domingo, 7 de noviembre de 2010

Torturas en Página 12

 
Los trabajadores de Página 12 hemos resuelto en asamblea apelar a este medio luego de meses de infructuosas gestiones de nuestra Comisión Interna ante gerentes de la empresa para lograr que se instale y garantice el servicio de internet en toda la redacción y en las secciones del diario que lo requieran.
Así empieza la carta de los empleados del diario a Ernesto Tiffenberg, Director Periodístico de Página 12 (deberían mandarla a los dueños, pero para eso hay que saber quiénes son).

La entregaron el 21 de octubre. Y la publicaron ahora en Facebook al no recibir respuesta. Es muy buena. Léala, por lo menos en solidaridad con los periodistas de Página (la foto es del muro de Diego Martínez).

Equipos antiguos, una pc cada diez personas y por tanto escaso acceso a internet. Es como tener presos a los periodistas. O peor todavía: torturarlos. La mayor fuente de información que jamás ha tenido el mundo, cegada a los mayores curiosos del planeta.
Tener que explicar en 2010 la importancia y los usos de la web, el correo electrónico o las redes sociales para el trabajo de una redacción es tan obvio que, pensamos honestamente, carece de sentido. La propia empresa admite la relevancia -a su manera- al instalar enchufes para facilitar las conexiones.
Gracias a DA encontré la carta en Facebook.

6 comentarios:

Gustavo Flores dijo...

Conozco varios diarios con acceso limitado a Internet en la Redacción, aunque parezca increíble...

Gonzalo Peltzer dijo...

Hay gerentes que creen que los periodistas pierden tiempo en internet.

Anónimo dijo...

"Torturas en Página 12"
Título un tanto amarillista, ¿no?

Solidaridad con los trabajadores del diario.

S.

Gonzalo Peltzer dijo...

Si. Claro. Hiperbólico también. Y hasta metafórico. Se entiende ¿no? Gracias S.

Verboamérica dijo...

Bue... también me han contado de diarios con tres líneas de teléfonos: dos en la gerencia y la otra se comparte entre la redacción y comercial.

Gonzalo Peltzer dijo...

Conozco uno en el que el teléfono más grande, el de la operadora, lleno de botones, se lo pusieron al director, que solo necesitaba uno para llamar a la secretaria.