jueves, 3 de diciembre de 2009

Épica del periodismo

Me puse épico hoy cuando escribía mi columna de los primeros viernes en El Universo de Guayaquil:

Nuestros gobernantes confundieron información con periodismo y se engañaron con una caricatura dibujada por la misma pluma que creó a los adulones y aplaudidores que los rodean. Unos tipos deleznables disfrazados de periodistas, igual que hay cobardes disfrazados de soldados y coimeros disfrazados de policías y corruptos disfrazados de honestos y prostitutas disfrazadas de monjitas y lobos disfrazados de caperucita… Así es el mundo desde la época de las cavernas y quizá por eso el poder siempre juzgó a las ovejas como si fueran lobos.

El poder despótico y sus secuaces solo amedrentan a estos travestidos de periodismo, que lo rodean para tomar copas con ellos como las tomaron con los anteriores y con los que vendrán después. Doblegar a los disfrazados es un pleonasmo, una redundancia inútil. Se dan vuelta en el aire como los panqueques y vuelven a caer bien parados como muñecos de goma. Pero nadie les cree: son tan inconsistentes como una papa frita.

El periodismo es otra cosa: quiere cambiar el mundo con la pluma y la verdad, que escribe con la sangre de próceres contemporáneos y anónimos de la Patria. Es patrimonio genético de hombres y mujeres que llevan en el corazón un fuego que nunca se apaga. Es una profesión y una industria de valientes a los que no se amedrenta ni con balas ni con rejas ni con frío ni con calor ni con insultos ni con injusticias que parecen leyes.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

GP, deberías ser profesor universitario si es que aún no lo sos, para enseñar un poco de esa ética perdida.
las facultades están más interesadas en que sus alumnos puedan acceder al sistema que a la verdad.
te banco a muerte.
ds.

Gonzalo Peltzer dijo...

Muchas gracias DS. Tal cual. Las universidades enseñan a hacer y no a ser. Una lástima. Y cuando se los digo ya no me invitan más...