domingo, 1 de marzo de 2009

Cómprelo

Serán veinte libras esterlinas bien empleadas. Uno se suscribió a The Economist hace unos diez o doce años. Canceló porque no lograba dar cuenta de la revista semanalmente y, como dicen en València, se li amontonava la faena. Al cabo de dos meses, descubre que no puede vivir sin ella y renueva el abono. Siempre la estrena por esta sección, Obituary. Disculpen la historieta. Es el entusiasmo por la calidad en el oficio ¿saben? Este libro es la antología de la relación de uno con esta revista, perdón, con this newspaper. Y esta relación bien vale una transacción.

1 comentario:

Carles Llorens-Maluquer dijo...

Descubrir The Economist es como descubrir un nuevo horizonte. Fue hace 5 años, pero desde entonces no he dejado de leerlo y siempre empiezo por el final, por estos obituarios que son, algunos de ellos, piezas maestras entre la literatura, la historia y el periodismo. Una gozada.