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martes, 13 de enero de 2009

Está linda la mar

Sergio Ramírez se acaba de colocar en la fila de los integrados moderados frente al ejército de apocalípticos desmesurados que extrañan la Remington y el aguardiente en las redacciones. En esta casa ya dieron su opinión sobre el periodismo -el que ellos ejercieron en sus años mozos y románticos y el de ahoritita- Gabriel García Márquez, Tomás Eloy Martínez, Eduardo Galeano y Juan Cruz (el cantamañanas). Ahora el autor de Margarita está linda la mar se confiesa bloguero y lo es, en el Boomeran. Pero ahí no encontré este bonito artículo que publicó ayer La Nación de Buenos Aires, de donde entresaco (va la segunda):

La posmodernidad y sus instrumentos de escritura, y de transmisión y difusión de la escritura a través de la red cibernética están creando también un estilo que desborda el territorio de los escritores en singular para introducir en el lenguaje corrientes capaces de alterar la prosa y todo su tinglado de sintaxis, prosodia y ortografía. Nunca tantos millones escribieron al mismo tiempo ni se escribieron unos a otros al mismo tiempo.

¿No es esto prueba de que la tecnología abre las puertas de la democracia en la cultura y las multiplica? ¿O es que la comunicación abre más bien las puertas al desperdicio, nos inunda con un alud de basura, y estamos perdiendo la oportunidad de calzar masificación y cultura, dejando de tejer hilos perdurables y transformadores en la red cibernética?

Esa multitud de manos que teclean desde todos los rincones multiplican los neologismos, las abreviaturas, las expresiones crípticas, las transposiciones de uno a otro idioma. ¿Es una verdadera cultura masiva o sólo un remedo? ¿Bulle en la espesa sustancia de ese nuevo lodo primigenio un nuevo lenguaje, creado sobre todo por adolescentes?

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