martes, 4 de agosto de 2009

Vergüenza que duele

Mark Sanford era gobernador de Carolina del Sur y uno de los nombres en la línea de salida para la candidatura republicana a la Presidencia en 2012. La última semana del pasado junio desapareció sin dejar rastro. A su regreso, explicó que estaba de excursión. Pero la prensa descubrió que había viajado a la Argentina para encontrarse con su amante. Sanford lo reconoció y dimitió el 24 de junio. Ídem con Eliot Spitzer, gobernador demócrata de Nueva York. Ya recuerdan: dimitió el 12 de marzo pasado al descubrir The New York Times que frecuentaba prostitutas. Lo había ocultado durante años. De jueces no hubo ni palabra.

El presidente de la Generalitat valenciana, Francisco Camps dijo que había pagado unos trajes que, en realidad, le había regalado una empresa a la que su gobierno ha concedido diversos contratos. La investigación ha probado su mentira –ya hace días–, pero los jueces no consideran delito recibir esos regalos y no ven conexión entre regalos y concesiones. Total: han archivado el caso.

Camps ha comparecido ante los medios –ante los ciudadanos– a través de un vídeo difundido por Agencia Efe. Suma así, a su desvergüenza, el desprecio a la gente. Y Efe… vaya papelón.

En un país civilizado, el señor Camps y sus allegados estarían ahora buscándose la vida fuera de la cosa pública. Ellos mismos habrían reconocido que no se puede mentir a los ciudadanos, o su partido les habría puesto de patitas en la calle, etc. Pero no, prefirieron montar el numerito. Y ahí ya… adiós a toda decencia.

Durante todo este ridículo embrollo, los medios madrileños afines a Camps y su partido han procurado echar tierra sobre el asunto o ningunearlo, mientras los afines a la oposición le dieron por delincuente desde el minuto uno y han informado con ese sesgo. Todo –lo de unos y otros– tristísimo.

La ciudadanía… pues acaba por creer que está asistiendo a otra versión del pugilato entre los socialistas y la derecha, donde no importan ni la verdad ni ellos sino quién pone el pie en el cuello del enemigo. Porque los medios de referencia (sic) se lo explican exactamente así desde hace años. Vean si no las editoriales y portadas madrileñas de hoy.


Ese político es un caradura. Otro pícaro suelto. ¿Hay que decirlo? Pero tampoco tienen vergüenza los medios que han sesgado su información, unos arrojando tinta de calamar y otros dando el delito por cometido. Dañan la credibilidad del periodismo, sí, pero sobre todo dejan a los ciudadanos desasistidos y sin referencias. Desconfiados.

Digo: ¿por qué será que cuando el NYT publicó lo de Spitzer nadie pensó que el diario lo hacía por inquina al gobernador? ¿Es esa la reacción normal de la gente en España con el caso Camps y otros? Quiá.

De los políticos uno no espera mucho más. Pero del periodismo lo espera todo. Y periodismo, periodismo… hemos visto poco. No ha tenido la relevancia que debía. Duele. Y la audiencia cayendo, cayendo, cayendo…


[PD: Periodista Digital no ha visto mejor modo de informar que fusilando el primer post sobre el caso que apareció aquí… cambiando el título. Y así parece que Esta Casa toma partido. Aquí no hablamos de polítiquería ni nos gusta esa compañía. Pero en fin. Lo dicho: hasta PaperPapers se ve sometido al sectarismo en que se mueven los medios de la capital del Reino. Ya verán como este post no lo publican. No les sirve para sus fullerías.]

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Crees que los medios de comunicación han tenido el papel que tú les atribuyes alguna vez en España?

Toni Piqué dijo...

Claro que sí. Incluidos todos los citados en el post y otros que faltan.