sábado, 14 de noviembre de 2009

¡Libertad de radio y televisión!

Transcribo un párrafo entresacado del libro de Juan Luis Cebrián El pianista en el burdel, en el capítulo Gacetilleros, gansos y embaucadores.
La aparición de los sistemas radiofónicos, y de la televisión después, tuvo efectos políticos insospechados. Los tronos y dominaciones de esta tierra descubrieron que, de nuevo, era necesaria su intervención, en forma de permiso previo o de concesión administrativa, a la hora de ejercer los ciudadanos la libertad de expresarse. Con motivo, o bajo pretexto, de lo escaso del espectro radioeléctrico, determinaron un sistema de concesión de frecuencias y canales que limitaba el ejercicio de las operaciones en radio y televisión, pudiendo ser desempeñado sólo por quien obtuviera una licencia. Es como si los burócratas modernos hubieran resucitado la virtualidad de las cédulas reales que antes se concedían para el imprimátur de los periódicos. Muchos gobiernos, que se jactan de ser democráticos, las administran de igual modo, premiando a sus amigos y castigando a los enemigos según su antojo.
Doscientos años después de la independencia americana varios de nuestros dictadores democráticos intentan volver para atrás los reales decretos que suprimieron la licencia para imprimir periódicos en nuestra región. Por necesidad de controlar a sus gobernantes, los reyes europeos permitieron la libertad de imprenta antes en América que en Europa. Para que no los controlen a ellos los sátrapas modernos intentan controlar a la prensa, como ya lo hacen con la radio y la televisión y algunos también con internet.

No solo no le daremos ese gusto. Además exigiremos libertad para la radio y la televisión. Solo debe controlarse el espectro y eso lo puede hacer la misma industria con mucha más justicia que el estado, que siempre dará las concesiones a los amigos del poder y a cambio de su obsecuente pelotilleo.

1 comentario:

Jolu dijo...

Años a llegó a mis manos un informe de Juan Luis Cebrián dirigido al Club de Roma titulado La Red. Gracias a ese texto pude tomar algunas nociones de la información y cómo los entonces nuevos medios de comunicación iban a cambiar la vida de las personas. Y también gracias a ese texto pude comprender el porqué el diario, en tanto paradigma documental, está condenado a la vida.
Sin embargo, quiero hacer llegar otra idea. Hace cosa de un mes mi viejo me regaló El Cisne Negro, de Nassim Taleb. GP, estoy en condiciones de afirmarle que el político que lucha por la libre expresión es un verdadero cisne negro. Si uno observa la conducta del político oficialista y opositor de Argentina puede arribar a la conclusión de que ambos admiten la posibilidad de una prensa libre. No obstante, eso es altamente improbable que ocurra.
Taleb dedica una parte de su libro al nivel de dopamina en el periodismo y cómo eso altera las subas y bajas en los mercados bursátiles. En general, es evidente que el nivel dopa del periodismo argentino es bastante bajo, independientemente de que la clase política desea que el nivel dopa sea superlativo en el periodista y que, por tanto, el periodismo soporte el sometimiento calladamente y encima que estén felices.
Mientras la situación en Latinoamérica –particularmente en países como Argentina o la República Bolivariana de Venezuela- siga así uno siente el nivel dopa un poco bajo y le parece que la libertad de prensa es un cisne negro toda vez de que esa libertad existe pero es improbable, cuando no difícil, verla o ejercitarla. Se siente bastante bajo el nivel dopa cuando las limitaciones del poder estatal imponen restricciones en el otorgamiento de frecuencias radiofónicas, o la pretensa participación mayoritaria del Estado en papel prensa, o el corte en la circulación de diarios por parte de algunas patotas, o el bendito comunicado semanal del Jefe del Estado bolivariano proponiendo la guerra con un país hermano.
Entonces, me pregunto: ¿cómo ve GP el nivel dopa en el organismo del periodismo argentino de estos días? En pos de la libre expresión, ¿le parece que el nivel debe subir o bajar?