lunes, 7 de julio de 2008

Murdoch es el único que la tiene clara

Lo de Murdoch está clarísimo. Parece que es el tipo que puede salvar al periodismo serio, que es, de momento, el impreso. El resto hablan, lloran y se lamentan, pero quien le mete plata a la prensa y habla de invertir en periodistas es ese monstruo de Murdoch.

El artículo de Bowden en The Atlantic se pone patético cuando ridiculiza el afán de primicias de Murdoch. Manipula al lector haciéndole creer que el WSJ adquirirá los vicios de los tabloides red top británicos. Así, pone como ejemplos de primicias los "splashes" de sus tapas ("Headless Body In A Topless Bar", entre nosotros: ¡genial!) y no las primicias del Times o del Sunday Times de Londres, por ejemplo, que también las llevan –y con frecuencia.

Se le ve el plumero cuando lamenta la "derrota" del "periodismo sublime" del WSJ (que lo ha tenido, lo tiene y… lo tendrá) y lo ejemplifica con un reportaje de tapa del WSJ sobre una isla donde usan dientes de delfín como moneda.

¿No es patético?

No ganarán el Pulitzer al servicio público por esa pieza –espero.

Esa actitud que Bowden alaba –"no cubro lo que cubren los demás porque lo hacen los demás"– es un manierismo tan corruptor del verdadero espíritu del WSJ como la presunta interferencia de Murdoch en sus contenidos –que aún estamos por ver. Ese manierismo es al periodismo lo que la música militar a la música o un duro sevillano a la moneda. ¿Qué pasa? ¿Sólo es mal periodismo cuando salen chicas en pelotas? Me parece tan poco profesional la decisión editorial de la página 3 del Sun como la que acabó con el reportaje de los dientes de delfín en la portada del WSJ. Y no digo nada del caso Jayson Blair et al.

Por favor: el nuevo director del WSJ no es Alastair Campbell. ¡Es Robert Thompson! Ex director del Times, ex periodista del Financial Times! No parece un periodista tan deficiente.

Además, el WSJ de Bowden es sólo el de los EUA. Acá, en Europa, es un tabloide de 32 páginas –sí, tabloide– desde hace años. Así lo decidieron el llorado señor Brauchli (léase brócli), y los ejecutivos de la anterior propiedad del WSJ.

Déjenle a Murdoch a ver qué hace. Peor no será.