestra obligación es crear lectores críticos que sean capaces de defenderse de esta tendencia creciente”.

En su conferencia “El futuro del periodismo”, que impartió ante un aula repleta de alumnos y profesionales de la Facultad de Comunicación, señaló no hay que confundir periodismo de calidad con aburrido y que la búsqueda de la verdad hoy es más necesaria que nunca: “Los medios de comunicación solventes y referentes son a los que acuden los ciudadanos para estar bien informados”.

En este sentido, se refirió a la alianza con plataformas tecnológicas para combatir estos intentos de desestabilización. “Los grandes medios trabajamos con plataformas como Facebook y Google para combatirlo. Ahora esta alianza es imprescindible”.

Los medios, vehículo para el diálogo en democracia

Antonio Caño subrayó que los medios han perdido credibilidad por un exceso de sectarismo político. Esta debilidad, a su juicio, es una buena noticia para los políticos que recelan de la transparencia, pero “es necesario ser conscientes del daño que esto genera para la democracia”. “Los medios debemos actuar como vehículos para el diálogo y la discusión, pero desgraciadamente esto no ocurre de manera suficiente”.

“Hay que admitir sin tapujos que los periódicos hoy somos más débiles que en el pasado”, destacó Antonio Caño en la Universidad de Navarra. “El papel se muere sin acabar de morirse y el digital aumenta sin seguir teniendo un modelo alternativo claro”.

Sin embargo, el director de
El País confía en la supervivencia del periodismo, “sobre todo el de calidad”, unido a los avances tecnológicos. “Rechazar el cambio es condenarse a morir”, insistió. “Más del 70% de los actuales lectores de El País leen las noticias a través del teléfono móvil. Mantendremos el papel todo lo posible pero nuestro reto es hacer el periódico digital con la misma calidad”.

"Nosotros estamos y estaremos donde estén nuestros lectores. No trabajo para hacer un periódico rentable pero la rentabilidad es una garantía para poder trabajar en libertad", concluyó.

jueves, 18 de enero de 2018

Estaba escrito: cerró Hoy de La Plata

La noticia, tal como titula La Nación, parece que no es definitiva, pero no se sostiene un negocio extorsivo sin poder ni un paraguas político sin dinero. El periodismo es otro negocio que nunca intentó el Hoy. Este es el número de hoy del Hoy, el último: 


Lástima por los empleados, pero también hay que decir que sabían dónde trabajaban y cómo funcionaba el negocio de Marcelo Balcedo.

Libertad de extorsión, en Paper Papers, 7/1/2018

miércoles, 17 de enero de 2018

All redesigns are guilty until proven innocent

Amon Rajan, el editor de medios de Reuters, publica esta reseña sobre el rediseño del Guardian:
The Guardian redesign: A review

For newspaper readers, all redesigns are guilty until proven innocent.

The millions of people who buy a daily newspaper in Britain are creatures of habit. They adore the thud on the doormat, the rustle and crinkle of the paper, their own idiosyncratic routine of turning to Sport or Comment or Business (delete as appropriate) first, and look forward to particular items and writers on particular days.

So anybody who undertakes a redesign of a newspaper is mad, brave, desperate - or some combination of all three.

And yet the task is exhilarating. It does, as Kath Viner said in an impressive interview on Today this morning, force you to think hard about the role of print in a digital world. Moreover, there is sheer commercial necessity: this move will save millions of pounds and is integral to the Guardian's turnaround plan. On Radio 4's The Media Show, Viner told me before Christmas that all the mooted savings are in production costs, rather than editorial.
First day of the tabloid Guardian with Katharine Viner, editor-in-chief
Before offering some brief thoughts on just a few key aspects of the redesign, let me add a few caveats. The first is that this redesign isn't aimed at me. It's aimed at the people who take the Guardian, and generally only the Guardian, each morning. Keeping them sweet is the imperative here.

Second, I'm a little surprised at the emphasis put on the word tabloid, rather than the commonly used "compact". Yes, this is semantics; but semantics matter. Tabloid connotes something beyond size - namely, a looser affiliation with the truth. Some Guardian readers may take against it, though obviously Viner is an infinitely better judge of this than I could be. "Compact" would, I think, have made the change clear while freeing the paper of the messier associations with tabloid values.

Finally, there is one major reason for doing redesigns which Viner didn't mention, and probably won't publicly - and that is they allow an Editor to stamp their authority on a publication, and remake them in their own image.

George Osborne has been looking at redesigns of the Evening Standard, partly for the same reason. They're his way, just as this tabloid format is Viner's way, of saying: "I'm the daddy now".

Overall, my own view is that this redesign is agreeable, attractive, and likely to be effective - except in one crucial regard.

Page one 
Curiously, given how much thought would have gone into it, I think the front page is the weakest aspect of this otherwise commendable switch.

When you change from broadsheet - or indeed Berliner - to compact size, you obviously lose a lot of height. That means that the journalism gets squashed, or pushed downwards. There's a danger it can be cramped, and doesn't have room to breathe.
 Tabloid or compact: The Guardian enters a new era
With this redesign, that effect is radically accentuated because they've changed the masthead. It's a big departure. Gone is the signature blue branding. And now the masthead is over two decks - that is, the "The" is on the line above the "Guardian". This pushes the stories on the front page even lower: the top third is taken up with masthead and promotional puffs. As a result, the splash headline is somewhat lost.

When the Independent was redesigned by the remarkable Matt Willey, now at The New York Times magazine, he addressed this loss of height by flipping the masthead and putting it along the side. This had two additional benefits: first, it accorded with the more magazine-like feel the paper was trying to create; second, it was true to one of the paper's founding mottos, "Classic with a twist".

Its main advantage was it created more height on the front page. I don't for a minute suggest The Guardian should do the same. But I hope the comparison is instructive: over time, as the redesign beds in, I'm sure the designers will find a way of creating more height on Page One, so that the lead story and picture can stand out more.

The other thing missing from Page One is more puffs, or information, as to what it's inside. If you look at the bottom of this Times front page, you will see six news stories given in brief. That's a valuable service to the reader, and I suspect that, over time, these will pop up on the new-look Guardian.

Fonts 
There is a whole world of joy to be had online if you're interested in typography, with vast communities of design geniuses comparing varieties of curl on an "s" and a "p". I think the criteria for a newspaper font are simple. Is it clear? And does it convey the character or spirit of the publication?

On both these fronts, the fonts in this morning's edition score highly. They are clear, with plenty of leading between words. Many redesigns make fonts too small. This one doesn't. I see in Viner's letter on page three that there is a new font, called "Guardian headline" - but the fonts all look very similar to the old ones, which means the desired effect - evolution without big disruption - has been achieved.

Goodness knows if I'm in a minority of one on this, but I think the font manages to convey both seriousness and wit.

Light and shade

Each morning, newspaper executives get a flatplan: a layout of the following day's paper, telling them where the various advertisements are. One exciting task is to plan tomorrow's paper around those ads. This is quite tricky. You have to bunch stories thematically - so you can't have an education story on page seven, then go to a set of crime stories, and come back to education on page 17.

And you must have light and shade. This is one of the things the Daily Mail does exceptionally well. It is a personal obsession of Paul Dacre's. He has been known to flick through an edition saying "light, shade, light, shade, light, shade" with each page - the alternations meeting with approval.

Today's edition of the Guardian has a pleasing combination of light and shade. It's good to see no advert on page three: prime real estate saved for a big picture and lighter story (let's see how long they can resist putting an ad there).

The spread on Michael Wolff (pages 16-17) is beautifully laid out, and offers a pleasing counter-point and change of pace to what's around it. And it's terrific to see the centre-fold "Eyewitness" feature, of a big photograph, retain its place. It's always fun choosing that picture, and while the paper of this new compact edition strikes me as a little more yellow, which the picture editor won't like, "Eyewitness" offers a moment to pause for thought.

Sections 
The most impressive thing about this new edition is the sections. I think the new Journal section, with Comment, Obituaries and so on, is superb.

First of all, it feels very connected to the paper, but as an independent section allows the family to read different parts of the same edition. This isn't to be under-estimated. A huge number of couples read newspapers at the same time. In the crude and outdated stereotype, men read the News, and women the Features section. This generalisation was never valid, let alone in 2018; but the principle that a couple should be able to divide a paper between them is a fine one.

The Journal section leads with a beautiful, evocative illustration by Nathalie Lees, and there is clear sign-posting at the top of it. The editorials work well on its second page. But best of all is "The Briefing" on pages 10 and 11. What a service: beautiful, jam-packed with data, and a real wonkish paradise.
 The Guardian app and online versions have also been redesigned
I think the Independent received more complaints from readers for moving the crossword than anything else in its history (apart, perhaps, from ceasing to print). For my money, the crosswords and puzzles look perfectly fine on the back of the Journal.

As for G2, the best that can be said is that it seems to me to read and feel very much like... G2. This is clearly subjective, and some readers may hate it. But to switch to tabloid and have a second section that feels very much the same is a considerable achievement.

And given Sport is all about drama, and pictures can convey drama uniquely well, I'm glad to see a lead picture given plenty of space on the back page.

Securing a legacy

There is so much in a daily newspaper that, if I spouted forth about every aspect of the edition, this blog would never end, and I'm sure you don't want that.

So let's just recall the basic objectives. This redesign had three aims: first, to save money; second, to assert the authority of the editor; third, to revive the idea of print in a digital world.

On the third, print publications are all about creating among their readers a sense of being in a club. They are instruments of membership. This is what - albeit with a fortnightly satirical magazine - Ian Hislop has done so well at Private Eye. Journalists at the Guardian will have an infinitely better sense than I will as to whether this redesign will strengthen that feeling of membership. My view is, it won't undermine it.

As for the other two aims, they will take time to materialise, but the savings will indeed come and this is now even more Viner's paper than before. She inherited something akin to a financial basket case, with losses in the tens of millions for year after year after year after year.

If she and Dave Pemsel, the CEO, manage to hit profitability next year - the first time the Guardian will have done so since the 1980s, and that too despite Facebook and Google gobbling up ever more advertising pounds - they will go down in history as much more than the leadership team that took the paper tabloid.

A final thought. Tabloid or compact size is simply more convenient to read, especially in transit, than broadsheet. When Simon Kelner, the former editor of the Independent, made that argument in the early 2000s, he was initially met in some quarters with derision. Imitation is a high form of flattery; and on seeing the Guardian go compact 15 years after he championed the idea, Kelner could be forgiven a wry smile this morning.

martes, 16 de enero de 2018

El Gráfico no llegó a los 100 años


Cerró El Gráfico, la revista que hizo historia en el periodismo deportivo. La mató el deporte aunque le echen la culpa a internet y a los nuevos hábitos de consumo de noticias. Desde que dejó Atlántida fue dando tumbos por la vida hasta que quedó con vida vegetativa en Torneos (antes TyC y antes Torneos y Competencias). No supo convertirse en diario cuando el fútbol dejó de ser un episodio semanal y después ya no reaccionó. Arriba la última portada, abajo la primera (30 de mayo de 1919). Aquí la nota de Clarín sobre el cierre y aquí la historia por ellos mismos al cumplir 90 años.

lunes, 15 de enero de 2018

The Guardian abandona el berlinés


The Guardian se apeó hoy del formato berlinés y se pasó al tabloide, un tamaño más barato para la escala de la industria en Gran Bretaña (menos papel, menos tinta por el nuevo ajuste de colores, tamaño estándar imprimible en cualquier rotativa, menor tamaño de los paquetes en la distribución, menos peso...)

De paso cambió su cabecera; también se apeó de las minúsculas para volver a las iniciales mayúsculas. Como es lógico mantiene el estilo de la prensa de calidad británica: los artículos empiezan en la portada.

Aquí la nota de Katharine Viner en la edición de hoy. Aquí en El País (Madrid) y aquí en 20 Minutos.

Y aquí abajo la última edición (la del sábado 13 de enero) en formato berlinés anuncia en su friso que es una edición de recuerdo. Los domingos sale The Observer, también en plan de remodelación.


Mire que genial el videito que hizo un lector:



jueves, 11 de enero de 2018

A los amigos de Trump no les gusta el periodismo

Es un artículo de Paul Bedard en el Washington Examiner que transcribe resultados de una encuesta del Pew Research Center:

Pew: US media bias ranks worst in the world
Americans on both sides of the political aisle believe the media does a poor job covering political issues fairly, according to a blockbuster new survey of media consumption in 38 nations. 
What’s more, the Pew Research Center’s study found that supporters of President Trump believe the media is doing a worse job covering politics than the supporters of any of the other international political leaders in countries surveyed.

“Large gaps in ratings of the media emerge between governing party supporters and non-supporters. On the question of whether their news media cover political issues fairly, for example, partisan differences appear in 20 of the 38 countries surveyed. In five countries, the gap is at least 20 percentage points, with the largest by far in the U.S. at 34 percentage points,” said Pew.

The survey found that just 21 percent of Americans supportive of Trump and Republicans believe the media is fair. Some 55 percent of those who don’t back Trump also believe the media is fairly covering politics in the U.S.

In every other case, those numbers are flipped, said Pew.

“The U.S. is also one of only a few countries where governing party supporters are less satisfied with their news media than are non-supporters. In most countries, people who support the political party currently in power are more satisfied with the performance of their news media than those who do not support the governing party,” said the study.

domingo, 7 de enero de 2018

Libertad de extorsión

 
Marcelo Balcedo es el secretario general del Sindicato de Obreros y Empleados de Minoridad y Educación (SOEME), el sindicato inventado por su padre hace ahora unos 60 años. Fue apresado el jueves en su chacra de Piriápolis, en Uruguay, procesado por lavado de dinero y evasión fiscal. En la casa principal de El Gran Chaparral (así se llama la chacra de 20 hectáreas y otros 20 empleados), Interpol y la policía uruguaya encontraron el ajuar habitual: mucho dinero, buenos autos y lindas armas. Hasta ahí todo normal en el esquema de la corrupción sindical a la que estamos bastante acostumbrados. Marcelo Balcedo es el secretario general del Sindicato de Obreros y Empleados de Minoridad y Educación (SOEME), el sindicato inventado por su padre hace ahora unos 60 años. Fue apresado el jueves en su chacra de Piriápolis, en Uruguay, procesado por lavado de dinero y evasión fiscal. En la casa principal de El Gran Chaparral (así se llama la chacra de 20 hectáreas y otros 20 empleados), Interpol y la policía uruguaya encontraron el ajuar habitual: mucho dinero, buenos autos y lindas armas. Hasta ahí todo normal en el esquema de la corrupción sindical a la que estamos bastante acostumbrados. 
El padre de Marcelo, Antonio Balcedo, fue desde muy joven empleado del museo de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de La Plata y militante histórico del peronismo de Perón. Fundó el SOEME en la década de 1950 y murió en 2012, después de muchísimos años al frente del condado... bueno, del sindicato que heredó su delfín, ingeniero que nunca trabajó en nada relacionado con la minoridad ni la educación. Marcelo también heredó el diario Hoy de La Plata y un par de emisoras radiales de esa ciudad. El diario había sido fundado por Antonio en 1993 y dirigido por él, también hasta su muerte, pero el puesto de directora le tocó a su viuda hasta que en junio de 2016 pasó a Marcelo. 
En 2007 Marcelo dirigía la cadena de radios propiedad del clan cuando tuvo que huir del país porque un juez de garantías ordenó su detención en una causa que investigaba dos hechos de extorsión a legisladores con el propósito de obtener favores del Estado. Para colmo se sumaron las denuncias de extorsión de dos empresarios platenses que adjuntaron pruebas irrefutables: estaba todo grabado. Dicen que Balcedo siguió manejando las radios desde El Gran Chaparral hasta que volvió al país cuando la orden de detención fue anulada por un fallo bastante sospechoso.
Durante la dirección de Nené Chávez –la viuda de Antonio y madre de Marcelo– el diario Hoy trató durísimo a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, a quien llegó a calificar de loca. Dicen que el problema era la pauta que no llegaba nunca... Los ataques cesaron cuando Marcelo se hizo cargo de la dirección, poco antes de las Paso de 2016. Parece que el cambio en la dirección y en la línea editorial del diario fue motivado por el tercer puesto en la lista de legisladores provinciales de Unidad Ciudadana para la secretaria adjunta del SOEME Susana Mariño. Además, claro, había buen billete para la campaña. 
Quizá haya sido esta historia la que provocó la expresión libertad de extorsión que usó Cristina Kirchner en sus discursos más virulentos contra la prensa. Sabía Cristina de presiones y extorsiones en los niveles más altos del poder, pero también conocía de cerca a la familia Balcedo por ser del mismo barrio. La extorsión puede ser un negocio, pero es tan ilegal como el negocio de robar o matar. Es un delito deleznable y una telaraña que complica a los que tienen algo que esconder, que es cuando el extorsionado cae en las redes del extorsionador y la vida se convierte en el cuento de nunca acabar. Hay que tener la conciencia limpia, agallas suficientes y micrófonos bien chiquitos para enfrentar a los extorsionadores... 
¿Qué hizo el diario de los Balcedo el día siguiente a la detención de su director? El viernes salió con una tapa negra en la que campa un gran título en blanco: Ataque a la libertad de expresión, como si la condición de periodista fuera una patente de corso que permite a los directores de diarios cometer delitos. Flaco favor le hace a la libertad y al periodismo quien supone que los periodistas no somos responsables de nuestros actos. Somos plenamente responsables de los contenidos que difundimos por los medios en los que trabajamos, pero además respondemos, como todo el mundo, por las consecuencias de nuestros actos libres y en uso de nuestras facultades mentales. 
Hay en toda esta historia un llamado de atención a los que se disfrazan de periodistas para extorsionar: un negocio lamentable pero bastante común en la Argentina y no solo en la profesión de los que buscamos la verdad urgente. Quizá el caso Balcedo sea una señal de que llega el momento de espantar de la profesión a los colados que la han degradado con su corrupción. 
Entonces serán eficaces las palabras de la expresidenta: queremos libertad de expresión, no libertad de extorsión.

Publicado hoy en El Territorio de Posadas.

viernes, 5 de enero de 2018

Extorsión disfrazada de periodismo

Marcelo Balcedo fue apresado ayer en Punta del Este (Uruguay) a pedido de la Justicia argentina. Es el Secretario General del Sindicato de Obreros y Empleados de Minoridad y Educación (SOEME) de La Plata (capital de la provincia de Buenos Aires), procesado por lavado de dinero y evasión fiscal. Más detalles aquí

Pero resulta que Balcedo es el dueño y director del diario Hoy, gratuito de La Plata que miente con descaro 100.000 ejemplares de circulación gratuita. Aquí abajo la tapa de hoy del Hoy.


Balcedo acusa al juez que pidió su captura internacional de embestir ferozmente contra la libertad de expresión. Inventa una persecución judicial para apretar al juez, que es lo único que sabe hacer. 

Peor todavía: se escuda en la libertad de expresión como si los periodistas o los editores de los medios de comunicación no fueran responsables por sus delitos.


La historia de Hoy de La Plata y del resto de los medios de Balcedo es la historia de la extorsión, un negocio bastante común disfrazado de periodismo en medios del interior de la Argentina. Balcedo atacaba a funcionarios del gobierno kirchnerista y amenazaba al intendente de La Plata con el único objeto de mejorar la pauta publicitaria a cambio de buenas relaciones. La corrupción del periodismo en la Argentina ha llegado a estos extremos, en La Plata y en muchas ciudades, sobre todo del interior del país. 


No hay otro modo de combatir la extorsión que denunciarla, pero antes y sobre todo hay que evitar caer en las redes del extorsionador. No es fácil porque hay que tener limpia la conciencia además de las agallas. El gobierno de la ciudad, de la provincia y de la nación de los doce años de régimen kirchnerista jugueteó con la trampa extorsiva y lo dejó actuar libremente. Ahora cayó preso. Pésima nota para la justicia argentina porque los que dejan actuar o meten presos son los jueces, que son los mismos antes y después de ahora.

Guerra de precios en La Plata, en Paper Papers, 15/6/2007

jueves, 4 de enero de 2018

VR + AI + AR = la próxima cosa

La tecnología es lo de menos para el periodismo. Dice Sumaiya Oma que todas ellas son una amenaza y una oportunidad... bueno, como siempre. El artículo apareció el 1 de enero en el sitio de INMA (International News Media Association) y fue traducido –algo corregí– para el sitio de la SIP (Sociedad Interamericana de la Prensa).

Cinco tecnologías que catapultarán a la industria de los medios

Por Sumaiya Oma / Fundadora de Hashtag Our Stories 
El año 2020 está a solo tres años de distancia, y las tecnologías se están alineando para una tormenta perfecta que podría hacer o deshacer a las empresas de medios establecidas.
El video en vivo, la Realidad Virtual, la Inteligencia Artificial y la Realidad Aumentada hasta ahora han sido palabras de moda a la hora de hablar sobre la "próxima gran cosa". Como productos independientes, ninguno de ellos ha sido la solución mágica. Pero en la intersección de todas estas tecnologías están surgiendo nuevos formatos y plataformas de narración de historias que cambiarán fundamentalmente la forma en que publicamos. 
Aunque no hay una sola cosa que cambie la cara de los medios, varias tecnologías ya están teniendo un impacto drástico. 
Estoy terminando de realizar, en solo tres meses, una gira a través de 25 países, por salas de redacción y empresas de tecnología. He visto medios de comunicación que pivotan sobre el video y continúan fomentando las estrategias del "móvil primero". Ambas estrategias son importantes hoy. Pero es posible que nos estemos preparando para un futuro que no existirá mañana, porque los gigantes tecnológicos ya están planificando un mundo post-móvil, impulsado por la Inteligencia Artificial o la Realidad Aumentada.

Ya se están probando o están implementando cinco tecnologías principales en las que usted, como editor, debería actuar.

  • Resolución 4K (4.000 pixels): Vemos que Apple TV ya ofrece 4K en transmisiones en vivo, y 8K puede estar a la vuelta de la esquina. Sin embargo, los canales de televisión todavía están pasando de transmisiones estándar a transmisiones de alta definición. 
  • 5G (Quinta generación de redes móviles): Desde California hasta partes de China, ya se están probando velocidades de datos celulares 5G. Y 5G significa que el sueño de "Internet de las cosas" finalmente puede realizarse, donde todo los dispositivos que usamos, desde el horno microonda hasta la televisión, está conectado a la red en tiempo real.
  • AI (Inteligencia Artificial): Los representantes de Google siguen hablando de AI e interactúan con la tecnología usando solo su voz. Para la sala de redacción, esto significa que todas las tareas que se pueden automatizar en la sala de redacción se automatizarán. Ya estamos viendo informes básicos de negocios y deportes compilados por la agregación algorítmica de los datos correctos. Y ya estamos experimentando con la edición de video automatizada. 
  • AR (Realidad Aumentada): Mark Zuckerberg, CEO de Facebook, anunció recientemente que cree que todos llevaremos gafas AR en los próximos años. Claro, Google Glass no fue un éxito para el consumidor, y mi esposo se siente como la única persona que aún se pone la cámara portátil Snapchat Spectacles. Pero es casi seguro que hay un futuro en el que estaremos usando pantallas y cámaras, y nuestro punto de acceso será la tecnología AR. Y, si no lo ha visto, consulte Facebook Spaces como un ejemplo de dónde se unen el video en vivo, la realidad virtual y las redes sociales. 
  • Blockchain: Quizás la mayor irrupción tecnológica de todas sea el posible nuevo backend de Internet que se está desarrollando: la blockchain. En todas partes, en todas las industrias, en todo el mundo, desde la banca hasta la educación y la gobernanza, la descentralización está dominando el cambio. Bitcoin es solo el poster de un nuevo orden mundial de Internet. Desde la verificación y la confirmación de datos hasta los pagos de persona a persona y diversos flujos de ingresos, en ninguna parte la tecnología blockchain tendrá un impacto mayor que el del periodismo.
La historia siempre nos ha dado los bloques de construcción en preparación para el futuro. Ninguna de las tecnología anteriores ha sido una panacea que ha movido fundamentalmente a los medios de comunicación. Pero juntas marcan el comienzo de un nuevo orden mundial de medios digitales.

Al principio, muchas tecnologías y plataformas no parecerán ideales para el periodismo. Pero recuerde que cada nueva plataforma de redes sociales que se presenta a menudo encuentra su primera aplicación comercial en los medios noticiosos. Snapchat tiene la sección Discover de los editores y Facebook está experimentando con la pestaña Watch. YouTube tiene un jardín amurallado de YouTube Red para contenido Premium.

Por lo tanto, cualquier producto nuevo puede ser visto como una oportunidad o una amenaza; una oportunidad de encontrar nuevos mercados, ingresos, audiencias y formas de contar historias, utilizando tecnologías nuevas y creativas, o una amenaza para su negocio existente.

Va el original:

5 technologies catapulting the media industry into the future

The year 2020 is just three years away, and technologies are aligning for a perfect storm that could either make or break established media houses.

Live video, Virtual Reality, Artificial Intelligence, and Augmented Reality have all been buzzwords of the “next big thing.” As standalone products, none of these have been the silver bullet. But at the intersection of all these technologies, new storytelling formats and platforms are emerging that will fundamentally shift the way we publish.

I’m on the tail end of a 25-country tour across newsrooms and tech companies over just three months. I’ve seen a media pivoting to video and continuing to foster “mobile first” strategies. Both of these are important today. But we may be preparing for a future that won’t exist tomorrow, because the world’s tech giants are already planning for a post-mobile, AI-first, AR-driven world.

Five major technologies are already either being tested or are now fully implemented that you need to be acting on.
  • 4K: We see Apple TV already offering 4K live-streaming, and 8K may be around the corner. Yet broadcasters are still transitioning from standard to high-definition transmissions.
  • 5G: From California to parts of China, 5G cellular data speeds are already being tested. And 5G means the “Internet of Things” dream may finally be realised — where everything is connected to the network in real-time.  
  • AI: Google representatives keep talking about AI and interacting with technology using just your voice. For the newsroom, this means every task that can be automated in the newsroom will be automated. We’re already seeing basic business and sports reports compiled by algorithmic aggregation of the right data. And we’re already experimenting with automated video editing.  
  • AR: Mark Zuckerberg, CEO of Facebook, recently announced he believes we will be wearing AR glasses within the next few years. Sure, Google Glass wasn’t a consumer hit, and my husband feels like the only person who still dons the wearable camera Snapchat Spectacles. But there’s almost certainly a future where we do wear screens and cameras, and our access point to technology is AR. And, if you haven’t seen it, check out Facebook Spaces as an example of where live video, VR, and social media all come together.  
  • Blockchain: Perhaps the biggest disruption of them all is going to be the possible new backend of the Internet being developed: the blockchain. Everywhere, in every industry, all over the world, from banking to education and governance, decentralisation is dominating change today. Bitcoin is just the poster child of a new Internet world order. From fact checking and verification to peer-to-peer payments and diverse revenue streams, nowhere will the “distributed ledger” have a greater impact than on journalism. 
History has always given us building blocks in preparation for the future. None of the above have been a golden goose that fundamentally moved the media forward. But together they usher in a new world order of digital media.

At first, many technologies and platforms won’t seem ideally suited to journalism. But remember that every new social media platform to come about often finds its first commercial application in the news space. Snapchat has the Discover section of publishers and Facebook is experimenting with the Watch tab. YouTube has a walled garden of YouTube Red for Premium content.

So, any new product can either be seen as an opportunity or a threat — an opportunity to find new markets, revenue, audiences, and ways of telling stories, using new and creative technologies, or a threat to your existing business.