domingo, 16 de junio de 2013

Ecuador en el siglo XVIII


El viernes la Asamblea Nacional del Ecuador sancionó la nueva Ley Orgánica de Comunicación (esta es la versión que se votó / PDF). Los 119 artículos esconden el único que importa: el control del poder político del Ecuador sobre la difusión de las ideas. Me preguntaba Patricia Janiot de la CNN si había un antecedente y contesté que sí: en el siglo XVIII, antes de Carlos III, que dio a la incipiente prensa americana libertades superiores a las que establece esta ley. Eran tiempos en los que no se podía publicar un solo panfleto sin la licencia del Rey y la censura del Santo Oficio, sin embargo Carlos III permitió en América libertades que no había en la Península para que la prensa controle a sus lejanos funcionarios.

Mientras las dictaduras democráticas latinoamericanas sigan entendiendo la democracia como la imposición a las minorías del pensamiento de la mayorías, el periodismo deberá volver a su viejo esquema de convivencia con las dictaduras militares, que no pudieron con la industria: diremos y leeremos entre líneas, usaremos la cuchufleta, la sátira y la ironía y aguzaremos el ingenio contra la inteligencia bastante precaria de los autoritarios.

Siempre la verdad se filtra. Aparecerá por vericuetos que ni se imaginan los que la quieren esconder. No se la puede tapar y menos en tiempos de medios globales como lo es cualquiera que tenga un humilde sitio en la web, una cuenta de Twitter o de Facebook. Es evidente que las leyes antimonopolio no alcanzan y que el estado puede y debe asegurar la pluralidad de voces. Pero en este y otros casos se han servido de la necesidad de defender a los ciudadanos de los abusos de los monopolios o la posición dominante de algunos grupos para establecer el monopolio o la posición dominante del estado todopoderoso.

Leyes como estas son armas en manos de un suicida: se terminan cargando el mismo régimen que las dicta, tenga el nombre que tenga.

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