martes, 7 de febrero de 2012

El error se disculpa, la caradura no

Spanair es una aerolínea comprada en enero de 2009 a la escandinava SAS por una empresa cuyo capital procedía directa o indirectamente de diversos entes públicos o parapúblicos del Gobierno de Catalunya y del Ayuntamiento de Barcelona. El pasado 28 de enero presentó concurso de acreedores (concordata, suspensión de pagos). Fiasco.

El diario de referencia en Catalunya presentó así la compra el 30 y 31 de enero de 2009 ("El Prat" es el aeropuerto de Barcelona)…



…así presentó el cierre la semana pasada…



…y este domingo, ayer, publicó esta estupenda crónica, a la que llamaba en portada:


En la misma línea,  el 1 de febrero de 2009 el diario publicó este editorial, una fina obra de arte para el que sepa leer entre líneas y conozca la onda del diario y algo de la gramática parda de Catalunya. No se preocupe si no lo pesca: no es tan fácil. Vaya al subrayado y no se atasque [clic > amplía]:



Antes, el 31 de enero de 2009 se publicó este billete en la totémica página 2 del diario. Vale la pena leerlo [clic > amplía mucho]…



…y en enero de 2012 se publicó este otro en el mismo lugar. Léalo también [clic > amplía mucho]…



Caramba. ¡Es un juego de manos sorprendente! De "operación rescate" y "valiente y arriesgada operación que hay que aplaudir" pasamos a "gran fracaso". La “aventura empresarial difícil pero esperanzada y necesaria” y el “ambicioso proyecto” se convierten en “sueños y ambiciones inalcanzables” cuyo fiasco estaba anunciado desde el principio.

Si lo sabían desde el principio ¿por qué no lo dijeron claramente antes en lugar de andar con medias palabras? ¿Por qué lo ocultaron, edulcoraron, disimularon o dejaron correr? ¿Qué periodismo se hizo durante ese tiempo, mientras se quemaba el dinero público (Tuyo & Mío)? En 2009 hay dos referencias más o menos claras a ese defecto de origen de Spanair. Están enterradas en mitad de dos piezas (esta y esta). Pero son muchas más (una muestra, otra, otra, otra y otra), algunas con firmas muy relevantes, las que transmiten todo lo contrario. El resto del año, el diario informó de los avatares de la compañía en sueltos, breves, columnas… mientras se quemaba el dinero de todos. Spanair ha fracasado, sí, pero el periodismo de ese diario acerca de esa empresa también. ¿Era necesario ser tan críptico? ¿No se hubiera servido mejor a la ciudadanía publicando información más clara? Qué pena. De veras, qué lástima.

En efecto, el capital privado y las entidades financieras catalanas pasaron de largo desde el inicio, cosa que el diario calló o dijo entre líneas, con mucha menos claridad y contundencia que la que ahora emplea para hablar del cierre de Spanair. En 2009 ya estaban dados los elementos de juicio que hoy permiten tanta dureza con los autores del desaguisado empresarial y, sin embargo, entonces se trató el asunto con complacencia.

¿No es mezquino y oportunista ese periodismo? ¿O es uno demasiado exigente?

Claro que no es fácil. Dice GP que el periodismo "busca la verdad de un modo arduo y a gran velocidad y que esa verdad no es la de los científicos ni la de los jueces ni la de las religiones. Los periodistas llegamos a la verdad a duras penas y después de muchas ediciones de un periódico, de una revista o de cientos de emisiones de noticiarios. Pero eso no quiere decir que no tengamos la obligación de buscarla." Buscarla y publicarla.

Es de justicia. "Si justicia es dar a cada uno lo suyo y todo el mundo tiene derecho a la verdad, estamos en el medio de una relación sorprendente. En esta relación se basa la obligación de los periodistas de buscar la verdad. Encontrarla ya es otra cosa, pero nos consumimos en ese trabajo arduo y vertiginoso a la vez […]."

En esta profesión, como en todas, los errores y los fracasos sirven: de ellos se aprende y pueden ser corregidos. Lo que envenena, lo que contamina, lo que pudre el periodismo es silbar y mirar al techo, nadar y guardar la ropa, decir que dije Diego donde dije digo. Las omisiones. Amagar y no dar. El tartufismo.

Dice el segundo de los billetes que “en toda esta desgraciada historia hay más de una lección para aprender”. Así es. La que servidor ha aprendido para el periodismo es esta: el error se disculpa, la caradura no. Ánimo.

1 comentario:

Alberto Noriega dijo...

No deixeu mai de fer articles d'aquest meta periodísitcs. Never stop doing this nice work. Felicitaciones y ojalá todos los blogs que hablan de periodistas tuvieran tanto trabajo de archivo.