martes, 8 de mayo de 2012

Silbar y mirar al techo

Esta es la noticia hoy –quiero decir ayer. Bankia es el resultado de la fusión de una gran caja de ahorros con otras pequeñas, manejadas todas ellas con criterios políticos. Es el mayor pufo de la historia bancaria de España. Diarios de todos los colores recogen los hechos:






Mientras, otros silban y miran al techo. Es una actitud que hace extraños compañeros de cama:



Estos dos últimos se han agarrado al comunicado oficial del señor Rato. Convendrá conmigo que es muy distinto dimitir ("Rato se aparta") que ser obligado a dimitir ("Apartan a Rato"). Hay que tenerla de hierro colado para hacer de ese caballero un probo gestor que deja paso responsablemente, cuando es un político que se ha resistido durante meses a dimitir y ahora abandona, obligado por el gobierno, un banco con más de 10.000 millones de euros entre préstamos de dudosa recuperación y subestándar. Dinero que saldrá de las arcas públicas (Tu Bolsillo & El Mío).

Hay portadas que retratan a los diarios. Esas dos, por ejemplo.

Pero seamos justos. Coincidir en el juicio con La Razón es para La Vanguardia un castigo, no tenga duda. La Vanguardia no hace seguidismo descerebrado del Gobierno porque son "los suyos". Su portada es efecto de la lenta degradación que padece su ADN desde hace un tiempo. De su histórico estar cerca del poder –tiene lógica: es el que manda quien ejecuta, quien nos hará bien o mal– a estar a favor o protegerlo hay una distancia que no es fácil navegar con habilidad. Estar cerca del que manda porque desde ahí se informa mejor a la gente es una cosa. Estar cerca para cubrir sus vergüenzas y brindar juntos, otra. Discreción y omertà no son lo mismo. No sé qué estarán pensando en los despachos donde se lee ese diario, que en Catalunya son todos. La verdad, esa primera me dejó congelado. Qué pena.

En fin. Otros dan un paso más allá y entran en la conversación de la gente mucho mejor que el resto, me parece:

¿Quién debe pagar el rescate de Bankia?

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