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miércoles, 13 de marzo de 2013

Tenemos a nuestros lectores con nosotros


En septiembre de 1999 cuatro chicas, estudiantes de periodismo en la Universidad Austral, entrevistaron a Jacobo Timerman en La Biela, un conocido bar de Buenos Aires que él llamaba "mi partenón". Cuando era pasante en el diario La Nación, Sofía Amado supo que Graciela Mochkofsky trabajaba en la biografía de Timerman y le ofreció la entrevista que tenía granada en dos microcasettes. Fue la última que le hicieran a uno de los más grandes periodistas argentinos: murió dos meses después. Las otras estudiantes eran María Elizalde, María Saravia y Ángeles Ugarte y entrevistaban a Timerman a pedido del profesor Fernando Ruiz, que preparaba entonces al historia del diario La Opinión que se publicó como "Las palabras son acciones".

Graciela Mochkofsky acaba de publicar la desgrabación en "El Puercoespín". Coincide con el lanzamiento de la segunda edición –la definitiva– de su biografía de Timerman, que tengo que ponerme a leer ya mismo. Vale la pena leerla completa y ver esta promoción de Planeta que contiene algunas de las frases que dijo don Jacobo en esa entrevista.



Elegí la frase que más me gustó de Jacobo Timerman para el título de este post. El párrafo completo es este y está al final de la entrevista:
Un día amenaza de bomba. Entonces ordeno evacuar el edificio pero yo me quedo con mi hijo. Sentados los dos. Porque algún ejemplo de que uno enfrentaba había que dar. Entonces me dijo: “Papi, estamos muy solos”. Le digo: “No; tenemos a nuestros lectores con nosotros”. Ese instante cubre todo lo que me queda de emoción, de ideas. Haber podido vivir ese instante. Como decía Goethe: “Oh, instante, detente, eres tan hermoso”
Pero lea este otro párrafo. Es genial y terrible a la vez. Toda una clase de periodismo en diez líneas:
Todos los años en el cementerio de la Tablada profanan tumbas. Anteayer 70, 50 o 40. La Nación sacó hoy un editorial protestando. Ahora, supongamos que La Nación hubiera puesto a sus periodistas a investigar, porque hay muchos elementos de investigación. Yo también he investigado. Ahí viene tu pregunta: “interpretar o investigar”. Todo eso se mezcla. Interpretás que fue un atentado a la sociedad e investigás qué es lo que ocurrió. Cinco periodistas de La Nación colocados por tres días en ese barrio, recorriendo casa por casa, las comisarías, inmediatamente te dicen lo que pasó. Quiénes fueron, cómo se llaman, fue Pepe, fue el Banana, todos los conocen, todos los policías los conocen. Pero no, hicieron un editorial. ¿Qué es un editorial? Un editorial es aquello que nadie lee. Nadie lo lee. En el diario La Opinión, que yo tenía, no había editoriales.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Independientes, militantes y prostitutas

Lo escribí para El Universo de Guayaquil el viernes 2 de diciembre (y provocó iras en El Telégrafo). Después lo levantó La República y Esto es Tucumán. Pero nació en dos post de Paper Papers (este y este). Se los paso con breves reformas y un título más sugestivo.
No me gusta ponerle adjetivos a los periodistas ni a los periodismos. Ni siquiera me gusta la distinción entre competencias dentro de la profesión: la política, el deporte, los crímenes o los espectáculos son diferentes ámbitos de la misma realidad que describe el periodismo. Es un fuego sagrado que los periodistas alimentan cuando respiran, cuando duermen, cuando comen y también cuando cubren un acontecimiento. Bueno, el verbo cubrir es a todas luces desacertado para esta actividad, además de ambiguo (y no sigo por el horario de protección a los menores). El periodismo es una actividad genética que descubre lo que está oculto a la mayoría de los mortales, porque los periodistas tienen esa capacidad, casi siempre innata, de ver lo que la mayoría no ve. Y la especialización es apenas una circunstancia que puede tocar a lo largo de la carrera profesional.  
Pero si hay adjetivos que no me gustan para el periodismo son los que los califican de militantes, independientes, oficialistas, chupamedias, fanáticos o partidarios de lo que sea. Tampoco me gusta la expresión periodismo de investigación, que supone que hay uno de segunda clase, que no investiga. El periodismo siempre supone la investigación, la confirmación de los hechos, el valor agregado y la averiguación de datos que la gente no conoce. Si no es así, no es periodismo.
Resulta que, a pesar de mis gustos, en la Argentina se ha impuesto últimamente el periodismo militante como si fuera una virtud. Lanzó la idea el actual vicegobernador de Buenos Aires. Gabriel Mariotto, que desde que era el jacobino Secretario de Medios del Gobierno Nacional repite el participio militante cada diez palabras que usa: no concibe otra forma de vida que no sea la trinchera política y la artillería mediática. Lo secundó Martín García, director de la agencia oficial Télam, que llegó a comparar al periodismo con la prostitución: los periodistas alquilan su pluma para placer de los que pagan por ella. Para estos señores la esencia del periodismo no es la curiosidad insaciable sino la militancia y la billetera: entienden el periodismo como un servicio a la política o al dinero. 
Hace unos días, Ernesto Tenembaum, uno de los periodistas más lúcidos de la Argentina, comentó ante una pregunta de una redactora de La Nación de Buenos Aires que mientras los militantes solo alaban al poder político, el periodismo independiente descubre los abusos de los poderosos: “La mejor cobertura sobre el Grupo Clarín fue la de Perfil y la de Graciela Mochkofsky en el libro "Pecado Original" y las grandes investigaciones y denuncias sobre el Grupo Clarín fueron hechas por la prensa privada: Julio Ramos, Jorge Fontevecchia, Jorge Asís en una novela y Jorge Lanata, que mandó un fotógrafo a sacarle una foto a Magnetto” (Héctor Magnetto es el Director Ejecutivo y propietario del Grupo Clarín y Enemigo Número Uno del Gobierno).
Denunciar los abusos del poder es misión de la prensa. Pero de todo el poder, no solo del poder político. Y lo tiene que hacer publicando la verdad: lo que sucede, ni más ni menos, y con valentía. Todos dependen de los anuncios de los que tienen poder y todos los que tienen poder han aprendido a usar la publicidad para inclinar la balanza de los medios y de algunos periodistas a su favor. Y también hay que decir que muchos medios y muchos periodistas –por desgracia muchos más de los que parece- han sido cómplices de la misma situación que denuncian.
Fernando Ruiz, un gran profesor de periodismo, acaba de aportar lo suyo al debate caliente entre periodistas independientes y militantes: “Así como hay medios oficialistas que tienen una mirada sesgada y militante, sin matices, hay medios opositores que hicieron lo mismo desde el lado inverso. Los contendientes se terminan pareciendo. Es la estrategia menos inteligente de los medios de comunicación independientes, porque se meten de lleno en el terreno de la política. Es cierto que los medios siempre han sido actores políticos, pero hay una dimensión profesional que respetar, y hoy muchos columnistas no hacen periodismo, sino política”.
[…]
“La polarización es una técnica de acumulación de voluntades que da frutos políticos, por eso se mantiene. Salir de este enfrentamiento no es una decisión del periodismo. Otro problema es que el periodismo construido con fondos oficiales depende de la continuación de la guerra. Y sólo tendrán fondos si la guerra continúa”. 
Al final el periodismo militante sirve a la construcción de poder y es un negocio magnífico para los proveedores de prensa del gobierno, que lucran con el conflicto que ellos mismos alientan, como los vendedores de armas hacen con las guerras. Será por eso que ya nos hemos dado cuenta de que esos periodistas que bajaron a la trinchera política más que militantes del poder son obedientes del dinero, o prostitutas… como le gusta a Martín García.

martes, 29 de noviembre de 2011

¿Quién tiene el poder?

Sí. Ya sé que es tarde. El reportaje Periodistas vs Periodistas de Astrid Pikielny salió el domingo 13 de noviembre en el suplemento Enfoques de La Nación. Vale la pena. Léalo. Hay opiniones de todo tipo, pero de nuevo prefiero la de Ernesto Tenembaum citada así por Pikielny (ya decía lo de los periodistas obedientes más que militantes):
"Cuando matan a Ferreyra, ¿quién abrió las preguntas que finalmente fueron respondidas por la Justicia? La prensa privada. ¿Quién le hizo las preguntas a Aníbal Fernández sobre la zona liberada que generó la policía? Longobardi", enumera Tenembaum y no elude referirse al caso Herrera Noble que involucra a la dueña del Grupo Clarín, para el que él trabaja. "La mejor cobertura fue la de Perfil y la de Graciela Mochkofsky en el libro "Pecado Original". Incluso en TN hicimos una cobertura muy favorable a que los hijos se hagan los análisis. Y las grandes investigaciones y denuncias sobre el grupo Clarín fueron hechas por la prensa privada: Julio Ramos, Jorge Fontevecchia, Jorge Asís en una novela y Jorge Lanata, que mandó un fotógrafo a sacarle una foto a Magnetto. En la prensa pública sólo hay obediencia".
También destaco las opiniones de periodistas de diarios del interior, de esos que Magdalena Ruiz Guiñazú metió sin mucho criterio en la bolsa de los oficialistas. Entre ellas prefiero la pregunta que se hace Julio Rutman, de Radio Nacional Mendoza:

¿Quién tiene el poder en la Argentina?

Ahí está la esencia del problema. Denunciar los abusos del poder es misión de la prensa. Pero de todo el poder, no solo del político. Todos, pero sobre todo los medios del interior, dependemos de los anuncios de los que tienen poder. Y todos los que tienen poder han aprendido a usar la publicidad para inclinar la balanza de los medios y de algunos periodistas a su favor. Y los que les enseñamos a hacerlo fuimos nosotros que somos en gran parte cómplices de la misma situación que denunciamos.

El reportaje se completa con un artículo de Raquel San Martín, que también recomiendo, con abundantes citas de dos encuentros sobre periodismo militante o independiente. Destaco dos de Fernando Ruiz:
Así como hay medios oficialistas que tienen una mirada sesgada y militante, sin matices, hay medios opositores que hicieron lo mismo desde el lado inverso. Los contendientes se terminan pareciendo. Es la estrategia menos inteligente de los medios de comunicación independientes, porque se meten de lleno en el terreno de la política. Es cierto que los medios siempre han sido actores políticos, pero hay una dimensión profesional que respetar, y hoy muchos columnistas no hacen periodismo, sino política.
[…] 
La polarización es una técnica de acumulación de voluntades que da frutos políticos, por eso se mantiene. Salir de este enfrentamiento no es una decisión del periodismo. Otro problema es que el periodismo construido con fondos oficiales depende de la continuación de la guerra. Sólo tendrán fondos si la guerra continúa.

domingo, 16 de enero de 2011

El periodismo y el poder según Lanata


Lean entera la entrevista de Any Ventura a Jorge Lanata en la revista de La Nación de Buenos Aires de hoy. Está la definición de periodismo y del negocio del periodismo. Excelente descripción de las relaciones del periodismo y el poder y de...

Horacio Verbitsky
es más político que periodista. Siempre tuve una relación difícil con él. Yo soy más periodista que político, me interesan otras cosas en la vida. Yo nunca hubiera sido "monto"; las diferencias que yo tengo con toda la cosa armada son muchísimas. Me acuerdo de que al comienzo de Página, le decíamos que sus notas eran largas. Y no hay nada peor que una nota larga. E incluso más, habría que buscar en los archivos, pero había notas de Verbitsky hablando bien de Menem que no se cortaron, y que salieron publicadas. Si vos ahora me preguntás si lo leo, te digo sí, pero no lo leo como periodista, sino cuando quiero saber qué piensa un sector del cristinismo
Diego Gvritz
está haciendo plata. Ok, que haga su negocio, no me importa. Gvirtz ha estado acá varias veces ofreciéndome laburo. Varios años, me ha venido a ver hasta acá para decirme: Vamos a Buenos Aires a hacer tal cosa y tal otra. Y yo sé que lo está haciendo por guita.
Orlando Barone
me dieron ganas de ir y cagarlo a trompadas
Jacobo Timerman
Con Jacobo tenía una relación difícil, porque tuve la suerte de me fuera bien en el momento en que a él le iba mal: él fracasa con La Razón el mismo año en que yo hago Página 12. Por un lado, no se lo bancaba y, por otro lado, me quería. El tenía todo: chapa, edificios, rotativas, y yo no era nadie, tenía veintiséis años. Jacobo tuvo que ver con una Argentina de una época. Y fue un tipo que resultó muy susceptible a los lobbies, que laburó para los milicos, que creó el mismo monstruo que después se lo comió. Murió aislado y solo, acá en Punta del Este.
Víctor Hugo Morales
Me parece muy triste lo que pasó con Víctor Hugo. Está obnubilado por Clarín. Creo que incluso para odiar tenés que poder evaluar. Si el odio te supera hasta punto tal que te impide darte cuenta de dónde estás, no sirve. La sensación que da es la de una impotencia y un odio tan grandes que te preguntás: ¿qué le hicieron? Yo me he peleado mucho con Clarín. Pero no los odio.
Carlos Menem, Néstor Kirchner y Cristina Fernández
en un punto son iguales. Esos tipos están haciendo su negocio de poder. En el fondo, me parecen pobres tipos. Ni siquiera me inspiran respeto intelectual ni nada. Son bastante brutos.
Y mucho más...

domingo, 8 de agosto de 2010

Secretos sucios y no tanto

Me perdí la presentación del libro de David Cox sobre la historia de su padre Robert en tiempos en que era director del Buenos Aires Herald (1976-1983). Pero al llegar a Buenos Aires me encuentro con este artículo de Jorge Fernández Díaz en La Nación de ayer y ahora solo lamento no haber asistido a la presentación para conocer a los Cox y saludar amigos. Guerra Sucia, secretos sucios es la traducción de Dirty Secrets, Dirty War, publicado en Londres en 2008.

Rescato este párrafo del final de la nota. Tiene que ver con lo que pasa hoy en la Argentina a la luz de lo que pasaba en aquellos años:
Quienes han abrazado desde la prensa la militancia kirchnerista rechazan el concepto del periodismo norteamericano. Si hubieran vivido en la década del 70 en los Estados Unidos habrían descalificado a Bernstein y a Woodward por abocarse quirúrgicamente al Watergate y no investigar los manejos empresarios del Washington Post. Lo cual resulta, como se ve, completamente ridículo. La independencia es, como la libertad, ciertamente relativa. Pero en determinados estándares podemos ser libres así como podemos ser independientes. Que los anunciantes paguen tu sueldo no significa que representes sus intereses. Un periodista independiente no representa siquiera los intereses de la empresa para la que trabaja. El periodismo independiente es, en sí mismo, una ideología que está más allá de las políticas reinantes.
Cox (y Fernández Díaz) se anima a contar una anécdota que baja a Jacobo Timerman del pedestal de gigante del periodismo donde lo pusieron la historia y la corrección política, quizá a raíz de su secuestro y prisión clandestina en manos de las fuerzas de tareas de la dictadura:
Con ataques de asma y bajo estrés permanente, Cox no se arredraba, a pesar de que sus informantes en el gobierno le advertían: "Piensan que sos un terrorista, Bob". Un día recibió la llamada de Jacobo Timerman: "Dígame una cosa, Cox –le preguntó–. ¿Dónde van a tirar mi cuerpo?". David escribe hoy que esa llamada sorprendió a Bob: "Timerman era el periodista más conocido de la Argentina. La Opinión era un medio controvertido porque, independientemente de su liberalismo editorial, Timerman se esforzaba por cultivar vínculos con los militares para expandir su imperio periodístico. Tenía lazos estrechos con la Junta, tal como los había tenido con los regímenes anteriores. Poco antes se había negado a recibir a los miembros de la delegación enviada por Amnistía Internacional a la Argentina para informar sobre abusos contra los derechos humanos".
Me consta esa actitud de Timerman, dispuesto a vender su pluma al mejor postor. Pero esta es otra historia.

Algo más: al leer el artículo de Fernández Díaz me entero de que Hermenegildo Sábat estuvo preso por pensar en tiempos de la dictadura. Sábat nunca lo va a decir pero ¿lo saben los Kirchner?

viernes, 26 de septiembre de 2008

Carrera de prócer

En las estatuas de muchos de nuestros próceres figuran sus glorias: militar, hombre de leyes, diplomático, periodista... Más que un currículum es un cursus honorum: fueron de las armas al periodismo, quizá porque al escaparse la fuerza de la juventud para empuñar la espada les quedaba la sangre y el fuego que alimentara su pluma. Nunca dejaron de pelear...

Jorge Raventos participó en una mesa en la Asamblea anual de ADEPA -la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas- que se celebra estos días en Río Cuarto (Córdoba). Raventos es un viejo periodista argentino, de esos que pasaron hasta por Primera Plana, la mítica revista de Jacobo Timerman. Pero no parece viejo, aunque si Raventós: es igualito a un amigo mio de ese apellido, nacido en Barcelona. Pero el Raventós argentino escribe y pronuncia su apellido como grave.

En su presentación don Jorge dividió a los periodistas en arquitectos y guerreros. Nuestros padres fundadores crearon un país con la espada y la pluma: peleaban y construían. Y nos dijo que esta época de la Argentina debería llevarnos a ser un poco más arquitectos que guerreros. Le toca al periodismo reconstruir la patria.

Buena idea.

lunes, 17 de diciembre de 2007

Szpolski tiene un plan

"Agotado y con una sensación de enorme fracaso" renunció al Buenos Aires Herald Andrew Graham-Yool hace un par de semanas. Después vino su pase a Perfil donde reemplazó a Nelson Castro como ombusman y la triple entrevista de Jorge Fontevecchia de la que me ocupé en los posts del 10, 11 y 12 de diciembre.

Debía saber entonces Graham-Yool que el diario estaba en proceso de venta a Sergio Szpolski, el dueño de BAE (Buenos Aires Económico) y las revistas semanales Veintitrés, Siete Días y la edición argentina de Newsweek (con Alex Milberg). Anteayer el Herald publicó la noticia de la venta del 97% de su capital accionario, en castellano y en inglés. La operación se habría concretado el 14 de diciembre. En el mismo suelto el diario asegura que seguirá con su línea editorial y confirmó la continuidad de su actual editor y hasta hace dos semanas Deputy Editor, Michael Soltys. Es gracioso que tengan que decirlo para confirmar que en realidad no continuará la línea editorial del diario fundado en 1876. Nadie compra un diario para defender ideas ajenas y mucho menos de sus anteriores dueños. El Buenos Aires Herald perteneció a capitales norteamericanos durante sus más de 130 años de existencia. Sus directores, sin embargo, casi siempre fueron ingleses y sus contenidos estaban más orientados a la colectividad británica que llegó a ser muy grande y poderosa en la Argentina. El Herald era y es también el diario del puerto de Buenos Aires: el más completo en información naviera.

La situación económica del Herald es comprometida. Szpolski debe tener un plan y no será mantener el diario de la ya exigua comunidad británica. Acaba de vender La U a Luis Cetrá en solo U$ 300.000. La U es un diario gratuito de lunes a viernes que distribuye sus 32.000 ejemplares en las universidades de Buenos Aires. Luis Cetrá es el dueño de Radio Rivadavia y de la marca La Opinión que consiguió gratis porque estaba vacante. La Opinión fue el diario de Jacobo Timerman.

Sergio Szpolski es a Kirchner lo que Daniel Hadad fue a Menem. Creo que va a ser uno de los nuevos propietarios de medios. La venta del Herald confirma otra vez que muchos viejos dueños de periódicos no tienen la más remota idea de qué hacer con ellos.

La incapacidad para enfrentar el cambio, en Paper Papers, 22/9/07

miércoles, 31 de octubre de 2007

Empezamos mal

"Creo que los medios de comunicación deberían hacer una revisión de esto, porque la democracia exige un sistema comunicacional transparente, donde los medios de comunicación, sean de comunicación y no de posición", afirmó Cristina Fernández de Kirchner en el programa Desde el llano de Joaquín Morales Solá emitido anteayer por el canal TN de cable: el día anterior había sido elegida presidente de la Argentina. Cuando el periodista le preguntó entonces sobre cómo será su relación con el periodismo, Cristina dijo que espera que sea "perfecta, si vuelven a ser medios de comunicación, no de posición".

Parece que la presidente no quiere medios independientes, con ideas y banderas propias. Para Cristina Kirchner los periodistas deben decir todos lo mismo y los diarios no están para hacer olas, como decía Jacobo Timerman, sino para comunicar información: lo mismo que puede hacer el robot Arturito. Tiene una idea integrista de los medios y del periodismo. Empezamos mal.

No es lo mismo informar que hacer periodismo. El informador dice lo que pasó. El periodista produce hechos con la verdad. Se puede informar sobre el resultado de un partido de fútbol, la cantidad de muertos y heridos en un atentado o la temperatura que hizo ayer en la ciudad. Para eso no hace falta más que un grabador. El periodista, en cambio, manipula la realidad hasta convertirla en verdad o mentira. Y la verdad tiene la virtud de cambiar la realidad futura, como la verdad de las religiones tienen la fuerza de convertir a los que la aceptan. Los lectores siguen la verdad y rechazan la mentira: por eso compran o dejan de comprar los diarios.

Las palabras son acciones, en Paper Papers, 28/5/07
Un diario sirve para hacer olas, en Paper Papers, 27/5/07
Cambiar la realidad, en Paper Papers, 19/4/07

miércoles, 30 de mayo de 2007

No tan dictador...

Seguí leyendo el prólogo de Mario Diament a Las palabras son acciones, la historia política y profesional de La Opinión de Jacobo Timerman, de Fernando Ruiz:

"La redacción de La Opinión no era, como pronto descubriría, un grupo precisamente armónico. Las personalidades y las ideologías, en un período de extraordinaria ebullición política, producían líneas divisorias tan anchas como profundas. Había peleas histéricas y bromas ácidas y feroces. Al poco tiempo de estar allí, vi a Martín Müller arrojarle un diccionario por la cabeza a Ricardo Halac, lo que interpreté como un acto altamente alegórico de una redacción donde lo que prevalecía era el intelecto. Pero había al mismo tiempo una energía creativa que impregnaba el aire y atizaba la imaginación. Raramente volvería a sentir una atmósfera así en una redacción".

Ya se ve que la dureza de un director es compatible con una redacción creativa. He comprobado que solo puede exigir el Director o el Jefe de Redacción que se exige a sí mismo. Así debía ser Jacobo Timerman, y Félix Laíño, y Allen Neuhrath, y Benjamin Bradlee...

El director/dictador, en Paper Papers, 29/5/07

martes, 29 de mayo de 2007

El director/dictador

Es el estándar que propone Jorge Fontevecchia, donde ubica a Jacobo Timerman y Allen Neuharth, y que es casi imposible intentar a esta altura de la historia. Recuerdo dos hechos que tienen que ver con este intento anacrónico de pelear contra el estilo actual de periodistas que se creen estrellas y son apenas ignorantes:

El primero sucedió en un diario del Ecuador. Su director y propietario me pidió un buen día que fuera más duro con los periodistas. Insistió con que debía "putearlos" y me aclaró que lo decía con ese término para que lo entendiera un argentino, así no quedaban dudas. Yo era entonces el Editor General, y como se ve, tenía el mismo estilo de gobierno que tengo ahora: confío en la responsabilidad de los periodistas y no sospecho nunca de su profesionalismo, hasta el día en que me demuestran que no lo tienen, entonces los echo. Lo aprendí de boca de Ben Bradlee, otro duro de la prensa. Me dejo convencer y me gusta cambiar de opinión cuando me doy cuenta de que estaba equivocado o que hay un criterio valioso o interesante a pesar de no ser el mio. Algunos lo ven como debilidad, pero no concibo otro modo de hacer un diario independiente si no es con periodistas inteligentes que trabajan con libertad.

Al poco tiempo se dio la oportunidad y traté con dureza a una escribiente (calificarla de periodista sería una afrenta a la profesión). A propósito, y por seguir el consejo del director, usé una interjección del estilo, "¡putamadre!". El mismo día el director me llamó a su despacho para recriminarme que había puetado a una periodista y que eso no era propio de un Editor General y todas esas cosas.

El segundo hecho ocurrió en el Paraguay. Me negué a publicar algo que pidió la Gerencia de Publicidad del diario en el que ocupaba la subdirección. Se lo dije de muy buen modo, hasta con humor, a la empleada que vino a la redacción a proponernos que engañemos a los lectores. Estaban presentes los jefes de la redacción. Le faltó tiempo para acusarme por "levantarle la voz".

En ambos casos esas personas fueron despedidas, pero el tiempo perdido en solucionar esos conflictos fue tan desproporcionado que se te van las ganas de ser director/dictador. Para colmo de males, en el Ecuador me encontré con la escribiente puteada y despedida en otro medio para el que suelo trabajar.

lunes, 28 de mayo de 2007

Las palabras son acciones

La máxima de las olas publicada por Perfil de ayer (ver el post Un diario sirve para hacer olas) me recordó el prólogo del anuario 2007 de El Territorio de Posadas:

No es lo mismo informar que hacer periodismo. El informador dice lo que pasó. El periodista produce hechos con la verdad. Se puede informar sobre el resultado de un partido de fútbol, la cantidad de muertos y heridos en un atentado o la temperatura que hizo ayer en la ciudad. Para eso no hace falta más que un grabador. El periodista, en cambio, manipula la realidad hasta convertirla en verdad o mentira. Y la verdad tiene la virtud de cambiar la realidad futura, como la verdad de las religiones tienen la fuerza de convertir a los que la aceptan. Los lectores siguen la verdad y rechazan la mentira: por eso compran o dejan de comprar los diarios.

El periodista está al servicio de la verdad y no de la realidad. Pero es determinante en su trabajo su capacidad de acercarse a la realidad para conseguir la verdad. El que lo hace con más pasión es el mejor, como les pasa a los artistas. Los periodistas también hacen cosas con la verdad: crea nuevas realidades. La información, en cambio, se queda en la propia realidad que representa.

Ludwig Wittgestein decía que las palabras son acciones. También lo sostenía Jacobo Timerman, el valiente periodista argentino, a quien los militares le retiraron la ciudadanía. Este año lo comprobamos en Misiones: los periodistas de verdad provocamos hechos con nuestra profesión. No fuimos atrás de ellos, a pesar de la intención de muchos políticos y funcionarios que usan a los que confunden esta profesión de luchadores indomables con la de los concubinos del poder. El Territorio tiene en su código genético el germen combativo y poético de su fundador, Sesostris Olmedo. Y ese gen se levanta siempre para enarbolar las banderas de la libertad y la democracia cuando están en juego en la provincia.

El 2006 ha sido el año del NO al despotismo en Misiones. Este anuario refleja la historia de ese NO, el hecho más destacado de la Argentina del año que termina. El que llenó de aire fresco la política recalentada de los de siempre. Pero no fue lo único que ocurrió. Este anuario es una revista rápida y un recuerdo de todos los hechos destacados del año que se va.

Agradecemos a los lectores y a los anunciantes el apoyo constante a El Territorio y a sus luchas por la libertad y los derechos de todos. Despedimos el año con la promesa y el compromiso de siempre, porque la pelea por convertir las palabras en acciones seguirá en el 2007, y siempre. Es una pasión que no termina nunca.

domingo, 27 de mayo de 2007

Un diario sirve para hacer olas

"Un diario que no hace olas no está cumpliendo su función". Es una vieja máxima del periodismo norteamericano que aparece en el prólogo de Mario Diament del libro Las palabras son acciones de Fernando Ruiz. Lo acabo de ver en la contratapa de Perfil de hoy. En la columna de Jorge Fontevecchia sobre El gran Jacobo a raíz de que la Fundación Konex decidió darle el premio de honor a Timerman casi diez años después de su muerte (la cita como puesta por Diament en boca de don Jacobo).

Fontevecchia ubica a Timerman en una categoría que llama director/dictador. Además de Al Neuharth, fundador del USA Today, creo que debería incluirse a muchísimos directores de diarios de una época de oro. Uno de ellos es don Félix Laiño, que dirigió muchos años La Razón de Buenos Aires, cuando era vespertino, de pago y pasaba los 500.000 ejemplares en dos ediciones (La Razón de hoy es de Clarín, es gratuito y no llega a los 100.000 ejemplares de promedio mensual de lunes a sábados; no aparece los domingos).

Tengo otras anécdotas de don Jacobo Timerman. Todas son coherentes con la máxima de las olas. Fontevecchia cree que es cosa de otra época y que ya no se puede ser director/dictador en un periódico. Me consta que es muy difícil y que a Timerman no hubiera resistido el estilo actual de consenso y de predominio de la propia opinión por sobre todo: el yoyamismo actual conspira contra ese estilo de gobierno en las redacciones. Sería un calvario, pero para Timerman, no para los periodistas. Hoy, para dar una indicación a un periodista hay que pedir permiso a sus abogados (debería ser el tema del próximo post). Pero eso no debe ser una excusa para que los diarios dejen de hacer olas.

Informar es producir hechos, en Paper Papers, 12/10/06