martes, 31 de marzo de 2009

El diario de Irigoyen

Es un mito urbano argentino. Dicen que al presidente Hipólito Irigoyen le hacían un diario aparte, solo para él. Era una confabulación de su entorno para manejarlo con noticias falsas, en épocas en las que otros medios no podían suplir la desinformación o descubir la mentira. Eso ocurre hoy en la Argentina con los diarios oficiales, que son creíbles solo para quienes creen que son creíbles. Me explico: quienes los pagan -que no quienes los hacen- se creen que quienes los leen se tragan lo que dicen. Eso: creen que el pueblo es estúpido, que es una de las premisas básicas de las tiranías.

Me pasó ayer en un hotel de Guayaquil, donde un empleado me mostró riendo la pila de telégrafos cuando yo le pedí El Universo, que no tenían. "Es que El Telégrafo dice las mentiras del gobierno", me justificó la pila. "El Universo, en cambio, dice las verdades que molestan al gobierno". No. El pueblo no es tonto.

Hoy me encuentro en La Nación de Buenos Aires con este artículo buenísmo de Héctor D'Amico sobre el diario de Irigoyen y las mentiras del poder. El gobierno se cree su propio discurso, que elabora en base a las estadísticas que falsea. Es la fábula del rey desnudo. Juegan a que se la creen los que todavía lucran con el poder; los que le pueden sacar algo, aunque sea del búnker del führer. Esos todavía aceptan las mentiras, pero no por cínicos ni estúpidos sino por inmorales.

No hay epidemia de dengue, no hay inseguridad, no hay inflación. Son todas mentiras de los medios y una confabulación destituyente. No importa si mueren los infectados, asesinan inocentes, aumenta la pobreza y el país se desbarranca por el abismo. Imagine un avión de pasajeros en emergencia en el que las azafatas empiezan a dar instrucciones en chino... describe un ex funcionario al gobierno del matrimonio Kirchner.

3 comentarios:

Pablo Cosgaya dijo...

¿no era Yrigoyen, con y griega? ¿O será por eso que el diario de verdad no le llegaba?

Gonzalo Peltzer dijo...

Es igual. El mismo don Hipólito lo escribía con I o con Y indistintamente. Además el original era con H. ¿Qué hacemos con Iribarne, Iriarte, Iriberri, Iruña...?

Anónimo dijo...

Realmente las declamaciones de este periodista dan asco