jueves, 4 de septiembre de 2025

Una misión y una bandera


El Retrato de una dama –la contessa Colleoni– de Giuseppe Ghislandi, conocido como Fra’ Galgario, desapareció en Amsterdam en 1940 cuando los alemanes invadieron los Países Bajos. Según la Lost Art Database, la pintura fue saqueada en Amsterdam en julio de ese año a Jacques Goudstikker, un reconocido comerciante de arte judío neerlandés. Durante su intento de huida en barco, Goudstikker falleció accidentalmente a bordo.

Entre el equipaje de la familia se encontraba un inventario de unas 1.100 obras de arte que poseía en ese momento, entre ellas ocho Rembrandt y dos Vermeer, que fueron vendidas a precios irrisorios al mariscal del Reich Hermann Göring y a otros jerarcas nazis.

La venta de la pintura de Ghislandi fue realizada por el banquero alemán Alois Miedl a Friedrich Kadgien, mano derecha de Göring. Kadgien desempeñó un papel relevante en el Plan Cuatrienal para financiar el rearme de Alemania y, en 1945 huyó a Suiza, probablemente llevándose consigo parte del arte saqueado. Posteriormente, se trasladó a Brasil y luego a la Argentina, donde fundó una empresa, formó una familia y falleció en Buenos Aires en 1978.

La pista del cuadro resurgió cuando una de las dos hijas de Kadgien, residente en Mar del Plata, puso en venta su casa a través de la inmobiliaria Robles Casas y Campos. 

Fueron los periodistas del Algemeen Dagblad quienes lo descubrieron en una de las fotos subidas por la inmobiliaria a su página web, colgado en la pared sobre el sofá del salón de la casa de Patricia Kadgien y su marido Juan Carlos Cortegoso. Patricia es una de las hijas argentinas de Friedrich Kadgien.

Es un ejemplo inmenso de una misión del periodismo relacionada con su cometido esencial de buscar la verdad. Y es una bandera que el Algemeen Dagblad lleva con constancia en esa misión de recuperar miles de obras que fueron saqueadas al patrimonio de los neerlandeses hace ya 85 años.


El periodismo argentino puede aprender la lección, en lugar de seguir enfrascados en el panaleo inútil que los tiene enajenados opinando todo el día de política a favor o en contra de uno y otro lado de la grieta.

Portadas de hoy del Algemeen Dagblad y Clarín

lunes, 25 de agosto de 2025

The New Yorker nos recuerda que también cumple 100 años

Portada GIF del New Yorker del 1 y 8 de septiembre, celebrando –otra vez– los 100 años de la revista más snob del mundo:


La actual es de Cindy Sherman y la primera porrtada, del 21 de febrero de 1925, es de Rea Irvin. Desde entones llaman Eustace Tilley al personaje que significa al New Yorker.

Abajo, una foto el primer número de la revista. Atención a la inflación de dólar en 100 años.


También porque este año cumplen 100 The New Yorker,  O Globo de Río de Janeiro y El Territorio de Posadas. 

martes, 19 de agosto de 2025

La lección de Erich Salomon a los periodistas de hoy


Desde la cumbre de Potsdam de 1945 no había una reunión de líderes mundiales tan importante como la de ayer en Washington. 

Tal como acostumbra hacerlo, el New York Times publica tres fotos del encuentro en lugar de una, aunque privilegia la foto de familia con un enfoque oblicuo. A mi juicio es mucho mejor la foto de la mesa, en la que los protagonistas no están posando sino que están haciendo lo que fueron a hacer.


El periódico Ouest France, de Rennes, publica esa misma foto con algún segundo de diferencia, pero entera, en la que caben todos los que están sentados a la mesa, con Giorgia Meloni, Ursula von der Leyen y Friedrich Merz, que el New York Times obvió, entre otras cosas porque ya están en la foto de familia que abre la nota.



No es mi intención hablar del contenido de esas cumbres sino de la cobertura periodística y sobre todo fotográfica, que me recuerda a Erich Solomon (1886-1944) el fundador del fotoperiodismo como todavía lo conocemos. 

Salomon se colaba en las reuniones de políticos y diplomáticos vestido como ellos. Era uno más en las cumbres, difícil de distinguir como periodista para quienes no lo conocían o para los que de tanto verlo en esas reuniones pensaban que era un ministro más. Como era discreto y hacía bien su trabajo, los personajes que retrataba en esas reuniones también lo respetaban.

Aquí abajo un conocido autorretrato de Salomon, vestido de frac y con su cámara Ermanox, tomado desde una puerta entreabiera y usando un espejo.


Reunión de líderes europeos el 2 de enero de 1928 en el Hotel Splendid de Lugano (Suiza), entre los que se distingue a Gustav Stresemann, Austen Chamberlain y Aristide Briand.


Pasajeros dormidos (1929):


Es muy conocida también la foto que congela el momento en el que Aristide Briand lo descubre en una recepción y cuentan que dijo mientras lo señalaba: Ah, le voila? Le roi des indiscretes!


O estas dos de una conversación informal (las que realmente valen) en la Conferencia de La Haya de 1930:


Willian Randolph Hearst en 1930:


Recepción y banquete en la Cancillería del Reich en honor de invitados británicos. Max Planck, James Ramsay MacDonald, Albert Einstein, Hermann Schmitz, Hermann Dietrich y Hans Luther, el 27 de julio de 1931:


*****
Erich Salomon nació en Alemania en 1886. Aprendió a hacer fotos con la luz del ambiente usando una cámara Ermanox que tenía un tamaño como para pasar inadvertida. Su carrera comenzó primero como afición y luego tomando fotos para periódicos a escondidas en las audiencias de un par de juicios por asesinatos en Alemania. En 1934 emigró a los Países Bajos, sabedor de que, por ser judío, su vida correría peligro en Alemania. En 1940 los nazis lo descubrieron  cerca de La Haya y lo deportaron al campo Theresienstadt. Junto a su esposa y su hijo Dirk fue asesinado en Auschwitz en 1944.

En el sitio de Getty Images se pueden ver todas las fotos conocidas de Salomon.

La historia de Salomon es una lección para muchos fotógrafos de hoy. Los reconocemos a la legua por lo zaparrastrosos que van a cubrir los eventos en lugar de mimetizarse son los protagonistas: despeinados, sucios, en bermudas, terminan todos juntos en el corral, haciendo la misma foto para medios distintos que un día se darán cuenta que es mucho más barato que uno solo de ellos les haga las fotos para todos.


Pienso que Miguel Urabayen habría disfrutado con esta cumbre y también que le habría recordado a Erich Salomon. Sus clases sobre Cultura de la Imagen Periodística eran geniales. Subo esta foto en la que estamos juntos en un taller en la Universidad Austral de Buenos Aires.

jueves, 7 de agosto de 2025

El New York Times con 11.880.000 suscriptores

So datos aportados por la empresa y publicados por el New York Times y organizados por Ismael Nafría




Aquí el estado de resultados y aquí el informe dado a la prensa.

domingo, 3 de agosto de 2025

Ceci n'est pas un journal


Esto no es un periódico, dice en danés la portada de hoy de Politiken, parafraseando a René Magritte y su célebre cuadro Ceci n'est pas une pipe.

Hace tiempo que los diarios no son diarios: tienen diarios. Lo decimos en esta casa por lo menos desde 2016.

viernes, 1 de agosto de 2025

Frankfurter Rundschau octogenario

Hoy cumple 80 años el Frankfurter Runschau. Lo celebra y lo ilustra con un ejemplar enrollado como una de las columnas de la democracia. Hay que suponer que está envolviendo la columna, ya que no parece muy sólido el periódico enrollado para sostener el tempo de la Democracia.

Desde el 1 de marzo de 2013 lo publica Frankfurter Rundschau GmbH, que desde 2018 pertenece en un 90% del grupo editorial Zeitungsholding Hessen de Kassel, propiedad de Dirk Ippen.
 
Copio el párrafo del Unternehmensgegenstand (objeto social), traducido por Google y adaptado al castellano por un servidor:
La empresa se compromete con el preámbulo de los estatutos de la Fundación Karl Gerold. En particular, garantiza que el Frankfurter Rundschau sea y siga siendo un diario independiente, políticamente comprometido y de izquierda liberal, comprometido con el espíritu de la Ley Fundamental y los derechos humanos, y que defienda constantemente el principio incondicional de la democracia y la justicia social. Por consiguiente, lo publicado o editado por la empresa deben hacerse con total independencia de gobiernos, partidos, confesiones religiosas y grupos de interés. La línea editorial debe constar en los contratos de trabajo de los editores.

martes, 29 de julio de 2025

O Globo centenario


Hoy O Globo cumple 100 años (el primer número es del 29 de julio de 1925). Además del video institucional de arriba, subo la portada de hoy y la del domingo 27 (anteayer) y un video bastante interesante sobre la rutina en la redacción, igual a la de cualquier periódico del mundo.

Hoy


Domingo 27 de julio


domingo, 27 de julio de 2025

Tiembla el IVC

El domingo 13 de julio el diario El Universo de Guayaquil (Ecuador), intervino su cabecera con un #1 en el lugar de la NI. El domingo siguiente y hoy publica encima de la cabecera los números de difusión en plataformas digitales, que siempre son muy superiores a cualquier número de circulación (venta neta de ejemplares) que siguen contando las organizaciones certificadoras como el IVC de la Argentina, una antigüedad que todavía existe inexplicablemente. Hace muchos años ya que los diarios no son diarios: son empresas periodísticas que también tienen diarios, o ya no los tienen y solo conservan la marca que les dio prestigio, con una difusión multiplicada por miles respecto de la mejor circulación de su historia.

Hoy

Domingo 20 de julio

Domingo 13 de julio

domingo, 6 de julio de 2025

Una consecuencia a la que no quería llegar


Para que se entienda el contexto, copio el primer párrafo de una larga nota que apareció este miércoles en el diario La Nación de Buenos Aires.
La furia de Javier Milei contra el periodismo viene en oleadas. Se activa y se atenúa, al ritmo de la intensidad de la agenda política. Antes del último fin de semana arrancó una de sus mayores escaladas: solo entre el viernes y la tarde del martes emitió en sus redes sociales casi 200 mensajes con ataques a la prensa, le dedicó insultos y apodos agraviantes a una veintena de profesionales, validó campañas de acoso en redes y recurrió a información manipulada para desprestigiar a voces críticas.
He escrito hace unos meses que el presidente argentino no hace estas cosas por maleducado sino como estrategia. Tiene bien medido que cada vez que maltrata a los periodistas sube su popularidad. Y curiosamente en esto coincide 100 % con la oposición kirchnerista, porque tanto ellos como Milei han elegido cuidadosamente a los mismísimos enemigos: los pocos periodistas de verdad sumados a los del extremo opuesto de la grieta.

Se podría hablar siglos de este tema, pero quiero remarcar hoy la novedad que distingue a unos de otros –a Javier Milei de Cristina Fernández de Kirchner– porque, sacando del razonamiento la tendencia común de los dos a la inmadurez argentina, creo que para uno es estrategia política y para la otra es odio a la verdad.

Lo común en ambos casos es una consecuencia a la que no quería llegar: los dos lucran con el desprestigio del periodismo en general y de casi todos los periodistas en particular. Y pongo en bastardillas la palabra periodistas porque no sé si caben dentro de la descripción habitual de los profesionales de la verdad urgente; es que cualquiera que ponga la ideología por encima de la realidad, es un estafador y no es un periodista.

¿Y cómo hemos llegado a ese desprestigio? Tomando copas con el poder y abandonando nuestro servicio a las audiencias.

Hace mucho que los periodistas nos dejamos seducir por las mieles de los poderosos y a fuerza de intimidad nos hemos convertido en sus primos carnales. Empezaron dándonos sanguchitos cuando nos convocaban a ruedas de prensa y terminaron haciéndonos cómplices de sus fechorías a cambio de dinero, privilegios, bienestar, viajes, alfombras, autos de alta gama y hoteles de lujo. Un día, cuando ya era tarde, nos dimos cuenta de que para respetar la verdad –que es la única relación honesta con la realidad– tendríamos que haber renunciado a todo eso y convertirnos en próceres o en mártires.

El poder en todas sus formas sabe bien de qué estoy hablando. Y los políticos son los que más saben, por eso nos insultan con los más variados epítetos, como la hace Javier Milei cada vez que puede. Los periodistas también lo sabemos, aunque miremos para otro lado y nos quejemos a la SIP. Los que se dejaron corromper prefieren seguir allí porque ya están manchados: corrupción es podredumbre y de allí no se vuelve. Los que pelean por su honestidad, en cambio, saben que el poder intentará corromperlos y que nunca van a ser ricos, pero viven y mueren con la conciencia tranquila.

viernes, 6 de junio de 2025

Lo que hay que hacer para que te lean

Decía el profesor Miguel Urabayen que la primera obligación de todo periodista era ser leído. No creo que sea fácil de explicarlo cabalmente, pero se entiende que si uno no es leído por nadie ha hecho su trabajo de balde y se entiende que para ser leído hay que escribir cosas que valgan la pena leer. 

Como no suelo leer Perfil, me entero por un buen amigo que me lo comenta entre otras cosas. Es una columna de Leticia Martin, a quien no conozco, que pasó todos los filtros de la redacción –sabiéndolo o sin saberlo los editores– y apareció así en la edición del pasado 17 de mayo en ese periódico que sale impreso los sábados y domingos.


Se lo transcribo por si le cuesta leerlo en esa foto, bastante mala, por cierto:

Nadie lee nada 

por Leticia Martin

“Se viralizó. ¡Conseguiste tu objetivo!”. Vivimos en una sociedad de logros medidos a partir de un término médico. Lo que identifica al éxito es la capacidad de contagio: que algo se difunda con gran rapidez en las redes.

Estaba a punto de escribir sobre esa desafortunada coincidencia entre el verbo adosado al éxito actual con el verbo que usamos para dar cuenta de una enfermedad cuando, de pronto, me asaltó una idea material y primigenia. ¿Por qué hago esto? ¿Se hará viral escribirlo?

Ya hace más de un año que escribo esta columna semanal para PERFIL; un trabajo que implica compromiso, un deadline, tener palabra y encontrar una forma. Que también creí implicaba cierta trayectoria. Pero hace seis meses que no recibo el pago por mis servicios. Ni el pago ni un aumento, como si los servicios o el costo de vida no hubieran aumentado.

Valoro el espacio, el que me hayan abierto las puertas en un lugar prestigioso, la voz de alguien formado como el propietario de este grupo editorial, un profesional al que escucho como si no fuera el último responsable de la discriminación de la que soy parte. ¿O quizá no es por ser mujer que no me pagan? Ni idea. De eso no sé aunque me duele y con eso me pelee. A eso me respondo: “No te hagas la víctima, Leticia, y ponete a escribir”. Sin embargo, cada jueves recuerdo a Fogwill levantando el teléfono para exigir su honorario antes de enviar la columna semanal para al fin cobrar.

No soy Fogwill y tal vez no exista –como se empeñó en señalarme sin que le tiemble la voz Gustavo Wald, el funcionario que el albertismo bancó hasta el último segundo–. Lo asumo, entonces. Si quieren, no soy, no sé, no existo. Pero acá estoy, y si escribo columnas que tal vez no me paguen, las escribo como si a alguien le importara leerlas, como si fueran un trabajo y recibiera a tiempo la remuneración por ser eficiente y responder, como si no me hicieran sentir que les da igual, que cualquiera estaría dispuesto a reemplazarme mañana mismo.

Pero hoy estoy demasiado triste y no tengo ganas de ir a votar mañana, ni ganas de conservar este trabajo, y quiero contar que hace siete meses que hago esta estupidez y que mañana por fin no voy a poner el despertador a las seis am para escribir los 2500 caracteres sin espacios de esta columna que ya escribí y que sigo honrando solo porque otros que me precedieron la han escrito, solo porque de esos otros algo he aprendido, y no me quiero rendir.

Cincuenta mil pesos de honorarios por mes con seis meses de demora. Cincuenta mil.