lunes, 5 de marzo de 2018

El periodismo es una de las bellas artes


Le paso esta entrevista a Jorge Fernández Díaz que apareció en la revista dominical de La Nación de Buenos Aires (5 al 11 de noviembre de 2017, pero confieso que la encontré esta semana en la sala de espera del dentista) Vale la pena, sobre todo cuando Loreley Gafoglio le pregunta por el periodismo y la literatura y Fernández Díaz lanza que el periodismo debería ser una de las bellas artes: 
¿Han convivido sin roces periodismo y literatura?

Se odiaron durante años. Me enamoré de dos minas antagónicas, que me exigían toda la energía ambas y me recriminaban lo que no les daba. Ese conflicto se fue cerrando con Mamá. Ahí descubro cómo conectarlas. Voy a dar una pequeña fórmula para mejorar el periodismo: si se parte de que no sólo el contenido es importante, sino que también lo son la belleza, la forma y la eficacia, creo que el periodismo se convierte en una de las bellas artes. Hoy, con la crisis digital, va en dirección opuesta. Pero yo siempre aspiré a que el periodismo sea una de las bellas artes. Lo he hecho como he podido, con mediocridad, con talento, pero siempre he querido eso. Sólo estoy tranquilo en periodismo cuando escribo una página que podría incluir en un libro así como está, sin que me avergüence después. Por eso me lleva diez horas escribir mi columna; pensarla, toda la semana.
Salvando la cuestión de las bellas artes (las artes plásticas), no es la primera vez que decimos en este blog que el periodismo es un arte y que las escuelas de periodismo deberían saberlo. Fernández Díaz se suma a los que sostenemos que la verdad y el arte no se oponen sino todo lo contrario. Las verdades más importantes quedarían sin decir si el periodismo fuera solo informar.

Hay otra pregunta y otra respuesta que me interesa resaltar:
¿Hacia dónde va la profesión?

Ya nadie le exige al periodismo excelencia en la narración y creo que todavía hay lectores que buscan eso. Se forman ejércitos de periodistas no acostumbrados a pensar por sí mismos. Creo que el papel va a sobrevivir unos diez años más, y que yo seré enterrado con él. Porque el papel me ha hecho feliz y ha hecho feliz a mis lectores, que vienen con el diario.

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