viernes, 6 de octubre de 2017

Periodismo gonzo y otros adjetivos inútiles


Llaman gonzo en argot irlandés de los bajos fondos al último hombre que queda en pie en un maratón de alcohol, y eso en Irlanda es mucho decir... Parece que de ahí sacó Hunter Thompson la expresión gonzo journalism. Periodismo gonzo sería en castellano, pero el problema de estos adjetivos sin sentido es que no significan nada y nos dejan igual que antes hasta que alguien explica el significado de la palabra inventada y luego hay que acordarse de qué quería decir. Estaría mucho mejor decirle periodismo encubierto y todos en paz.

Ahora imaginemos a un periodista que decide cubrir un maratón de aguardiente o de comer choripanes como un tragaldabas para contar a su audiencia qué se siente, pero en carne propia. Bueno, resulta que para eso tiene que llegar hasta el final y ganar el maratón. Quizá por eso dice Hunter Thompson que “para ser gonzo se necesita el talento de un maestro periodista, la mirada de un artista o un fotógrafo, y las bolas bien plantadas de un actor”.

Se trata de ser el protagonista de la historia que se relata. Involucrarse, pero no ser uno más sino el que lleva la voz cantante y sin que esto choque con la condición esencial del periodismo que es el rigor informativo... El gonzo es una subespecie del Nuevo Periodismo que inventó Tom Wolfe, pero además del viejo Wolfe lo ejerció con maestría Truman Capote y lo sigue haciendo Gay Talese, bastante mayorcito también: relatar hechos puros y duros con todos los recursos de la novela. Pero la idea central de Thompson no es el relato sino el protagonismo; el relato viene después. A los 27 años escribió Hell’s Angels después de haberse infiltrado en una banda de motoqueros violentos durante un año entero. Y parece que cuando los motoqueros se enteraron casi lo matan a patadas.


El Nuevo Periodismo no plantea ningún problema ético, ya que está más relacionado con el estilo de escritura y con el contexto de los hechos que se relatan. Las coberturas se realizan a la luz del día y todo el mundo lo sabe... hasta que Gay Talese escribió El motel del voyeur, la historia real del propietario de un motel en Colorado que espiaba a sus huéspedes. Es cierto que Talese publicó sus crónicas muchos años después de los hechos, cuando el hotel ya había cerrado y no quedaba nada del edificio ni de los artilugios que usaba el voyeur para mirar desde el cielo raso a sus pasajeros hacer las cosas más increíbles y anotarlas meticulosamente en un cuaderno.

El problema del periodismo gonzo es que lo ejerce un encubierto metido en tribus que pretenden mantener sus actividades en secreto por ser bastante ilegales. Precisamente por eso los tribunales les han dado la razón ya en varias ocasiones y siempre que se trate de deschavar actividades delictivas. Así que puede dormir tranquilo, ya que mientras no esté haciendo macanas no se le va a meter ningún gonzo en su casa.

Pasa que el periodismo cambia con la sociedad y también cambian sus estándares, sin embargo no creo que sea legítimo usar recursos de los servicios de inteligencia –mucho menos si son ilegales– para meterse en la vida de los demás, aunque los demás sean delincuentes: para eso está la policía. Prefiero la idea del periodismo border que se inventó Emilio Fernández Cicco, un pibe de Lobos (Buenos Aires) que hasta ahora ha curtido de porno star, sparring de la Hiena Barrios, enterrador en el cementerio de la Chacarita y cosas parecidas para publicar sus historias. Está en las librerías Yo fui porno star y otras crónicas de lujuria y demencia, que se parece mucho al título del uruguayo Horacio Quiroga (1878-1937) Cuentos de amor, de locura y de muerte, que al fin y al cabo era bastante border. Gabriel García Márquez escribió con estilo y recursos de novela el Relato de un náufrago, la Crónica de una muerte anunciada y la Noticia de un secuestro. ¿Le parece poco como aporte de nuestro continente al Nuevo Periodismo, al border, o al gonzo? Y hay muchísimos más, en el Ecuador, en la Argentina y en toda nuestra Améric a mestiza. No estamos inventando nada nuevo.

Todos los periodistas tenemos algo de gonzo y de border y también de delincuente y de policía... y de voyeur y de todo. Además somos artistas y –varones o mujeres– tenemos lo que hay que tener, además de un bolígrafo, una cámara de fotos, un micrófono o una computadora. Somos periodistas y punto.

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